La política y la religión

Religión, sinónimo de convicción; política, sinónimo de poder

No cabe duda alguna, la política y la religión son temas muy interesantes. Pero según dice el viejo refrán, “La política y la religión son como el agua y el vinagre, no mezclan”. Es algo así como el mito y la realidad, ambos suenan bien, pero bajo su embrujo podemos perdernos.

Una cosa extraña de la religión es que todos sabemos lo que es, hasta que alguien nos pide que se lo digamos. Como dijo Augustine of Hippo, conocido también como San Agustín de Hipona, sobre el tiempo: “¿Qué es el tiempo? Si nadie me pregunta, lo sé; pero si tengo que decir lo que es a uno que lo pregunta, no lo sé”.

La realidad es que el asunto de la política y la religión está en pleno apogeo en toda la nación. La muerte de Ruth Bader Ginsburg y el nuevo nombramiento para ocupar el puesto vacante en el Tribunal Supremo de la Nación, está candente. La preocupación política esta vez es la religiosidad de la candidata, Amy Cony Beneett, quien es católica. Sandra Day O’Connor, la primera mujer en ocupar un puesto en el Tribunal Supremo, es episcopal. Ruth Bader Ginsburg, la segunda, era judía. Sonia Sotomayor, la tercera, es católica y la cuarta, Elena Kagan, es judía. Entre los varones tenemos judíos, episcopales y católicos.

En mis estudios universitarios me enseñaron que los jueces del Tribunal Supremo de la Nación son como auditores del más alto orden. La Constitución es la fórmula que siguen, compuesta de un conjunto de mandamientos básicos, y el análisis textual es su práctica. Esta es la fórmula que usan para tomar decisiones en asuntos difíciles y de orden moral. Todos comparten reverencia por la ley, además de una devoción fiel y fervorosa a la nación.  

Somos muchos los que nos preguntamos, ¿qué tienen en común la política y la religión? Igualmente, muchos se preguntan, ¿existe o no una separación obligatoria entre la iglesia y el estado?

La separación entre la religión y el gobierno es ley, aunque en cada acto gubernamental se usa la Biblia. El presidente es juramentado con su mano derecha sobre la Biblia, en el Tribunal de Justicia. Hasta hace unos años, se juramentaba a todos a decir la verdad con la mano derecha sobre la Biblia; hoy día, quien no quiere jurar, promete; pero aun la Biblia es usada. En realidad, hasta el dinero que usamos tiene connotaciones religiosas, “En Dios tenemos confianza”. 

Hoy día, como pueblo andamos perdidos en ambos temas, política y religión; vivimos muy prontos a juzgar, pero, claro, sin detenernos a pensar. Es algo como una especie de virus, una enfermedad social que no se puede curar con una simple inyección. El pueblo anda infestado con este virus, el único remedio es una dosis masiva de unión y conocimiento.

“El único juez es la conciencia. Pide primero aprobación al juez interno”: Eugenio María de Hostos

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