Carmen Febo San Miguel. (Foto: Cortesía/Perla Lara)

La historia de todos los pueblos se ha construido alrededor de grandes hombres y mujeres; de líderes y personajes que, por su valor, su inteligencia, creatividad e intrepidez, han recogido en torno suyo a un pueblo o una nación para empujarlos hacia el futuro. Y así como hay líderes de talla nacional y universal; así también cada ciudad y provincia necesitan de aquellos humanos a los cuales Dios o la naturaleza dotaron de un alma visionaria, unas manos excepcionalmente hábiles, de un corazón y una inteligencia predispuestos al servicio de los suyos y al bien común.

Personajes como ellos brillan en nuestra historia; como George Washington, que inspiró los cimientos de esta gran nación; o Franklin Roosevelt, que lideró al país en tiempos de una dura guerra; John Kennedy, que hizo renacer las ilusiones por un nuevo comienzo; o Martin Luther King, que dio su vida por sembrar la semilla de la igualdad; o como Rosa Park, que despertó a los oprimidos de su letargo, y les restituyó  el sentido de su dignidad; o como Oprah Winfrey, que creció desde el anonimato de una periodista de barrio hasta dirigir el talk-show más popular en la historia de América.

Son personajes que dan ejemplo de esa disciplina y perseverancia que tarde o temprano llevan a conquistar los propios sueños, y cumplen esa importante e intangible tarea de proporcionar modelos a las nuevas generaciones para que ese deseo de crecer, innovar, descubrir nunca muera en el alma de América, y siga guiando nuestros barrios y comunidades hacia ese desarrollo que le permita expresar a cada uno la plenitud de su potencial humano y la búsqueda de la felicidad que consagra la constitución.

No menos esenciales son aquellos hombres y mujeres que se destacan a nivel local por su estatura moral y su gran espesor humano. Y por eso, esta edición quiere destacar la figura de una ciudadana ejemplar, puertorriqueña de origen, de profesión médica, servidora pública abnegada y activista comprometida en la defensa y la promoción de todos los valores de la latinidad, cual es Carmen Febo San Miguel.

Durante sus casi 4 décadas de vida pública, Carmen demostró ser una profesional integra, competente y generosa en el servicio y la práctica médica, asistiendo sin cesar a cuantos la buscaron por quebrantos de salud. Y, sin embargo, con la sensibilidad y el desapego que se encuentra a menudo en los sobrevivientes de cáncer como ella, Carmen tuvo el coraje de renunciar a su amada profesión médica para dedicarse con devota pasión a promover el desarrollo de la educación, el arte y las tradiciones del patrimonio cultural latino en general, y el puertorriqueño en particular, a lo largo y ancho de la ciudad.

La gran obra de Carmen trasciende en el Taller Puertorriqueño; desde sus modestos orígenes en una casita de barrio, hasta convertirse en el vibrante centro cultural que es hoy, le puso alas y echó a volar la cultura latina en Filadelfia, permitiéndole conectar sus pasillos con los grandes museos y centros de arte de la ciudad, y dándoles una visibilidad a los artistas del barrio y de otros países latinoamericanos que nunca habían tenido. Por todo esto y mucho más, Carmen es digna del reconocimiento merecido y el abrazo agradecido de toda la comunidad latina de Filadelfia. Lo mejor que podemos hacer para celebrar sus logros y continuar su legado, es contribuir a su causa que es la de nuestra.

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