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Cada uno de nosotros lo ha sentido. Los precios en las gasolineras y las facturas de electricidad están haciendo que nuestro presupuesto se reduzca cada vez más y, para el 83% de los hogares latinos con al menos un vehículo, la situación es insostenible. Pero en este momento de crisis, en lugar de actuar priorizando el bien común, los directores ejecutivos de las grandes petroleras y de las compañías de gas, ven la oportunidad de maximizar sus ganancias y propagar desinformación, un camino para continuar perforando, mientras envenenan el medio ambiente de las comunidades aledañas, especialmente minoritarias. Es necesario entonces tomarnos un tiempo para reflexionar y aclarar esta nube de mentiras.  

¿Menos producción?

La primera mentira que circula es que las regulaciones climáticas y los esfuerzos para la energía limpia han impactado el suministro de petróleo y gas. ¡Eso no es cierto! las compañías petroleras ya tenían un desempeño inferior y estaban batallando con una deuda excesiva incluso antes de que la administración Biden comenzara su primer día. Gran parte de la industria había comenzado a disminuir la producción y despedir empleados. Cuando los precios del petróleo colapsaron en 2020 debido a COVID, la industria del petróleo y el gas, tanto en el país como en todo el mundo, respondió reduciendo aún más la producción. Más de 100,000 trabajadores fueron despedidos en los Estados Unidos a pesar de haber recibido un apoyo de $120 mil millones por parte del gobierno para la industria. La mayoría de estos despidos ocurrieron en estados con gran cantidad de latinos como California y Texas, lo que afectó a los más de 8,000 latinos empleados por la industria de una manera desproporcionada.

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Precios más altos, ganancias más altas

La industria petrolera y del gas ha culpado a la administración Biden y a la invasión rusa de Ucrania como los principales impulsores de los precios más altos en las gasolineras. Pero la realidad es que están más enfocados en las ganancias que en los consumidores estadounidenses. Esto es particularmente dañino para las comunidades de color, especialmente para los latinos que están sintiendo un impacto desproporcionado en sus billeteras, ya que gastan más de sus ingresos mensuales en combustible. 

El alza constante de precios ha generado flujos de efectivo enormes para los directores ejecutivos de las grandes petroleras. Tanto Exxon Mobil, Chevron, Shell, BP y ConocoPhillips vieron sus mayores ganancias anuales en al menos 7 años, generando un total de $78.8 mil millones en 2021 tan solo en estas cinco compañías. Ahora, por lo general, un repunte en los precios incentivaría a las compañías petroleras a invertir en más producción, pero en este momento la industria está optando por mantener la oferta ajustada y los precios altos para poderles enviar $88 mil millones a los accionistas.

(Foto: Engin Akyurt/Ilustrativa/Pexels)

Más permisos… ¿en serio?

A la industria petrolera y de gas le gusta presionar al gobierno para obtener más permisos para perforar en tierras públicas, argumentando que esta es una de las razones principales detrás del aumento de los precios del petróleo. SIN EMBARGO, las compañías petroleras y de gas ya están sentadas en una década de arrendamientos y permisos de perforación sin utilizar. Para finales del año fiscal 2021, el número de permisos de perforación emitidos por la Oficina de Administración de Tierras era 10 veces superior al número de plataformas de perforación activas que las compañías petroleras realmente tenían en operación (5,000 permisos frente a 508 plataformas). Al 30 de septiembre de 2021, la industria del petróleo y el gas tenía 9,600 permisos en tierra aprobados listos para perforar.

La acción climática es la solución

Durante décadas, cada vez que experimentamos una crisis global, los precios del petróleo se han disparado y la respuesta de las grandes petroleras siempre es «perforemos más». ¿Qué hemos logrado con eso? nada, porque en lugar de sanar esta herida abierta para nuestra economía, los trabajadores y la comunidad en general, nos hemos limitado a parcharla indefinidamente. Mantener el estatus quo significa que nuestras familias continúan sacrificando sus presupuestos a merced de los directores ejecutivos del petróleo y gas. Es la naturaleza del negocio. Los CEO de las compañías petroleras están motivados por maximizar las ganancias y generar efectivo para los accionistas, no por alivios para mantener los precios bajos en el país. El petróleo y el gas se comercializan en los mercados globales, y a diferencia de las fuentes de energía limpia, los combustibles fósiles pueden cargarse fácilmente en un barco y enviarse al mejor postor. Debido a esto, nunca estaremos libres de las fluctuaciones de los precios del petróleo y el gas, sin importar la cantidad de petróleo que perforemos en casa.

Las disposiciones de acción climática que ahora están esperando que el Congreso actúe son precisamente una solución a esta crisis. Disposiciones como créditos fiscales de energía limpia para vehículos eléctricos junto con inversiones en tránsito, autobuses y camiones más limpios que ayudarán a reducir la contaminación climática del sector del transporte al tiempo que limpian nuestro aire y ahorran dinero a los consumidores. Disposiciones que nos permiten hacer la transición a una economía energética real impulsada por energía limpia cuyo precio es mucho más estable que los combustibles fósiles, y más barata, generando millones de empleos bien remunerados para todos los estadounidenses mientras les ahorra a los consumidores $500 al año en sus facturas de energía. Todo esto es posible, puede ser real si tenemos líderes dispuestos a enfrentar el cabildeo de las grandes petroleras y de gas, si tenemos líderes que se preocupan más por lo que es correcto en lugar de lo que es conveniente para sus donaciones de campaña. Ha llegado el momento de romper el poder de las grandes petroleras y compañías de gas para que podamos hacer lo correcto para todos, no sólo para unos cuantos.

Antonieta Cádiz es la directora general de asuntos latinos para Climate Power. Anteriormente, trabajó como corresponsal nacional para La Opinión y fue escritora política nacional para Univisión.

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