Immigrant Heritage Month promotes pride in being an immigrant in the U.S. (Photo: Courtesy of Welcome.US)

En junio se celebra el Juneteenth, el Día del Refugiado y el Mes de la Herencia del Inmigrante, que le brinda a Estados Unidos la oportunidad de reflexionar sobre el papel esencial que han desempeñado y siguen desempeñando las minorías racializadas en la formación del carácter, la economía, la cultura y la historia de este país. Es un mes destinado a honrar a quienes, mediante el sacrificio y la adversidad, han buscado una vida mejor en suelo estadounidense.

Pero ahora, hay que reconocer las dolorosas paradojas de la realidad migratoria actual, donde esta celebración, lo mismo que las cercanas del Día de Independencia, muchos las vivirán en medio del miedo, y donde las comunidades negras y morenas aún enfrentan profundos estigmas sociales y raciales.

Estados Unidos es una nación construida por esclavos y por inmigrantes, sus historias están entretejidas con sus raíces. Desde los primeros colonos hasta los refugiados y trabajadores internacionales de hoy.

Es un hecho que los inmigrantes han contribuido a todos los aspectos de la vida nacional: innovando, trabajando, educando, curando y cuidando. El Mes de la Herencia Inmigrante debería servir para recordar el compromiso del país con la dignidad, la igualdad y la oportunidad para todos los que llegan a esta tierra en busca de seguridad y libertad. Sin embargo, muchos inmigrantes, especialmente aquellos irregulares, viven una realidad tal vez sin precedentes de enorme incertidumbre y de temor.

En los últimos meses, leyes de control migratorio más agresivas y la polarización de los partidos han creado una retórica política cada vez más hostil, que ha convertido a millones de inmigrantes, indocumentados o no, en objetos de sospecha y en chivos expiatorios.

Las familias viven con el miedo permanente a ser perfilados racialmente, y en casos vulnerables, a la separación de familias por las deportaciones indiscriminadas.

Los niños sufren traumas por la amenaza de separación que pende sobre sus cabezas, y muchas personas evitan hospitales, escuelas y espacios públicos, y hasta sus lugares de trabajo por temor a ser detenidas. Este clima de miedo erosiona la confianza en las instituciones, divide a los vecinos y a las comunidades, y contradice los valores que el Mes del Inmigrante busca celebrar.

Como escribe la Ph. D. de origen cubano Estela López, de la Universidad de Connecticut, en su artículo Soy una inmigrante, “La idea de que los inmigrantes actuales son perjudiciales para la vida de este país debería cancelarse de una vez y para siempre. Más que ningún otro país en la historia mundial, este país se ha beneficiado de su presencia”.

Meditando sobre lo que le cuesta a un inmigrante hoy día tener éxito en Estados Unidos, Farhat Popal, del Instituto George Bush escribe que “el sueño americano está vivo para los inmigrantes, pero los obstáculos pueden parecer casi insuperables”.

A esto se suma aquella herida histórica en los Estados Unidos de la separación racial, que afecta todavía hoy a muchos inmigrantes; y en particular, a las personas negras y de piel oscura, quienes enfrentan una doble carga: la xenofobia y el racismo sistémico, que se traducen en hechos como que los inmigrantes negros y morenos, son detenidos y deportados en mayor proporción. Los inmigrantes latinos enfrentan criminalización y estigmatización racial, especialmente ahora en las entidades demócratas por orden de la Administración Trump, y en los estados fronterizos y zonas rurales.

Aunque no se pueden negar los muchos progresos conseguidos en el tema del racismo, según estadísticas del Pew Center, la mayoría de los adultos negros hoy dicen haber experimentado discriminación racial (75 %), ya sea de forma habitual (13 %) o en forma ocasional (62 %), y creen que las personas negras deben esforzarse más que los demás para alcanzar el éxito. Solo un 23 % dicen no haberse sentido discriminadas por su raza.

El creciente cierre de las oficinas de DEI (Diversidad, Equidad e Inclusión) en entidades del Gobierno, universidades e instituciones varias, representa un enorme retroceso en el compromiso institucional con la justicia racial y social. Aunque se presenta como una defensa de la meritocracia, en la práctica implica la eliminación de apoyos institucionales para grupos históricamente excluidos, marginados y vulnerables, como los inmigrantes.

En última instancia, se trata de una lucha por los valores de Estados Unidos. Celebrar auténticamente el Mes de la Herencia Inmigrante significa a comprometerse a construir un país donde todas las personas, sin importar su lugar de nacimiento, color o estatus migratorio, puedan vivir sin miedo, con dignidad y con un futuro digno de celebrarse.

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