Fotografía cedida por el Museo Nacional de Historia Americana de la institución Smithsonian donde aparecen los miembros de la compañía de Intendencia 311 de la Reserva del Ejército de los EE. UU. (Asuntos mortuorios), de Aguadilla (Puerto Rico), quienes fueron llamados a los pocos días del ataque al Pentágono y permanecieron durante ocho meses, en Nueva York (Estados Unidos). (Foto: EFE/Hugh Talman /Smithsonian)

Nueva York, EE.UU.- El Museo Nacional de Historia Americana de la institución Smithsonian, que tiene el repositorio oficial del 11-S en Estados Unidos., conmemora a partir de esta semana el vigésimo aniversario de los ataques de 2001 destacando el «activismo» de la comunidad latina y sus contribuciones para el conjunto del país, según explicaron expertos a Efe.

Es fruto de la Iniciativa de Recolección «New York City Latino 9-11», dirigida por el curador de las colecciones del 11-S, Cedric Yeh, quien subrayó que una de las responsabilidades de este museo ubicado en Washington DC, «es proveer un mejor entendimiento del pasado y ser capaces de dar a las futuras generaciones una idea de lo que ocurrió aquel día y las consecuencias».

Este proyecto centrado en los latinos comenzó en 2018, ha obtenido fondos del Latino Center del museo y ganado impulso en los tres últimos años gracias a Dulcina Abreu, una asistente curadora de origen dominicano que ha mediado con la comunidad latina de la Gran Manzana para ampliar su presencia en la narrativa de los acontecimientos.

«El activismo (de los latinos) ha favorecido al conjunto de Estados Unidos”, señala Abreu, con logros como la ampliación de la cobertura del fondo de compensación a víctimas del 11-S para los próximos 70 años gracias, en buena parte, a la lucha del policía Luis Álvarez, cuyo nombre figura en la legislación a modo de homenaje junto al de otros activistas.

Álvarez, exdetective de la Policía de Nueva York, falleció a los 53 años en 2019 por un cáncer relacionado con los escombros tóxicos tras el derrumbe de las Torres Gemelas después años reclamando que pudieran recibir ayudas quienes, como él, estuvieron trabajando en las labores de recuperación de la Zona Cero.

Y es que en 2001, un 27 % de la población de la Gran Manzana era hispana, por lo que sus experiencias están entrelazadas en el tejido de la Historia: los latinos representaron cerca del 10 % de los desaparecidos y fallecidos en los ataques, un «gran porcentaje» de ellos trabajó en la limpieza del lugar, y otros tantos prestaron su tiempo y recursos como voluntarios.

“Tras el 11 de septiembre (de 2001) hubo mucha desinformación (entre los latinos) y muchos de ellos no hablaban inglés: tienen un trauma en relación con el lenguaje, además del momento histórico”, apuntó la experta, quien ha estado trabajando con ellos y enfatiza que quieres eran o son indocumentados sufrieron también en relación con su estatus migratorio.

Con una técnica interna de mapeo participativo para recopilar testimonios, Abreu incluso ha observado cómo “la ciudad fue cambiando por los servicios que se dan tras los ataques”, relatando por ejemplo que en Washington Heights terminaban todos los dominicanos que buscaban ayuda tras los ataques porque solo hablaban español.

“Ese fue un epicentro de ayuda para la comunidad fuera del ‘Ground Zero’”, agregó sobre este barrio del alto Manhattan.

Fotografía cedida por el Museo Nacional de Historia Americana de la institución Smithsonian donde se muestra el apartado titulado «el precio de la libertad» como parte de la exposición dedicada a los ataques terroristas del 11 de Septiembre, en Nueva York (Estados Unidos). (Foto: EFE/Hugh Talman/Smithsonian)

INICIATIVAS DE CONMEMORACIÓN

La experta destaca que el museo busca incidir en el esfuerzo colectivo de los hispanos para salir adelante tras el trauma del 11-S, como se refleja en un panel virtual que se celebrará el 10 de septiembre, titulado «Empoderamiento latinx tras los ataques», y que alimentará la investigación del proyecto.

Los invitados compartirán sus experiencias «navegando la compleja política de inmigración, el empeoramiento de los efectos sobre su salud y los problemas socioeconómicos mientras servían como equipo de emergencias, voluntarios, organizadores y cuidadores», en colaboración con entidades como el Consulado General de México en Nueva York.

Asimismo se pondrá de relieve cómo la comunidad de las artes ha vivido «las secuelas» de los ataques con otro evento en colaboración con El Museo del Barrio y el Museum of Chinese in America neoyorquinos, el día 9 de septiembre, todo ello parte de una serie llamada «Historias no contadas, voces no escuchadas/Hidden stories, hidden voices».

El proyecto también ha impulsado la recolección de objetos relacionados con los latinos en Nueva York y fuera de las fronteras de EE.UU., incluyendo México, aunque de momento no están a la vista, ya que el museo opera con limitaciones y está mostrando su colección general del 11-S debido a la pandemia.

Entre las nuevas incorporaciones están el collar que lució en una vigilia Milagros Batista, que lanzó el programa de ayuda «Heart to Heart» para familias afectadas; o el suéter de una trabajadora médica del Departamento de Bomberos, Ivonne Coppola Sánchez, que llevó mientras ayudaba a armar una morgue improvisada.

Otro de los elementos clave del aniversario es una herramienta de «storytelling» llamada «11 de Septiembre: Crónicas de un Mundo Cambiado» que busca convertirse en «un libro de notas digital» abierto a todo el país para recabar historias personales sobre el 11 de septiembre y cómo ese día cambió sus vidas, y en el que se puede escribir en español.

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