Cecilia M. Cardesa, fundadora de TraumaVenture Cortesía.

Cuando se tiene un trauma debido a la pandemia, un desastre natural como el huracán María que devastó Puerto Rico, o por haber vivido en un país donde predomina la violencia, el cuidado de la salud mental puede ser una prioridad en la vida.

Según la Asociación Nacional de Enfermedades Mentales, todavía existe una tendencia entre los latinos a no buscar tratamiento, porque quizás no reconocen los síntomas de las condiciones de riesgo en salud mental, o porque no saben dónde encontrar ayuda.

Más de la mitad de los hispanos con enfermedades mentales graves del país, entre los dieciocho y veinticinco años, es muy probable que no van a recibir tratamiento. Esta desigualdad hace que esas personas estén en un riesgo mayor porque si no se atienden, su condición mental puede empeorar. En muchas ocasiones, los latinos que padecen de una condición de salud mental prefieren no hablar en público acerca de ello. De acuerdo con los centros MindPath Care, especializados en atención a este aspecto de la salud, las condiciones más comunes incluyen, ansiedad, depresión, desorden de estrés postraumático (PTSD), diversos tipos de adicciones, entre ellas el alcoholismo.

Cecilia M. Cardesa, fundadora de TraumaVenture (Foto: Cortesía)

Este mes, la doctora Cecilia M. Cardesa, fundadora y directora de TraumaVenture, hizo una presentación virtual para mujeres latinas auspiciada por la Cámara Hispana del área conurbada de Filadelfia (GPHCC), que dirige Jennifer Rodríguez. La plática brindó un espacio para que las participantes compartieran en un ambiente seguro sus emociones acumuladas durante la pandemia.

En una de las secciones de la plática, la experta se refirió a la amígdala que tiene el hombre y otros mamíferos. Este es un órgano rojizo, en forma de almendra, constituido por la acumulación de tejido linfático, que está situado, junto con otro similar, a ambos lados de la abertura limitada por el velo del paladar. Según explicó la presentadora, la amígdala es la responsable de la respuesta y memoria de las emociones, en especial del miedo. También controla cómo reaccionamos y respondemos a ciertos estímulos o a un evento que causa una emoción que podemos considerar potencialmente amenazante o peligrosa.

Las respuestas habituales al miedo y la ansiedad son la lucha, la huida, el quedarse inmóvil o paralizado, la disociación y el tratar de calmarse a uno mismo. Una vez que identificamos la modalidad de la reacción, podemos cambiar su efecto en el cuerpo. Así, por ejemplo, podemos elegir jugar, bailar, practicar yoga, sacudir el cuerpo, enfocarnos en la respiración profunda, abrazarnos o poner la mano sobre el corazón.

El practicar la autocompasión, expandiendo el corazón, permite crear un espacio para reconocer las emociones que sentimos, preguntarnos por qué y darnos cuenta si el nuestro es un comportamiento aprendido que podemos cambiar. “El autocuidado puede ser una forma nueva de pensar acerca de nosotras mismas y descubrir el universo que vive dentro de nosotras”, concluyó la presentadora.

La doctora Cecilia M. Cardesa nació en Buenos Aires, Argentina. Su niñez transcurrió durante la llamada Guerra Sucia, nombre que recibió popularmente lo que la junta militar de ese país llamó la Operación Cóndor, un periodo de violenta represión y persecución política contra los grupos de izquierda, originalmente planeada por la Agencia Central de Inteligencia estadounidense. Se calcula que unas treinta mil personas desaparecieron en Argentina entre 1976 y 1983.

Cecilia fue diagnosticada con síndrome post-traumático en 1999 a la edad de veinticinco años. “He visto lo peor que puede suceder en el mundo desde el conflicto armado, la persecución, la violación, el acoso, la discriminación, la tortura y el tráfico humano”, reconoce. Ahora su misión es cambiar las narrativas acerca de la salud mental sin estigma. Su trabajo valora la compasión, la empatía y la esperanza de luchar por un mundo mejor.

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