Thinly sliced strips of beef set in a tray for cheesesteaks in a tray at Jim's South St. in Philadelphia, Wednesday, July 23, 2025. (AP Photo/Matt Rourke)
Ken Silver conoce bien la carne de res, porque conoce bien el cheesesteak de Filadelfia. Ahora espera que el aumento de precio durante el verano en su principal producto no le cause indigestión a él ni a sus clientes.
Silver, presidente de Jim’s South St. en Filadelfia, dijo que podría verse obligado a subir los precios de sus populares sándwiches para compensar el alza en el costo de la carne, o incluso declarar un precio de mercado, algo más común en mariscos que en carne.
“Realmente odio tener que hacer eso”, expresó Silver, cuyo padre fundó el negocio en 1976.
Los precios de la carne de res en Estados Unidos han aumentado de forma constante durante los últimos 20 años, ya que la oferta de ganado sigue siendo limitada mientras la demanda de carne se mantiene alta.
Silver explicó que actualmente el precio que paga a su proveedor por la carne es aproximadamente un dólar más por libra que hace un año. Y eso se suma a un incremento de casi el 50% cuando reabrió el restaurante en 2024 tras un incendio —una situación que calificó como “una locura”.
“Nuestra estrategia, por ahora, es absorber el costo y esperar que, al terminar el verano —con la temporada de parrilladas y todo lo demás—, los precios bajen”, comentó el pasado miércoles.
Un cheesesteak en Jim’s South St. cuesta actualmente $13.49, frente a los $11.49 de 2022, cuando el local tuvo que cerrar por casi dos años debido al incendio. Los cheesesteaks suelen prepararse con finas tiras de carne, queso y cebolla, aunque también se les pueden añadir otros ingredientes.
Para los consumidores, el precio promedio de una libra de carne molida alcanzó los $6.12 en junio, lo que representa un aumento de casi 12% respecto al año anterior, según datos del gobierno estadounidense. El precio promedio de todos los cortes de carne cruda subió 8%, situándose en $11.49 por libra.
“Hemos tenido que sacrificar rentabilidad para mantener lo que nuestros clientes esperan cuando vienen aquí: un cheesesteak a un precio razonable y de la mejor calidad que puedan encontrar”, señaló Silver.
Uno de los clientes, Bryan Williams, opinó que un aumento en el precio no lo disuadiría de seguir haciendo pedidos.
“Así están las cosas hoy en día”, dijo. “Realmente no hay nada que ellos puedan hacer al respecto”.
Multiple musical instruments, such as guitars, cuatros, congas, tambourines, and bongos, can be found in the store. (Photo: Impacto/Staff)
Centro Musical of Philadelphia is a cultural institution recognized for its commitment to artistic development and the promotion of local talent. That’s why we spoke with its founder, Reinaldo Meléndez-Martínez, to learn more about his work and vision as part of our “Support Local” report series.
Reinaldo Meléndez-Martínez, owner of Centro Musical in Philadelphia. (Photo: Impacto/Staff)
In the heart of Philadelphia’s Latino neighborhood, at the intersection of 5th Street and Lehigh Avenue, Centro Musical remains much more than a record store: it is a symbol of identity, memory, and community. Since 1960, it has been a meeting place for lovers of tropical music and, since 2014, under the Puerto Rican management of Reinaldo Meléndez-Martínez, it has continued its legacy as a defender of Latino culture: “We’ve been here for 68 years. We have everything from musical instruments and souvenirs to machines for making pasteles,” he said.
Reinaldo, passionate about salsa and Puerto Rican roots, has preserved the essence of the original business founded by the González family. In his store, visitors can find classic records, instruments, t-shirts, flags, and cultural items, as well as enjoy the company of other community members.
Centro Musical is located at 464 W Lehigh Ave, Philadelphia, PA 19133. (Photo: Impacto/Staff)
Centro Musical also serves as a gathering space, where local musicians often improvise performances, blending nostalgia with cultural resilience: “ Sales are down but it’s important for people to know that we are not just a store; we are those who listen to you, help if you need it, and we are from here, from the community. That’s why I want to take this opportunity to invite everyone to come to our business we work here with a lot of love.”
Machines for making traditional Christmas pasteles. (Photo: Impacto/Staff)
Supporting businesses like Centro Musical strengthens the local economy and preserves traditions that continue to unite generations in North Philadelphia.
Centro Musical is located at 464 W Lehigh Ave, Philadelphia, PA 19133. (Photo: Impacto/Staff)
Committed to the growth and well-being of our community, we reaffirm the importance of supporting local talent and businesses. From here, we say: “Apoya lo Local”
Centro Musical 464 W Lehigh Ave, Philadelphia, PA 19133 Phone: (215) 425-7050
Daniel Rodriguez, a beloved father, grandfather, mentor, and lifelong community advocate, passed away on July 13, 2025, at the age of 73.
Born on January 5, 1952, in Naguabo, Puerto Rico, to Justa Figueroa, Daniel moved to Philadelphia as a young boy. He attended Timothy Academy and was an active member of Iglesia Evangelica Bautista, where his roots in service and faith began to take hold.
Daniel devoted his life to empowering and uplifting the Latino community in Philadelphia. He taught photography at Central Loyola and Taller Puertorriqueño, sharing his love for visual storytelling with young people. His career then led him to the Hunting Park Community Development Corporation, where he helped local entrepreneurs launch businesses and revitalize neighborhoods. At the Philadelphia Rehab Project, he played a key role in improving housing in underserved communities.
One of the most impactful chapters of his life was his many years serving as a legislative aide to Councilman Angel Ortiz. In that role, Daniel helped shape and implement a wide range of initiatives—from housing and economic development to education and public safety—that directly improved the lives of countless Philadelphia residents. His deep understanding of community needs, combined with his policy insight and unwavering commitment, left a lasting imprint on the city’s underprivileged neighborhoods.
Later, he served as Housing Director at Norris Square Civic Association, where he worked to expand affordable housing in the heart of the Latino community. He capped off his career with public service on the Board of the Department of Licenses and Inspections, where he advocated for safe, equitable building practices across the city.
Beyond his professional contributions, Daniel was a man of many passions. He had a deep love for salsa and other Puerto Rican music, a talent for urban botany, and a gifted eye for photography—a craft he embraced not just as an art form, but as a way of storytelling and community connection. His passion for cars was the spark that first ignited his interest in building and hands-on problem solving, a drive that would later extend to other areas of his life. He was also a self-taught tech enthusiast who mastered computer hardware and software, building his own systems long before it became commonplace.
Above all, Daniel’s proudest role was as a husband, father, and grandfather. He was preceded in death by his beloved wife, Nilda, with whom he shared a life full of love, partnership, and purpose. He is survived by his four sons—Daniel, Mark, Julian, and Andre—and his grandchildren Sincere, Mark, Grace, Jayden, and Julian, all of whom carry forward his spirit, warmth, and integrity.
His legacy lives on in the neighborhoods he helped shape, the people he mentored, and the family who loved him dearly.
Fotografía sin fecha cedida por la American Cancer Society (ACS) donde aparece Eva (i), una mujer puertorriqueña posando frente a un panel de lucha contra el cáncer en el Bronx, Nueva York (EE. UU.). EFE/ American Cancer Society
Los Ángeles (EE. UU.)- Eva recuerda con tristeza como su médico menospreció sus preocupaciones por una masa en su pecho, una historia que parece repetirse en los vecindarios racial y económicamente segregados, donde las hispanas tienen muchas más probabilidades de recibir un diagnóstico de cáncer de mama o cuello uterino en etapas avanzadas, según un estudio de la American Cancer Society (ACS).
“Me dijo (el médico familiar) que eso no era nada”, contó a EFE Eva, una puertorriqueña residente en el Bronx (Nueva York) sobre las dificultades que enfrentó para ser diagnosticada con cáncer de mama en etapa tres.
En ese entonces, la latina estaba convencida de que el calambre y el dolor que sufrió tras tocar la masa debajo de su seno izquierdo eran el signo de “algo grave”. Ese presentimiento fue el que le hizo enfrentarse con su doctor y exigir que se le hiciera un examen.
“A mí no me importa lo que tú dices, mi cuerpo me dice una cosa diferente, me haces los estudios o me llamas a tu supervisor”, evoca la hispana con amargura sobre el debate con su médico.
Eva no es la única latina que ha enfrentado obstáculos para obtener el diagnóstico, según los resultados de un estudio publicado este miércoles en la Revista del Instituto Nacional del Cáncer (JNCI).
La investigación, que analizó casi 100.000 casos del Registro de Cáncer del Estado de Nueva York entre 2008-2019, mostró que las barreras estructurales en los barrios segregados continúan retrasando el diagnóstico de cáncer de mama y de cuello uterino, incluso entre las personas elegibles para la detección, según explicó a EFE Qinran Liu, investigadora postdoctoral en la ACS y autora principal del estudio.
La segregación influye en el diagnóstico
Esta investigación es la primera en utilizar datos de distritos censales (el nivel geográfico más granular disponible en los registros de cáncer) para examinar cómo la segregación económica racial influye en el diagnóstico en etapa avanzada de los tres principales tipos de cáncer, (mama, cuello uterino y colorrectal) detectables simultáneamente.
A cada caso de cáncer analizado, los investigadores le asignaron una puntuación de segregación vecinal y se les clasificó en cuatro categorías, de menor a mayor segregación, para comparar las tasas de incidencia de diagnósticos de cáncer en etapa temprana y tardía.
Los resultados del estudio mostraron que las tasas de incidencia (TI) tanto para el cáncer de mama como para el de cuello uterino en estadios avanzados y localizados fueron significativamente más altas en áreas con bajos recursos económicos y con alta concentración racial (ya sea de población negra no hispana o hispana) en comparación con las áreas más ricas de esa misma población.
Y es que, el análisis de los datos sugiere que en general las redes de apoyo en los barrios hispanos “podrían mitigar” los efectos adversos para la salud que suelen estar asociados con la segregación racial.
“Estas comunidades pueden brindar efectos protectores a través de programas de salud culturalmente apropiados, apoyo psicosocial y participación comunitaria que promueven conductas de búsqueda de atención médica y facilitan diagnósticos tempranos”, indicó Liu.
Barreras para la salud
Sin embargo, en los barrios hispanos económicamente desfavorecidos que enfrentan barreras estructurales, como una menor cobertura de seguro médico y retos financieros, se observó una disminución de los posibles efectos protectores asociados con las altas concentraciones de hispanos.
“Estas barreras se ven agravadas por el aislamiento lingüístico y los desafíos relacionados con la inmigración, que restringen aún más la búsqueda de atención médica por parte de las personas de bajos ingresos de origen hispano y dificultan la navegación en el sistema de salud”, ahonda la investigadora.
A Eva, de 61 años, le preocupa que más hispanas enfrenten una situación parecida a la de ella.
“Es que no solo fue el diagnóstico, a mi no me llamaron a explicarme que tenía cáncer, me mandaron directamente a las quimioterapias, y allí fue donde la doctora me dijo que ya me estaba llegando a la garganta, eso no es justo”, indica la puertorriqueña que ha vivido la mayor parte de su vida en el Bronx.
En ese sentido, Liu advierte que estos hallazgos proporcionan a los sistemas de salud y a los responsables de la formulación de políticas evidencia para dirigir la difusión bilingüe, la orientación de pacientes y la asistencia con seguros y costos a las comunidades más necesitadas.
“Reconocer tanto el riesgo como la resiliencia ayuda a diseñar intervenciones personalizadas según las necesidades de cada comunidad”, añade.
Por su parte, Eva, que se encuentra en remisión desde hace varios años, pero con chequeos cada seis meses, anima a las hispanas a buscar ayuda, y no «dejarse vencer» por los obstáculos del sistema.
Los Ángeles (EE.UU.)- El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) publicó este jueves un informe que identifica “importantes” vulnerabilidades de seguridad en un programa que ofrece protección y un camino a la residencia permanente a menores inmigrantes que han sido abusados, abandonados o descuidados por uno de sus padres, conocido como SIJ.
El informe ‘Criminalidad, Pandillas y Preocupaciones de Integridad del Programa de Peticiones de Jóvenes Inmigrantes Especiales’ encontró debilidades en el sistema de evaluación SIJ, lo que supone un reto para la seguridad pública del país.
USCIS analizó más de 300.000 peticiones presentadas entre octubre del 2012 hasta febrero de 2025 por menores que querían ser amparados por la visa para juveniles SIJ, que los protege de la deportación y da un camino a la legalización.
La investigación detalla que 853 solicitudes a ese programa fueron hechas por menores clasificados como conocidos o presuntos pandilleros, y la mayoría fueron aprobadas.
Más de 600 menores vinculados con la pandilla salvadoreña MS-13 presentaron solicitudes de SIJ, y más de 500 fueron aprobadas. Entre estos solicitantes se incluyen al menos 70 acusados de delitos federales de crimen organizado y muchos otros acusados de delitos violentos en Estados Unidos, detalla el informe.
Los investigadores también encontraron que se aprobaron las solicitudes de 100 menores que presuntamente eran miembros o estaban vinculados a la pandilla Calle 18; al menos tres inmigrantes relacionados con el Tren de Aragua; y «docenas» de menores pertenecientes a las pandillas Sureños y Norteños.
Algunos solicitantes de SIJ cometieron fraude al momento de presentar la solicitud sobre su nombre, fecha de nacimiento y país de ciudadanía, entre otros, asegura USCIS.
«Extranjeros delincuentes se están infiltrando en EE. UU. a través de un programa diseñado para proteger a niños extranjeros maltratados, desatendidos o abandonados”, declaró el portavoz de USCIS, Matthew J. Tragesser.
El mes pasado USCIS rescindió un cambio hecho por el Gobierno del expresidente Joe Biden (2021-2025), que otorgaba permisos de trabajo y protección contra la deportación a los solicitantes de este programa ante la falta de visas SIJ aprobadas por el Congreso.
En un comunicado USCIS dijo que la Casa Blanca también está explorando nuevas medidas para «mitigar las vulnerabilidades» en la integridad del programa SIJ y garantizar que la clasificación SIJ siga estando disponible para los menores a los que pretendía proteger.
El Congreso de EE. UU. estableció el programa SIJ en 1990 y lo ha modificado en varias ocasiones para permitir que los menores inmigrantes indocumentados, a quienes un tribunal ha determinado que no pueden reunirse con uno o ambos padres debido a abuso, negligencia o abandono, se acojan al beneficio que otorga la residencia permanente legal, y un eventual camino hacia la ciudadanía estadounidense.
Por ley, no existen impedimentos penales ni requisitos de buena conducta moral para que un peticionario de SIJ pueda obtener la aprobación de su solicitud.
Washington (EE. UU.).- El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este jueves una orden ejecutiva que facilitará a los estados y ciudades remover a las personas sin hogar de las calles y enviarlas a centros de tratamiento, aunque no hayan dado su consentimiento.
El mandatario estadounidense explicó que su administración ha adoptado un nuevo enfoque para lidiar con el problema de las personas sin techo «centrado en la protección de la seguridad» pública.
La medida pide a la fiscal general, Pam Bondi, tomar acciones legales para revocar los precedentes judiciales y los decretos de consentimiento que limitan la capacidad de los gobiernos locales y estatales para trasladar a las personas que viven en las calles y campamentos a centros de tratamiento.
También instruye a la fiscal a brindar asistencia a los gobiernos estatales y locales que permitan el internamiento civil y el tratamiento adecuados de las personas con enfermedades mentales que representan un peligro para los demás o que viven en la calle y no pueden cuidar de sí mismas.
“El traslado de las personas sin hogar a instituciones de larga estancia para que reciban un trato humano mediante el uso adecuado del internamiento civil restablecerá el orden público”, se lee en la orden titulada ‘Acabar con la delincuencia y el desorden en las calles estadounidenses’.
La normativa además requiere a los departamentos de Justicia, Salud y Servicios Humanos, Vivienda y Transporte priorizar las subvenciones federales para los estados y ciudades que «hagan cumplir las prohibiciones” sobre el consumo abierto de drogas ilícitas, acampar en zonas urbanas y el merodeo.
La orden también exige una amplia recopilación federal de datos sobre personas sin hogar y personas con discapacidades mentales, lo que plantea serias preocupaciones sobre la vigilancia, la privacidad y cómo dichos datos podrían utilizarse para justificar una mayor criminalización, advirtió en un comunicado la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU).
Scout Katovich, abogada del Centro Trone para la Justicia y la Igualdad de la ACLU, dijo que la orden demuestra un “notable desprecio” por los derechos y la dignidad de las personas vulnerables.
“Encarcelar a las personas en instituciones cerradas y obligarlas a recibir tratamiento no resolverá el problema de la falta de vivienda ni apoyará a las personas con discapacidad. Lo cierto es todo lo contrario: las instituciones son peligrosas y mortales, y el tratamiento forzado no funciona”, agregó la abogada.
Katovich recordó que Trump ha redoblado la apuesta por políticas que “castigan” a personas desfavorecidas, como la firma de la ley presupuestaria que diezma el programa de salud pública Medicaid, el principal financiador de servicios de adicción y salud mental.
La medida de hoy sigue una tomada en marzo pasado cuando el mandatario estadounidense ordenó al Servicio de Parques Nacionales remover los campamentos de personas sin hogar y los grafitis en tierras federales.
El número de personas (274,224) que vivieron en las calles de Estados Unidos en una sola noche durante el 2024 fue el más alto jamás registrado en el país, según datos citados por la Casa Blanca en la orden.
El veterano del Cuerpo de Marines de Estados Unidos, Adrian Clouatre, carga a su hija de 3 meses de edad, Lyn, y a su hijo de casi 2 años de edad, Noah, en su residencia, el 17 de junio de 2025, en Baton Rouge, Luisiana. (Foto: AP/Stephen Smith/Archivo)
Una mujer que fue detenida durante una cita de ciudadanía en mayo pasado no será deportada después de que un juez dictaminó esta semana que prohíbe su expulsión. Pero su esposo, un veterano del Cuerpo de Infantería de Marina, dijo que ella sigue bajo custodia en un centro de detención para inmigrantes en Luisiana.
Paola Clouatre, de 25 años, ha permanecido detenida durante dos meses en un complejo del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus iniciales en inglés) en Monroe, a la espera de saber si se le permitirá permanecer en el país. Puede recibir visitas semanales de su esposo, quien conduce ocho horas de ida y vuelta desde Baton Rouge para que la madre pueda amamantar a su bebé de 4 meses y ver a su hijo de 2 años.
Clouatre, una ciudadana mexicana, y su madre, ingresaron a Estados Unidos en busca de asilo hace más de una década. Después de casarse con su esposo en 2024 y solicitar su tarjeta de residencia para poder vivir y trabajar legalmente en Estados Unidos, se enteró de que el ICE había emitido una orden de deportación en su contra en 2018 luego de que su madre no se presentó a una audiencia de inmigración.
Durante una cita en mayo pasado con los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS por sus iniciales en inglés) en Nueva Orleans, un empleado preguntó sobre la orden de deportación. Clouatre explicó que estaba tratando de reabrir su caso, y su esposo declaró a The Associated Press que él y su esposa intentaban «hacer lo correcto». Los agentes se presentaron poco después y esposaron a Clouatre.
Adrian Clouatre ha pasado casi ocho semanas luchando por la liberación de su esposa, y permanece optimista de que su familia podrá reunirse pronto fuera del centro de detención, ubicado a casi 290 kilómetros (180 millas) de su residencia en el sur de Luisiana.
El miércoles se enteraron que un juez en California —la jurisdicción original del caso de Paola Clouatre— había suspendido la orden de expulsión en su contra.
Adrian Clouatre aplaudió la decisión. Aseguró que su abogado prepara los documentos para solicitar la liberación de su esposa, aunque no hay garantías y el proceso podría tomar semanas, incluso en el mejor de los escenarios.
«Sólo le repito a nuestro hijo: ‘Mamá vendrá a casa pronto'», dijo Adrian Clouatre.
En tanto, el abogado de la pareja trabaja para volver a echar andar el proceso de la tarjeta de residencia de Clouatre, informó The New Orleans Advocate/The Times-Picayune. Si bien los USCIS ya han dictaminado que la pareja tiene un matrimonio válido, el proceso ha quedado suspendido en medio de la batalla legal.
Clouatre es una de las decenas de miles de personas que se encuentran detenidas como parte de la promesa del presidente Donald Trump de expulsar a millones de personas que están en el país sin permiso legal.
El esposo de Clouatre aseguró que el senador federal republicano John Kennedy también ha solicitado que el Departamento de Seguridad Nacional libere a su esposa. La oficina de Kennedy no respondió a la solicitud de comentarios de la AP.
Kennedy no es el primer republicano de Luisiana en involucrarse en un caso de inmigración en el estado, de marcada mayoría republicana. A principios de este mes, una madre iraní que fue detenida por el ICE después de vivir en Estados Unidos durante casi cinco décadas, fue liberada luego de que el líder de la Cámara de Representantes federal, Steve Scalise, salió a su defensa.
Sean Jordan, juez de la Corte Federal de Distrito en el Distrito Este de Texas —quien fue nombrado por el presidente Donald Trump—, determinó recientemente que la norma excedía la autoridad de la CFPB (siglas en inglés de la oficina de protección del consumidor). Jordan indicó que la CFPB no está autorizada para eliminar la deuda médica de los reportes de crédito según la Ley de Informe Justo de Crédito, que protege la información recopilada por las agencias acerca de informes sobre consumidores.
Se tenía previsto que eliminar la deuda médica de los reportes de crédito de los consumidores aumentara los puntajes crediticios de millones de familias en un promedio de 20 puntos, señaló la oficina. La CFPB alega que su investigación ha demostrado que las reclamaciones de facturas de atención médica pendientes de pago son un mal indicio de la capacidad de una persona para pagar un préstamo, y a pesar de ello se utilizan a menudo para rechazar solicitudes de hipotecas.
Las tres agencias nacionales de informes de crédito —Experian, Equifax y TransUnion— anunciaron el año pasado que eliminarían las cobranzas médicas por debajo de 500 dólares de los reportes de crédito de los consumidores en Estados Unidos. Se calculaba que la norma de la CFPB prohibiría que todas las facturas médicas pendientes de pago aparecieran en los informes de crédito, y les prohibiría a los prestamistas usar esa información.
La CFPB estimó que la norma habría eliminado 49 mil millones de dólares en deuda médica de los informes de crédito de 15 millones de estadounidenses. Según la agencia, uno de cada cinco estadounidenses tiene al menos una cuenta de cobro de deuda médica en sus informes de crédito, y más de la mitad de los registros de cobranza en dichos reportes son de deudas médicas. El problema afecta desproporcionadamente a las personas no blancas, según halló la CFPB: el 28% de los negros y el 22% de los hispanos en Estados Unidos tienen deuda médica, en comparación con el 17% de los blancos.
El Congreso estableció la CFPB después de la crisis financiera de 2008, con el fin de monitorear a las compañías de tarjetas de crédito, proveedores de hipotecas, cobradores de deudas y otros segmentos del sector financiero enfocados en el consumidor. Este año, el gobierno de Trump solicitó que la agencia suspendiera casi todas sus operaciones, lo que prácticamente la dejó inoperante.
Una mujer usa una caminadora mientras sale de la residencia para ancianos Toby and Leon Cooperman Sinai Residences, el 4 de julio de 2025, en Boca Raton, Florida. (Foto: AP/Rebecca Blackwell)
Las residencias para ancianos en Estados Unidos, que ya pasaban apuros para contratar personal, ahora enfrentan el ataque del presidente Donald Trump a una de sus pocas fuentes confiables de trabajadores: los inmigrantes.
Las instalaciones para adultos mayores y para personas con discapacidad reportan la pérdida esporádica de empleados cuyo estatus legal ha sido revocado por Trump. Pero temen que se avecinen consecuencias aún más dramáticas, ya que el flujo de trabajadores potenciales está reduciéndose a un mínimo debido al descenso general de la inmigración legal.
“En este momento nos sentimos completamente apaleados”, señaló Deke Cateau, director general de A.G. Rhodes, una empresa que opera tres residencias para adultos mayores en el área de Atlanta, de las que una tercera parte del personal está compuesto por individuos nacidos en aproximadamente tres docenas de países extranjeros. “La línea de suministro es cada vez más y más pequeña”.
Se prevé que ocho de los trabajadores de Cateau se verán obligados a irse tras la revocación de su Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que permite a las personas que ya viven en Estados Unidos quedarse y trabajar legalmente si sus países de origen no son seguros debido a disturbios civiles o desastres naturales. Durante el gobierno del presidente Joe Biden, la designación se amplió para cubrir a personas de una docena de países, incluido un gran número de Venezuela y Haití.
Si bien quienes tienen TPS representan una pequeña minoría de los 500 empleados de A.G. Rhodes, Cateau agrega que será “muy difícil, si no es que imposible, reemplazarlos”, y le preocupa qué ocurrirá después.
Un anciano se sirve del buffet por el Día de la Independencia de Estados Unidos, en la residencia para ancianos Toby and Leon Cooperman Sinai Residences, el 4 de julio de 2025, en Boca Raton, Florida. (Foto: AP/Rebecca Blackwell)
“Puede que hoy sean ocho, pero quién sabe cuántos serán en el futuro”, apunta Cateau, él mismo un inmigrante que llegó de Trinidad y Tobago hace 25 años.
Casi uno de cada cinco trabajadores civiles en Estados Unidos nació en el extranjero, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés), pero al igual que en los sectores de la construcción, la agricultura y la manufactura, los inmigrantes están sobrerrepresentados en los empleos de cuidado de personas. Más de una cuarta parte de los aproximadamente 4 millones de asistentes de enfermería, auxiliares de salud a domicilio, auxiliares de cuidado personal y otros de los así llamados trabajadores de atención directa nacieron en el extranjero, según PHI, una organización sin fines de lucro enfocada en la fuerza laboral del cuidado de personas.
El envejecimiento de la enorme generación del “Baby Boom” —nacidos entre 1946 y 1964— está a punto de incrementar aún más la demanda de cuidadores de personas, en entornos institucionales y en los hogares de los propios individuos. La BLS pronostica un mayor incremento entre los auxiliares de salud a domicilio y de cuidado de personas que en cualquier otro puesto laboral, con unos 820.000 nuevos empleos añadidos para 2032.
Las residencias para ancianos, los centros de vida asistida, las agencias de atención domiciliaria y otras empresas similares contaban con los inmigrantes para cubrir muchos de esos puestos, por lo que el regreso de Trump a la Casa Blanca —y el ataque de su gobierno a casi todas las formas de inmigración— ha generado un escalofrío en todo el sector.
Katie Smith Sloan, directora general de LeadingAge, que representa a centros de atención sin fines de lucro, reporta que las residencias para ancianos y para personas con discapacidad de todo el país se han visto afectadas por el revuelo migratorio. Algunas han reportado que empleados suyos han dejado de asistir al trabajo por temor a una redada, a pesar de que tienen autorización para estar en el país. Otras tienen trabajadores que deben quedarse en casa con sus niños, a quienes no han enviado a la escuela por temor a las redadas. Muchos otros ven una disminución en la cantidad de solicitantes de empleo.
“Esto es como un puñetazo en el estómago”, añade.
Rachel Blumberg, directora general de la empresa de asilos Toby and Leon Cooperman Sinai Residences, en Boca Raton, Florida, ya perdió a 10 trabajadores cuyo permiso para permanecer en Estados Unidos les fue otorgado a través de un programa conocido como “permiso condicional” humanitario, el cual había sido otorgado a personas de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela. Ella prevé que va a perder a 30 más en las próximas semanas, cuando llegue a su fin el Estatus de Protección Temporal para haitianos.
“Creo que es la punta del iceberg”, expresa Blumberg, quien pronostica que se irán más empleados que quizás no sean sujetos a ser deportados ellos mismos, pero cuyos cónyuges o padres sí lo sean.
Eugene Preslier, derecha, es acompañado por su enfermera privada certificada Miriam Louis al volver a su apartamento desde el comedor, en la residencia de ancianos Toby and Leon Cooperman Sinai Residences, el 4 de julio de 2025, en Boca Raton, Florida. (AP Foto/Rebecca Blackwell)
Blumberg recibió un aviso con menos de 24 horas de anticipación cuando sus empleados perdieron su permiso de trabajo, lo que desató una carrera contrarreloj para cubrir los turnos. Ya aumentó los salarios y las bonificaciones por recomendación, pero agrega que será difícil reemplazar no sólo a los asesores de los ancianos, sino también a los empleados de mantenimiento, lavaplatos y camareros.
“Desafortunadamente, los estadounidenses no se sienten atraídos a solicitar y trabajar en los puestos que tenemos disponibles”, puntualiza.
Los cuidadores de primera línea son mujeres en gran medida, y la mayoría pertenecen a grupos minoritarios, según PHI. Ganaban un promedio de apenas 16,72 dólares por hora en 2023.
Las residencias de cuidados a largo plazo experimentaron un éxodo de trabajadores a medida que la pandemia de COVID-19 dificultó aún más un tipo de trabajo ya de por sí complejo. En algunas residencias, el empleo comenzaba a normalizarse a los niveles previos a la pandemia y entonces se implementó la represión migratoria, a pesar de que en todo el sector todavía existe una escasez masiva de trabajadores.
Algunos en este tipo de negocios miraron con frustración cómo Trump lamentó que sectores como la agricultura y la hostelería se verían perjudicados por sus políticas, y se preguntaron por qué quienes limpian habitaciones de hotel o cosechan tomates merecen más atención que quienes cuidan a los ancianos. Más allá de la revocación de las autorizaciones de trabajo para personas que viven en Estados Unidos, las residencias para adultos mayores o personas con discapacidad tienen dificultades para obtener la aprobación de visas para enfermeras tituladas y auxiliares de enfermería con licencia que contratan en el extranjero.
Lo que solía ser un proceso sencillo ahora toma tanto tiempo que los candidatos reconsideran por completo el trabajar en Estados Unidos, informa Mark Sanchez, director de operaciones de United Hebrew, una residencia para adultos mayores en New Rochelle, Nueva York.
“Hay filas y filas y filas” (de aplicantes), reporta Sanchez, “y ahora dicen: ‘Voy a ir a Canadá’, y ‘Voy a ir a Alemania y me reciben con los brazos abiertos’”.
Al revisar un centro cuyo personal es inmigrante en su mayoría, el hijo de inmigrantes filipinos se pregunta de dónde provendrán sus futuros empleados.
“No tengo al ICE (siglas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) llegando a mi puerta y llevándose a mi gente”, dice Sánchez, “pero el suministro que antes fluía ahora llega a cuentagotas”.
Los trabajadores de cuidado a personas a largo plazo son reclutados rutinariamente no sólo por hospitales y consultorios médicos, sino también por restaurantes, tiendas y fábricas. La mitad del personal promedio de una residencia de adultos mayores se renueva cada año, según datos federales, lo que hace que atraer y retener a cada empleado resulte vital para su funcionamiento.
Robin Wolzenburg, de LeadingAge en Wisconsin —una asociación de empresas sin fines de lucro dedicadas a la atención de adultos mayores—, comenzó a trabajar para dar puestos a una oleada de personas de Afganistán después de que Estados Unidos retirara a sus últimos soldados de ese país hace cuatro años, y de que miles de refugiados llegaran a su estado. Las residencias de cuidado de personas comenzaron a contratar a los refugiados, y estaban tan encantadas con ellos que algunas instalaciones comenzaron a contratar refugiados que llegaban de Ucrania, Somalia y el Congo. Aunque muchas residencias tenían tasas de retención de empleados de aproximadamente el 30%, Wolzenburg reportó que la cifra supera el 90% entre los refugiados.
Trump ha detenido la mayoría de las admisiones de refugiados, lo que significa que el exitoso programa de alcance comunitario de Wolzenburg no tiene nuevos refugiados a quienes dirigirse.
“Ha sido realmente devastador”, señala. “Nuestras comunidades, que trabajaban activamente con las agencias de reasentamiento, ya no están canalizando esas derivaciones a centros de cuidado a largo plazo como nosotros hacíamos. Ya no llegan refugiados”.
Lynne Katzmann, fundadora de Juniper Communities, que gestiona 21 instalaciones en cinco estados, dice que es bastante difícil encontrar a trabajadores adecuados a los que les guste mucho laborar con adultos mayores. Ahora, en un momento en que los centros se preparan para la afluencia de nuevos residentes causada por el cambio demográfico del país, se enfrentan a otro reto para conseguir una fuerza laboral estable.
“El trabajo es difícil. No siempre ha sido el empleo mejor pagado que uno pueda tener”, agrega. “Pero muchos de los inmigrantes que han elegido este trabajo consideran que el cuidado de personas es una profesión noble”.
Fotografía cedida por el santuario United Giving Hope que muestra una carta del 20 de junio de 2025 enviada por la Administración Trump a un menor inmigrante en Illinois (Estados Unidos). (Foto: EFE/ Santuario United Giving Hope)
Unas cartas enviadas a menores inmigrantes por la Administración Trump, que los instan abandonar inmediatamente Estados Unidos pese a haber entrado legalmente al país y amenazan con deportaciones, multas y procesos penales, horrorizan a familias y líderes civiles de Illinois
«Es hora de que salgas de Estados Unidos», señala la primera línea de una de las cartas que han recibido los menores a su nombre.
«Actualmente te encuentras aquí porque el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) te otorgó un permiso de entrada condicional a Estados Unidos por un período limitado. El DHS está ejerciendo su discreción para cancelar tu permiso de entrada condicional, o ya lo ha hecho», agrega.
«Si no sales de Estados Unidos de inmediato, estarás sujeto a posibles medidas policiales que resultarán en tu deportación», agrega la carta, que amenaza a los niños con un posible proceso penal, multas civiles y sanciones.
«No intentes permanecer ilegalmente en Estados Unidos; el gobierno federal te encontrará», concluye de manera ominosa.
«Esta es una barbaridad, algo nunca visto o imaginado por todos lo que nos dedicamos a la defensa de los indocumentados», declaró a EFE la pastora Julie Contreras, del santuario United Giving Hope, que tiene sede en la ciudad de Waukegan, Illinois, 74 kilómetros al norte de Chicago.
El país más poderoso del mundo
«Imaginen qué pasa por la cabeza de un niño al recibir una carta de este tipo de parte del Gobierno del país más poderoso del mundo, que les niega el permiso humanitario. Esto es muy grave y fuerte», agregó.
Decenas de niños del área de Waukegan, que forman parte de aquellos que cruzaron sin sus padres la frontera, en este caso mayoritariamente de México, recibieron cartas de deportación. Todos ellos ingresaron legalmente al país en 2014 bajo un programa humanitario como ‘menores no acompañados’ y posteriormente se reunieron con sus padres indocumentados u otros familiares que ya vivían en Estados Unidos.
A pesar de la reunificación, los menores no pueden ser representados legalmente por sus padres en un tribunal de inmigración, por la forma en que ingresaron al país, y dependen de abogados defensores que han visto su trabajo reducido por falta de recursos.
Según Contreras, las cartas pueden ser un cambio «preocupante y alarmante», porque ahora se buscaría despojar a los niños de las protecciones de asilo, incluso a aquellos con solicitudes pendientes, y acelerar la deportación de menores sin el debido proceso.
«Estos niños no son los criminales que Trump afirmó que el ICE perseguiría. Son víctimas de violaciones de derechos humanos y están siendo aterrorizados. Incluso si el ICE no los busca de inmediato, la sola amenaza les causa un grave trauma psicológico», dijo.
Tres de esos niños, acompañados de madres o tías, buscaron la protección del ‘santuario’ en la iglesia de Contreras. Un cuarto fue dejado solo al cuidado de la iglesia porque sus padres tienen miedo. «Estados Unidos está perdiendo su humanidad, las iglesias y otros santuarios ya no ofrecen garantías», afirmó la pastora.
Fotografía cedida por el santuario United Giving Hope que muestra una carta del 20 de junio de 2025 enviada por la Administración Trump a un menor inmigrante en Illinois (Estados Unidos). (Foto: EFE/Santuario United Giving Hope)
El silencioso desmantelamiento legal
La ley de inmigración establece que los menores no acompañados que llegan a la frontera sin un padre o tutor legal deben recibir protección especial: son puestos bajo el cuidado de la Oficina de Reubicación de Refugiados (ORR, en inglés) y se les otorga un permiso humanitario mientras se procesan sus casos.
Pero en los últimos meses, defensores de los migrantes y abogados afirman que el sistema se está desmantelando silenciosamente.
Cada vez más menores no acompañados ven revocada su permiso humanitario y son encarcelados en procesos migratorios donde no tienen ninguna capacidad para defenderse, dijo a medios locales Davina Casas, pastora y líder de la Organización Monarquía, de Chicago.
Casas explicó que en marzo la Administración Trump recortó los fondos para abogados de menores no acompañados, y sólo tras una demanda de 11 grupos defensores se restablecieron temporalmente por orden judicial, aunque el caso sigue abierto.
Los grupos sostienen que, según una ley contra la trata de 2008, el Gobierno debe ofrecer asistencia legal y garantizar la repatriación segura de los niños, pero Casas duda que, incluso con fondos restablecidos, la demanda pueda ser cubierta.
En abril pasado, los tribunales de inmigración ordenaron la deportación de más de 8.300 niños de 11 años o menos. Desde que Trump asumió el cargo en enero, los jueces han ordenado la deportación de más de 53.000 niños inmigrantes, según TRAC (Transactional Records Access Clearinghouse), una organización adscrita a la Universidad de Syracuse.
La mayoría de estos niños están en edad de escuela primaria o son menores. Aproximadamente 15.000 tenían menos de 4 años y otros 20.000 entre 4 y 11 años. Los adolescentes también se han visto afectados, con 17.000 de ellos deportados.