Foto ilustrativa credito PEXELS

Como dicen en los hipódromos, arrancaron los caballos. Unas semanas atrás, Joe Biden se perfilaba con buena ventaja sobre Donald Trump. A medida que la carrera avanza, Trump ha ido acercándose peligrosamente al contendiente demócrata. Por supuesto esto se esperaba, por lo cual se proyecta que estas elecciones presidenciales serán muy reñidas. Es muy posible que la experiencia de las elecciones del 2000 entre Bush y Gore se repita este noviembre, pero con una mayor intensidad y tal vez un proceso más largo.

En toda esta campaña, ¿en dónde queda el voto puertorriqueño y latino? Parece que los dos partidos principales no muestran gran interés por el voto latino. Según algunos analistas, ambas campañas políticas dan por descontado el voto latino. Para muestra un botón basta. Usted que vive aquí en Filadelfia, ¿ha recibido algún acercamiento de parte de republicanos o demócratas? Posiblemente su respuesta sea no. 

Históricamente, el voto latino ha tenido inclinación por el partido demócrata. En las elecciones del 2012, el 71 por ciento del voto latino favoreció a la campaña de Barack Obama. En 2016, un 65 por ciento favoreció a la campaña de Hillary Clinton (National Election Poll). En estas elecciones del 2020, es muy posible que el voto latino favorezca al candidato demócrata. Ese 65 por ciento del voto en el 2016 representa a 13.5 millones de votantes latinos. Para estas elecciones de noviembre se proyecta que unos 32 millones de latinos podrían ejercer el voto. Eso representa un 15 por ciento por encima de lo registrado en el 2016. Esta cifra está por encima del voto de la comunidad negra lo que coloca a los latinos en una posición de mayor poder electoral.

La pregunta es, ¿qué diferencia hará esto? Estas importantes cifras no significan nada sino asumimos el rol que nos toca ejercer como habitantes de esta República. No hay duda, tenemos un potencial político-electoral impresionante, pero ¿cómo lo ejercemos? ¿Cómo hacemos para activar y revolucionar el voto latino?

Según la “Radio Public International”, cada 30 segundos un joven latino cumple 18 años, y según el Centro de Investigación PEW, para el 2024, 36 millones de latinos podrán ejercer su derecho al voto, o sea, esta tendencia no va a parar.

¿Qué nos toca hacer? Hay que empezar por donde todo empieza, por la familia. Es allí donde se forjan influencias que quedan tatuadas en el alma de nuestros hijos, y por eso nosotros como padres y madres tenemos que asumir la responsabilidad social que nos toca para que nuestros hijos hagan lo mismo. He escuchado a muchos decir que la política es sucia; pues les digo que no, lo que hay son políticos sucios. A esos hay que sacarlos para que dejen de infectar nuestras comunidades y nuestras nuevas generaciones. Tenemos que conversar con nuestros jóvenes sobre política, sobre cómo nos afectan las decisiones que toma el Consejo de la ciudad, el Gobierno estatal y el Congreso federal. Por supuesto, tenemos que aprender a entender nuestro sistema electoral, y para eso tal vez tengamos que volver a las tertulias comunales de antaño.

Yo soy producto de esas tertulias. Allí escuché a mis adultos conversar y argumentar sobre temas locales, nacionales e internacionales. Lo hacían con tal vehemencia que me impactaron hasta el tuétano. Gracias a esos coloquios de mis viejos, a escasos 13 años me interesé y comencé a leer sobre política, sobre hombres como el Dr. Ramón Emeterio Betances y Eugenio María de Hostos, sobre mujeres como Gabriela Mistral y Madre Teresa. Eso me estimuló a estudiar ciencias políticas, historia y teología. 

Hoy tengo hijos e hijas y con ellos converso, argumento y hasta nos exaltamos. Tenemos diferencias políticas e incluso ideológicas, pero sé que esas conversaciones son de tal riqueza familiar que los hará mejores padres ciudadanos, y que sabrán ejercer su responsabilidad cívica y paternal.

¡Insisto! estas elecciones de noviembre son cruciales. Marcarán el rumbo de nuestras comunidades y de nuestras generaciones futuras. Quedarse en la casa y no salir a votar no es opcional; será un error que sus hijos e hijas pagarán caro, y posiblemente mañana les pedirán cuentas por su silencio. Citando al texto sagrado, “…los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera…” (Jeremías 31:29). Como afirma el profeta, esa no debe ser la herencia que le dejemos a nuestras generaciones. El Dios de la historia trajo a los latinos a estas tierras no para perpetuar el racismo y la injusticia, ni para elegir representantes corruptos e hinchados de prepotencia racial. A esos, digámosle ¡NO!

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