Fotografía personal cedida donde aparece el escritor español Mario Escobar que rescata en la novela "Un hombre libre", que acaba de ser publicada en EEUU, la figura de su compatriota Francisco de Enzinas (1518-1552), el primer traductor del Nuevo Testamento al castellano, al que ve como un ejemplo de "tolerancia" para el mundo actual. EFE/Álbum M. Escobar

El escritor español Mario Escobar rescata en la novela «Un hombre libre», que acaba de ser publicada en EE. UU., la figura de su compatriota Francisco de Enzinas (1518-1552), el primer traductor del Nuevo Testamento al castellano, al que ve como un ejemplo de «tolerancia» para el mundo actual.

«Yo creo que lo que nos puede aportar es un poco de cordura en una época como la nuestra, en la que el radicalismo está otra vez tomando fuerza en todos los sentidos», dice Escobar en una entrevista telefónica con EFE.

De Enzinas, también conocido como Franciscus Dryander, fue un pionero en muchas cosas, dice el escritor sobre este hijo de una adinerada familia de comerciantes de lana de Burgos que se puso del lado de la Reforma protestante y vivió gran parte de su vida fuera de España, siempre perseguido por la Inquisición.

Su hermano menor, Diego de Enzinas, murió en la hoguera por sus ideas, pero a él lo mató la peste en Estrasburgo, después de haber vivido en varias ciudades de lo que hoy son Bélgica y Alemania y también en Inglaterra, a donde se trasladó huyendo de la Inquisición, y de haber viajado por otros países de Europa.

Fue en la Universidad de Lovaina donde entró en contacto con el protestantismo, al que se vinculó ya abiertamente a partir de 1541 se convirtió en el primer español matriculado en la universidad alemana de Wittenberg, la cuna de la Reforma.

EL PRIMER NUEVO TESTAMENTO Y EL PRIMER LIBRO DE MEMORIAS

Escobar dice que De Enzinas que fue pionero de muchas cosas, entre ellas escribir el primer libro de memorias, una autobiografía, escrito en español de la Historia, además de traducir el Nuevo Testamento del griego al castellano por primera vez.

«Francisco de Enzinas es una figura olvidada, tal vez por su heterodoxia, no solo por los religiosos», dice Escobar, cuyas novelas, como las dedicadas al nazismo, «Nos prometieron la gloria», «Canción de cuna en Auschwitz» o «Los niños de la estrella amarilla», se han publicado con éxito en EE. UU.

Escobar se declara un «artesano de los libros», porque para sus novelas suele inspirarse en historia reales de las que se enamora y se lanza a buscar cómo contarlas, dice a EFE.

En este caso se acercó a De Enzinas por su interesante vida y porque, como dice el título de la novela, fue un «hombre libre» en el sentido de que defendía «la libertad de conciencia, la que hace que una persona sea dueña de su destino».

«Era un hombre que lo tenía todo. Pertenecía a una de las familias más ricas de Castilla en ese momento, su padre era uno de los mayores empresarios de la lana con sucursales en varios sitios en los Países Bajos y otras partes de Europa y él lo deja todo para seguir su vocación», subraya.

Escobar destaca que vivió una época de mucha controversia y mucha violencia, la época de las guerras de religión que ensangrentaron Europa, en la que España representaba el catolicismo a ultranza.

«Que un español se hiciera protestante en un momento en el que religión y Estado estaban unidos significaba que no podía ser un buen español», dice.

Sin embargo, De Enzinas se consideraba un buen súbdito del emperador Carlos I de España y V de Alemania, al que llegó a pedirle en persona que aprobara su Nuevo Testamento (1543) para que pudiera leerlo todo el mundo porque pensaba que eso beneficiaba al Imperio.

En la novela, publicada por BH Publishing Group, se narra que el emperador le preguntó quién había escrito el Nuevo Testamento y, tras él responder «el Espíritu Santo», aprobó su publicación, aunque luego nunca se permitió que el libro circulara en España.

Escobar destaca que De Enzinas y otros reformistas fueron los que empezaron a hablar de libertad de conciencia, de tolerancia hacia las ideas de los otros y de respeto de los derechos de los demás, cuando «la mayoría pensaba que la violencia es legítima, que el súbdito tenía que estar sometido al poder político y no tenía derecho a opinar por sí mismo».

Cuando se le pide que analice el momento actual de la novela histórica en España señala que tuvo una gran pujanza hasta la crisis económica iniciada en 2008, cuando la novela policial cobró más peso, y ahora hay de nuevo un resurgir pero con obras más localistas, de personajes y hechos de una ciudad o una región.

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