Pozo de gas natural a corta dictancia de viviendas en Arlington (Texas), en foto del 25 de octubre del 2021. (Photo: AP/Martha Irvine)

Los residentes de barrios de minorías tienen el doble de probabilidades de que se les nieguen préstamos hipotecarios que los residentes de barrios de mayoría blanca, según un estudio que plantea la posibilidad de que la salud de la gente en las comunidades más vulnerables se vea comprometida en parte por un racismo estructural histórico.

Los residentes hispanos y afroestadounidenses se quejan de que su salud está mucho más expuesta a cosas como problemas cardíacos y respiratorios, y a alumbramientos prematuros, por la presencia de pozos de petróleo y gas natural en sus comunidades, algunos a metros de viviendas y escuelas. Algunos estudios encontraron sustancias químicas peligrosas cerca de instalaciones de gas y petróleo de niveles por encima de lo que se considera seguro. Una investigación de la Universidad de California de Berkeley y de la Universidad de Columbia (en Nueva York) buscó determinar si esto tenía relación alguna con lo que en Estados Unidos se describe como “redlining”, en alusión a una vieja costumbre de marcar en rojo los barrios de afroestadounidenses y de inmigrantes en los mapas de la Home Owners’ Loan Corporation (HOLC), que agrupaba a los bancos hipotecarios. A los residentes de esas comunidades les costaba mucho conseguir viviendas en otros barrios.

“Estos son temas básicos”, dijo David J. X. González, epidemiólogo de la UC de Berkeley y uno de los autores del estudio. “Si queremos reducir las desigualdades en el campo de la salud, si queremos justicia ambiental, estas son las cosas que tenemos que comprender”.

Los investigadores compararon los mapas de 33 ciudades con la información de pozos de gas y petróleo, remontándose a fines del 1800. Los mapas clasificaban a los barrios con las letras de la A a la D. Los barrios en rojo llevaban la D y no solo tenían más pozos antes de que se elaborasen los mapas, sino que en esas zonas siguieron surgiendo nuevos pozos, según el estudio, publicado la semana pasada en el Journal of Exposure Science & Environmental Epidemiology.

González, quien se crió en una comunidad con pozos petroleros y una refinería, dijo que muchas políticas generaron una segregación racial y económica. El estudio no comprobó que los pozos hayan sido instalados intencionalmente en barrios con mayoría negra o hispana, y es de notar que también hay pozos en barrios blancos.

De todos modos, la alta concentración de pozos en comunidades minoritarias “no parece ser un accidente”, señaló González.

En Los Ángeles, los residentes afroestadounidenses e hispanos con frecuencia se vieron forzados a vivir en barrios con pozos de petróleo por políticas restrictivas, de acuerdo con Martha Dina Argüello, directora ejecutiva de la rama de Los Ángeles de la organización Physicians for Social Responsibility (Médicos Por la Responsabilidad Social). Las nuevas excavaciones se hicieron mayormente en barrios minoritarios porque las empresas de construcción querían levantar edificios en las zonas más pudientes, indicó.

“El estudio ofrece nuevas pruebas de lo que viene diciendo la comunidad: Que tener pozos de petróleo en nuestras comunidades es tratarnos como una zona de sacrificio”, manifestó Argüello. En tiempos recientes, algunos estados y comunidades empezaron a restringir los permisos para abrir pozos cerca de viviendas y escuelas.

El año pasado, supervisores del Los Ángeles County —que cuenta con algunos de los campos de petróleo más grandes de Estados Unidos— decidieron por unanimidad prohibir la excavación de pozos nuevos en zonas sin administraciones municipales en respuesta a las quejas de sus residentes relacionadas con problemas de salud causados supuestamente por la contaminación del aire. El Concejo Municipal de Los Ángeles tomó una medida similar en enero.

En Colorado se dispuso el año pasado que todo pozo nuevo tiene que guardar una distancia de 600 metros (2.000 pies) respecto a viviendas y escuelas. En California se propuso una distancia de 975 metros (3.200 pies).

En Arlington (Texas) las autoridades municipales negaron en enero un permiso para excavar un pozo cerca de una guardería. Un análisis estadístico de la Associated Press indicó que la concentración de pozos de Total Energies, la firma en cuestión, es mayor en barrios minoritarios y que los pozos se encuentran con frecuencia a escasa distancia de las viviendas.

Longxiang Li, quien está sacando un doctorado en salud pública en Harvard e investiga el tema, aunque sin participar en el estudio, dijo que la investigación revela una conexión moderadamente fuerte entre la negación de servicios del “redlining” y la ubicación de los pozos, y aporta nuevas pruebas de que las comunidades postergadas tienen menos recursos legales para defenderse de la expansión de los pozos.

Advirtió, no obstante, que los mapas en rojo del pasado no son necesariamente indicadores confiables de un racismo estructural.

Esto se debe a que las prácticas discriminatorias no respondían a los mapas en rojo y a que la HOLC dio préstamos hipotecarios a personas de raza negra que vivían en barrios marcados en rojo, de acuerdo con un reciente informe de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (National Bureau of Economic Research).

Li destacó asimismo que muchos pozos nuevos que usan la técnica de fracturación hidráulica con frecuencia se concentran en zonas de residentes de bajos recursos porque la tierra es más barata. El “fracking”, como se conoce esa técnica, emplea una mezcla de agua, arena y sustancias químicas que se inyectan con alta presión y liberan gas y petróleo atrapados a gran profundidad, bajo capas de rocas que hasta hace poco eran inaccesibles.

Médicos por la Responsabilidad Social y Profesionales de la Salud Preocupados (Concerned Health Professionals), agrupación de Nueva York, analizaron decenas de estudios científicos y concluyeron que las personas en estos barrios están expuestas al cáncer, trastornos respiratorios, sarpullidos, problemas cardíacos y trastornos mentales.

Incluso pozos más viejos pueden plantear riesgos porque filtran bencina y otros compuestos orgánicos volátiles, además de metano, un potente gas con efecto invernadero, según González.

“Creo que se sabe desde hace tiempo que las minorías tienen más probabilidades de vivir cerca de pozos de petróleo”, señaló González. “Es importante (tomar conciencia de ello)… para asegurarnos de que les damos la espalda a los combustibles fósiles y priorizamos las comunidades” más afectadas por la contaminación”.

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