Fotografía personal sin fecha, cedida por la escritora y periodista colombiana que reside en Miami, Beatriz Parga, de ella posando. EFE/Beatriz Parga /SOLO USO EDITORIAL /NO VENTAS

Miami. – La periodista colombiana Beatriz Parga esperó más de 30 años para publicar un libro sobre sus entrevistas con el «único líder guerrillero no marxista salido de las montañas de América Latina», el nicaragüense Edén Pastora, el «Comandante cero» de la revolución sandinista, para no ocasionarle problemas.

La muerte del guerrillero, ocurrida el 16 de junio de 2020 en un hospital militar en Managua, ha liberado a Parga de un silencio editorial autoimpuesto y el resultado es «Edén Pastora: Siguiendo el olor de la pólvora», que acaba de ser publicado en Estados Unidos por Amazon.

En una entrevista con Efe en Miami, Parga dice que no quiso publicar antes sus conversaciones con Pastora en los años 80, porque el «Comandante cero» acabó regresando a Nicaragua e incluso trabajando para el Gobierno de Daniel Ortega y sus «fuertes críticas a los dirigentes sandinistas» y a la revolución «traicionada» podrían haber tenido consecuencias para él.

VIAJES AL CORAZÓN DE LA «CONTRA»

En el libro, prologado por el periodista y escritor Álvaro Vargas Llosa, Parga hace un recuento de lo que vio en los viajes que hizo al sur de Nicaragua entre 1982 y 1987 para visitar los campamentos de «la contra», como peyorativamente bautizaron los dirigentes de la Junta sandinista a los alzados en armas con el fin declarado de devolver la libertad al país centroamericano.

Además reseña la figura de Pastora y la de Hugo Spadafora, el médico y político panameño que combatió con las armas al dictador Anastasio Somoza y luego al Gobierno surgido tras el triunfo en 1979 de la Revolución sandinista que lo derrocó y en la que el «Comandante Cero» tuvo un papel protagonista.

El «internacionalista» Spadafora, gran amigo del dirigente panameño Omar Torrijos como lo fue Pastora, fue asesinado en 1985 por orden del «hombre fuerte» de Panamá, el general Manuel Antonio Noriega, según el coronel Roberto Díaz Herrera, ex Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de ese país.

PASTORA SE CONFIESA

Pero el grueso del libro de Parga, que reside en Miami desde hace décadas y ha trabajado o colaborado con medios como Caribbean Review, The Miami Herald o CNN, son las entrevistas que hizo al «Comandante Cero».

Aparecen publicadas en el libro en formato pregunta/respuesta con el fin de que el lector saque sus propias conclusiones, al estilo de la famosa y ya desaparecida periodista italiana Oriana Fallaci.

Pastora habló con Parga de lo divino y de lo humano, desde su vocación juvenil de ser sacerdote y sus opiniones sobre el amor hasta por qué luchó contra Somoza y por qué no formó parte de la Junta que gobernó Nicaragua después de 1979.

Sus relaciones con el Gobierno de Estados Unidos, que en principio lo apoyó pero luego le retiró la ayuda militar y económica, la injerencia cubana en Nicaragua, su «retención» en Cuba y sus reuniones con Fidel Castro, la visita al gobernante libio Muamar Gadafi y la ayuda que le ofreció para la guerrilla guatemalteca y el atentado que sufrió en La Penca también tienen cabida en «Edén Pastora: Siguiendo el olor de la pólvora».

E igualmente las razones por las que abandonó la lucha armada y se entregó en 1986 con 150 de sus hombres al Gobierno de Costa Rica, el país que le dio refugio y apoyó en su lucha.

«Lo que pasó es que se cansó de tanta lucha», dice Parga, quien lo recuerda como un hombre que «amaba la libertad y la quería para su pueblo», pero también como alguien que estaba a gusto en casa con su esposa, Yolanda Torres, y sus nueve hijos, uno de ellos adoptivo, del total de 20 hijos que decía tener.

Después de su regreso a Nicaragua en 1989, se involucró en política y se presentó a las elecciones presidenciales de 2006, en las que sacó solo un 2 % de los votos.

«La juventud no conocía su historia y el Gobierno pintaba las paredes de Managua señalándolo de traidor», explica la autora señalando que publicó el libro por Amazon «para que llegue donde no hay censura del Gobierno».

«Con los años, Edén Pastora, cansado y arruinado, terminó formando parte del gobierno que tanto combatió», dice Parga.

EL FINAL DE UN «ROMÁNTICO»

En las entrevistas Pastora se muestra como un hombre de acción, pero «ilustrado» y con respuestas que se salen de los estereotipos y en las que asoma un «romántico».

«¿Cómo me gustaría morir?… A mí me gustaría morir saliendo de un teatro. ¡El Teatro Nacional de Budapest! Después de ver un concierto de violines húngaros. Que sea una noche de invierno, fría, nebulosa y acompañado por una dama en absoluto anonimato. Envueltos con bufandas, enguantados, en silencio».

«Toda la gente se marcha (…) Cuando empiezo a abrir la puerta del automóvil para dejar pasar a la dama, suenan unos disparos (…) y al día siguiente en todos los diarios del mundo, en la primera plana se lee: ‘El legendario Comandante Cero agoniza en los brazos de su amante a consecuencia de los disparos que le lanzara un marido celoso'».

La realidad, según ha trascendido, pues en Nicaragua el presidente Daniel Ortega ha decretado que «el COVID-19 no existe», es que falleció de esa enfermedad, dice Parga.

En otra de las entrevistas, Pastora dijo: «nosotros en Nicaragua pasamos de una dictadura familiar dinástica a una dictadura colectiva totalitaria. Es algo parecido al libro aquel ‘la Granja revuelta’ de George Orwell. La verdad es que ese hombre era un profeta de lo que sucedería en Nicaragua».

Parga señala que Daniel Ortega demostró ser «un estratega político» cuando asignó en 2010 al «Comandante cero» la dirección del dragado del río San Juan, frontera natural y siempre motivo de discordia entre Cota Rica y Nicaragua.

«Sabía que Costa Rica lo iba a odiar», subraya Parga, quien dedica su libro «A quienes son consecuentes con sus ideales de libertad».

En 2018 Edén Pastora fue acusado de dirigir grupos paramilitares para reprimir a los manifestantes antigubernamentales en Nicaragua.

«Fue un guerrillero latinoamericano. pero su historia tiene visos de tragedia griega», concluyó Parga.

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