Una mujer visita una valla con mensajes contra el racismo, a favor de la igualdad y contra la supremacía blanca este martes en Washington (EE. UU). EFE /Laura Barro

Washington, (EFE). – Fue erigida en cuestión de horas, en el fragor de las protestas que sacudieron a Estados Unidos a raíz de la muerte de George Floyd, pero hoy la valla que el presidente Donald Trump puso entre él y los manifestantes frente a la Casa Blanca se ha transformado en un símbolo contra la violencia racial y de unión en medio de la diversidad.

Pedazos de tela o de papel con llamados a respetar la vida, a rechazar el racismo, a favor de la igualdad y contra la supremacía blanca han cubierto el rejado que mantuvo a raya a centenares de manifestantes que durante varias noches ensordecieron a Trump tras el fallecimiento de Floyd a manos de un policía blanco.

UN ESTRUCTURA QUE RECLAMA

Acallados los gritos, el «muro», silenciosa pero repetidamente, clama por el respeto a la vida, en especial de los afroamericanos.

Este martes, muchos llegaban hasta ahí mientras recordaban que en Texas era sepultado un hombre cuyo martirio en medio de un operativo policial ha reabierto la herida profunda que representa para este país el tema racial.

«Se supone que la Casa Blanca es la casa del pueblo y colocan barricadas frente a la Casa Blanca para supuestamente proteger al presidente, donde los hombres negros están siendo asesinados aquí en las calles y no hay nadie para protegerlos», lamentó Fred Brewington, cuyo cobertor facial tenía las iniciales BLM, en alusión al movimiento Black Lives Matter («Las Vidas Negras Importan»).

Al recordar a la familia de Floyd, Brewington se dolió de que hayan perdido a un «hijo negro, un hermano negro, un padre negro en este sistema racista».

SILENCIO Y FOTOGRAFÍAS

La sensación en torno a la valla es de tristeza, silencio y hasta sorpresa para quienes repasan los cientos de mensajes que ahora cuelgan en el lugar. Algunos aprovechan para fotografiarse, otros para hacer videos pero para nadie pasa desapercibida esa cerca que no deja ver desde lejos uno de los símbolos del Gobierno estadounidense.

«No puedo respirar», «8:46» (en alusión al tiempo que el policía mantuvo su rodilla apretando la garganta de Floyd), «Quiten fondos a la policía» e incluso una bandera colombiana con la leyenda «mi abuela en Colombia también está con ustedes», destacan en un rápido recorrido.

«Estados Unidos no pertenece a los caucásicos», apunta algún cartel, mientras que otro alerta: «Peligro aspirante a dictador escondido aquí detrás de esta valla».

Michelle, una joven afroamericana que se tomaba su tiempo para leer los mensajes y fotografiar uno que otro, admitió que este vallado la hace sentir triste. «Quiero llorar, es horrible. Necesitan parar de matar a mis hermanos y hermanas sin ninguna razón», reclamó.

Anthony Panzera interpretó el vallado como «una demostración de cuán diverso es Estados Unidos».

La verdad es que en medio del mar de mensajes, cada quien se ha expresado a su manera: «Latinos creen que las vidas negras importan», recordaba un pequeño cartel y a unos metros más sobresalía el mensaje: «Asiáticos-americanos por las vidas negras».

Las alusiones a la pandemia o las elecciones presidenciales de noviembre también sobresalían, aunque siempre en contra del presidente.

«COVID-19 es un virus, Trump es una plaga», afirmaba un cartel, en tanto que otro decía: «Hoy protestamos, en noviembre votamos

CON LAS HORAS CONTADAS

Pero este nuevo espacio de protesta quizás tenga sus horas contadas. Medios locales han indicado que el Servicio Nacional de Parques y el Servicio Secreto tienen previsto reabrir parte del parque Lafayette Square -situado frente a la Casa Blanca y que fue epicentro de las recientes manifestaciones-, probablemente a partir de mañana miércoles.

En el lugar, por donde Trump caminó el pasado 1 de junio después de que fueran dispersados los manifestantes para que él pudiera posar ante los fotógrafos frente a una iglesia cercana, permanecerán algunas áreas cerradas debido a los trabajos de restauración por los destrozos y saqueos ocurridos tras las movilizaciones y que obligaron a declarar un toque de queda en una ciudad que ha cambiado los gritos por pintadas.

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