La pandemia de Covid-19 ha afectado a muchos sectores económicos, pero también ha beneficiado a otros.

Entre los primeros aparecen las empresas que rentan oficinas, porque todo el que pudo se movió al trabajo online. Los negocios con amplias infraestructuras han salido perjudicados, dado que las compañías que han podido funcionar a distancia, se han hecho más competitivas. En algunos casos, la situación ha sido escandalosa. Antes de la crisis, la demanda de oficinas era enorme, lo que provocó una sobrevalorización de sus acciones. Pero, después, todo se vino abajo.

En la parte positiva, hay que mencionar la resiliencia de los seres humanos. Algunas de las medidas que se han implementado, independientemente de la amenaza del virus, han permitido la supervivencia del sistema. La economía ha seguido funcionando por las actuaciones gubernamentales, aunque a un nivel de contracción por las reacciones a la pandemia.

Los seres humanos han estado dispuestos a seguir adelante, independientemente de la exposición. Por ejemplo, en sectores de gobierno, finanzas, bolsa de valores, entrega de insumos, alimentos y abastecimientos de gasolina. Así, la economía ha estado en movimiento, de una forma u otra.

Por otro lado, la tecnología ha salido reforzada con la crisis, sobre todo en el sector educacional. Prácticamente todas las universidades y centros de estudio han tenido que reinventarse en internet. Redes sociales, plataformas de streaming y otros negocios por suscripción han salido muy beneficiados.

Esto ha creado, al mismo tiempo, la posibilidad de que el ciudadano común y corriente pueda crear riqueza a partir de su conocimiento. La conciencia colectiva se ha abierto a estudiar online, más de lo que estábamos dispuestos antes. Ahora cualquier persona puede compactar su conocimiento, encapsularlo en un curso y empoderar con nuevo aprendizaje mientras crece financieramente. Así contribuye a mejorar las finanzas personales de otros, las suyas y el producto interno bruto del país, del cual forma parte la propiedad intelectual. Y esto, por supuesto, se refleja en la economía general.

Uno de los grandes problemas que tendremos que afrontar es la actitud del gobierno de Estados Unidos para manejar su propia deuda, que ha aumentado a niveles preocupantes. Cuando hayamos salido de la pandemia, tendremos que caminar con cautela, porque los daños a la economía son relativamente permanentes, al menos en los próximos siete años. Mi consejo es no sobreexcederse en cuanto a gastos, capacidad operativa o infraestructura. Ser lo más eficientes que podamos.

Y tanto a nivel personal como empresarial, la responsabilidad estará en maximizar la eficiencia, para poder sostenerse en el período que viene.
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