(Foto: Ilustrativa/Mikhail-Nilov/Pexels)

En medio de varios indicadores de desaceleración, la semana pasada, la economía estadounidense emitió una señal fuerte en la dirección opuesta. El Departamento de Trabajo anunció la creación de 372,000 nuevos empleos en junio, mientras que la tasa de desempleo se mantuvo en 3.6 por ciento, muy cerca del nivel prepandémico, el más bajo en medio siglo.

Todos los sectores —excepto el gobierno— aumentaron las contrataciones, conducidos por el sector sanitario con 78,000 nuevos empleos y 74,000 en los servicios profesionales y comerciales. Cierto, la creación de empleo disminuyó en el último trimestre de este año a un promedio mensual de 375,000, desde 539,000 en el primer trimestre. Aun así, la todavía robusta creación de empleo es excepcional, porque otros indicadores están señalando desaceleración.

Por ejemplo, la economía se contrajo durante el primer semestre de este año, a una tasa anual de 1.6 por ciento durante el primer trimestre y 1.2 por ciento estimado para el segundo trimestre.  Además, la creciente tasa de interés y la inflación han desacelerado el mercado de vivienda y el gasto de los consumidores. Asimismo, en el primer trimestre de este año la bolsa de valores registró el peor desempeño desde 1970, mientras que los precios de las materias primas cayeron, después de subir durante la primera mitad de este año. Hasta el petróleo, que al comienzo de este año superó $120 por barril, esta semana descendió a menos de $100.

La fortaleza del mercado de trabajo inmediatamente fue proclamada como “histórica” por la Casa Blanca, sedienta de buenas noticias económicas. Está por verse cómo el banco central lidiará con las señales cruzadas en su próxima reunión del 26 y 27 de julio.

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