Trabajadores mexicanos procedentes de Mexicali recogen lechugas. (Foto: EFE/David Maung)

San Juan, Puerto Rico.- La escasa mano de obra agrícola en Puerto Rico es la causa de que un grupo de mexicanos llegara a la isla para trabajar la tierra durante seis meses con el fin de que no se pierdan las cosechas y ganarse un sueldo digno con el que sustentar a sus familias.

La Finca González, en el municipio sureño de Guánica y administrada por el agricultor Carlos González, es el lugar desde donde hace varias semanas más de una veintena de mexicanos, todos hombres, han estado recogiendo tomates, cebolla, pimiento, calabaza, pepinillo y plátano.

Según explicó González a Efe, la preocupante falta de mano de obra local con la que atender su finca de 375 cuerdas (146 hectáreas) comenzó hace casi cuatro años debido al paso del huracán María, que provocó el éxodo de puertorriqueños fuera de la isla.

La inversión de cada cuerda de terreno fluctúa entre los 8.000 y 10.000 dólares, según detalló.

«Siempre ha habido un poco de problema de mano de obra en el sector agrícola», admitió el empresario, propietario de la Finca González desde el año 2000. «Yo mantengo una plantilla de 50 empleados y este año se me ha hecho imposible conseguirlos», lamentó.

EL CONFORMISMO DE ACEPTAR AYUDAS FEDERALES

González señaló que la aversión a trabajar bajo el sol, sudando y recogiendo frutos, se ha agudizado por las ayudas económicas que ha dado el Gobierno federal para paliar la crisis financiera derivada de la pandemia de covid-19.

Ante esto, González relató que solicitó al Departamento de Seguridad Nacional el documental H2-A, visa temporal que se otorga a agricultores extranjeros para trabajar en algún territorio estadounidense, incluyendo Puerto Rico.

El acomodo de la vivienda para los 21 mexicanos tuvo que ser aprobado por el Departamento de Trabajo federal.

González logró contratar a 21 hombres del estado mexicano de Chiapas para que trabajen en su finca. El empresario sostuvo que sus nuevos empleados están muy dispuestos a trabajar y son disciplinados.

«HEMOS PERDIDO CULTURA DE TRABAJO»

«Hemos perdido cultura de trabajo y se han acostumbrado de vivir de unas ayudas, el conformismo. Siendo yo, cojo las ayudas y trabajaría, pero son conformes con trabajar un mínimo», añadió.

González les paga 7,25 dólares la hora, una cantidad muy superior a la que obtendrían en su país.

«Están a gusto para hacer un buen dinero», afirmó.

Por su parte, el cónsul de México en Puerto Rico, Juan Manuel Calderón, explicó a Efe que el sueldo mínimo diario en su país es de 250 pesos mexicanos, equivalentes a entre 10 y 15 dólares.

TODO ES POR AYUDAR A LA FAMILIA

«El beneficio es para mejorar las condiciones de vida de sus familias», afirmó.

Dijo que, sin embargo, el costo de vida entre Puerto Rico y México es muy diferente, siendo el de la isla mucho más elevado.

«A ellos se les reconoce mucho por el trabajo para recoger el tomate y otras cosechas, levantando el pimiento, cebolla y calabaza. Es un trabajo pesado, pero el mexicano lo sabe hacer», resaltó.

En esta misma línea, el legislador Jorge Rivera, presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara baja, admitió a Efe que lamenta que extranjeros tengan que ser contratados para venir a la isla a hacer la labor que los locales no quieren.

LEGISLADOR PONE A DISPOSICIÓN EL TRABAJAR

Por esto, el legislador, quien representa a los pueblos de la zona montañosa de Adjuntas, Utuado, Lares y Jayuya, dispuso el número telefónico de su oficina para que las personas llamen y se ofrezcan a trabajar.

El empresario agrícola Jaime Acevedo, administrador de su finca homónima desde 2003, añadió a Efe que esta problemática de conseguir trabajadores para la tierra dura ya casi una década.

FALTA DE MANO DE OBRA: SE PIERDE LA COSECHA

«Se pierde la cosecha si no se consiguen manos para recoger los frutos», lamentó Acevedo.

«Cosecho papaya, plátano, guineo y cebolla. He dejado de sembrar cantidades para que no se me pierdan», dijo.

Admitió que de los 50 empleados locales que tiene a su cargo, entre 25 y 30 son «bien hábiles y responsables», pero la otra mitad trabajan varias horas y se van o se ausentan sin excusa alguna.

«Tenemos que tolerar ciertas actitudes que una fábrica no toleraría», afirmó Acevedo, tras señalar que también aceptaría contratar mexicanos para su finca.

«La agricultura es la base de la comida, igual que a salud y la educación», concluyó.

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