Kai Koerber posa para una fotografía el jueves 27 de julio de 2023, en Berkeley, California. Korber desarrolló una aplicación para ayudar a sus compañeros de la secundaria Marjory Stoneman Douglas a manejar sus emociones luego de que un hombre asesinó a 14 estudiantes y a tres empleados el Día de San Valentín de 2018 en esa escuela de Parkland, Florida. (Foto: AP/Godofredo A. Vásquez)

Kai Koerber era estudiante de tercer grado en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas cuando un hombre armado asesinó a 14 estudiantes y tres miembros del personal allí el día de San Valentín en 2018. Al ver a sus compañeros —y a él mismo— pasar apuros para recuperarse del trauma, quiso hacer algo para ayudar a las personas a que manejen sus emociones de la manera que les parezca mejor.

Mientras que algunos compañeros de su escuela de Parkland, Florida, han trabajado para exigir un mayor control de la posesión de armas, se han metido a la política o simplemente se replegaron para sanar y concentrarse en sus estudios, la experiencia de Koerber en tecnología —originalmente quería ser un científico de cohetes— lo llevó en una dirección diferente: crear una app para teléfonos inteligentes.

El resultado fue Joy: AI Wellness Platform (Joy: Plataforma de Bienestar con IA), que utiliza inteligencia artificial para sugerir actividades breves de mindfulness —atención plena o consciencia plena— a las personas con base en cómo se sienten. El algoritmo desarrollado por el equipo de Koerber está diseñado para reconocer cómo se siente una persona a partir del sonido de su voz, independientemente de las palabras o el idioma que hable.

“En el periodo posterior inmediato después de la tragedia, lo primero que nos vino a la mente tras experimentar este evento horrible y traumático fue: ¿cómo nos vamos a recuperar en lo individual?”, dijo. “Es genial decir que vamos a construir una infraestructura jurídica mejor para prevenir la venta de armas, una mayor verificación de antecedentes, todas las cosas legislativas. Pero realmente la gente no estaba pensando en… la cuestión de la salud mental”.

Al igual que muchos de sus compañeros, Koerber refirió que sufrió de trastorno de estrés postraumático durante “mucho tiempo” y apenas recientemente ha mejorado un poco. “Así que cuando llegué a California, pensé: sólo permítanme iniciar un equipo de investigación que cree una IA innovadora y ver si eso es posible”, dijo el joven de 23 años, quien este año se graduó de la Universidad de California en Berkeley. “La idea era proporcionar una plataforma a las personas que luchaban con, digamos, la tristeza, la pena, la ira … con el fin de que pudieran realizar una práctica de mindfulness o de bienestar sobre la marcha que satisfaga nuestras necesidades emocionales sobre la marcha”.

Dijo que era importante ofrecer actividades que se pudieran realizar rápidamente, a veces con sólo unos segundos de duración, dondequiera que el usuario se encuentre. No iba a ser la práctica de atención plena efectuada por los propios padres.

“La noción de que el mindfulness es una actividad en solitario o algo que se limita a sentarte en tu habitación respirando es algo que realmente queríamos disipar”, agregó Koerber. Mohamed Zarif Mustafa, un ex compañero de clase de Koerber que ha usado la aplicación durante algunos meses, dijo que la parte del reconocimiento de emociones con base en la voz es “diferente a cualquier cosa que haya visto antes”.

“Utilizo la app unas tres veces por semana, porque las prácticas son breves y fáciles de realizar. Realmente me ayuda a reducir mi estrés rápidamente antes de tener que hacer cosas como entrevistas de trabajo”, explicó.

Para usar Joy, uno simplemente le habla a la aplicación. Se supone que la IA reconoce cómo se siente por su voz, y luego sugiere actividades breves.

No siempre capta correctamente su estado de ánimo, por lo que es posible elegir manualmente cómo se encuentra usted. Digamos que en este momento se siente “neutral”. La app sugiere varias actividades, como un ejercicio de 15 segundos llamado “consumo consciente” que lo alienta a “pensar en todas las vidas y seres involucrados en producir lo que come o usa ese día”.

Otra actividad le ayuda a practicar cómo disculparse de forma eficaz. Una más lo incita a escribir una carta con papel y tinta —¿los recuerda?— a su yo del futuro. ¿Se siente triste? Aparece una sugerencia que le pide registrar cuántas veces se ha reído durante un período de siete días y contarlas al final para descubrir qué momentos le dieron una sensación de alegría, propósito o satisfacción.

La aplicación para iPhone está disponible por una suscripción mensual de 8 dólares, con un descuento si se suscribe por un año completo. Es un trabajo en progreso y, al igual que lo que ocurre con la IA, entre más gente la usa, más precisa se vuelve.

“Kai es un líder de esta próxima generación que piensa con una intención y se enfoca en cómo utilizar la tecnología para enfrentar la crisis mental, física y climática de nuestra época”, dijo Dacher Keltner, profesor de la Universidad de California, campus Berkeley, y asesor de la facultad de Koerber para el proyecto. “Surge de su experiencia de vida, y, a diferencia de los tecnólogos del pasado, él parece sentir que esto tiene que ser lo que haga la tecnología: hacer que el mundo sea más saludable”.

Una enorme cantidad de aplicaciones de bienestar en el mercado dicen ayudar a las personas con problemas de salud mental, pero no siempre está claro si sí funcionan, expuso Colin Walsh, profesor de informática biomédica en la Universidad de Vanderbilt, quien ha estudiado el uso de la IA para la prevención del suicidio. Según Walsh, es factible deducir algunos aspectos del estado emocional de alguien a partir de su voz.

“El reto es que si usted, como usuario, siente que (la aplicación) no representa realmente lo que usted cree que es su estado actual, eso es un problema”, agregó. “Debería haber algún mecanismo mediante el cual esa retroalimentación se tome en cuenta”.

Lo que está en juego también importa. Facebook, por ejemplo, ha enfrentado algunas críticas en el pasado por su herramienta de prevención del suicidio, que utilizaba inteligencia artificial (además de seres humanos) para advertir acerca de usuarios que podrían estar pensando en suicidarse y, en algunos casos graves, contactar a las autoridades para verificar el estado de la persona. Pero si las expectativas son menores, dijo Walsh, si la tecnología simplemente le sugiere a alguien que pase algún tiempo al aire libre, es improbable que cause daño.

“El factor determinante es que hay una gran demanda allí, o al menos la percepción de una gran demanda”, explicó Walsh sobre la abundancia de apps de bienestar y salud mental en los últimos años. “A pesar de las mejores intenciones con nuestro sistema actual —y sí hace gran cantidad de buen trabajo—, obviamente todavía hay lagunas. Por eso creo que las personas ven la tecnología como una herramienta para intentar superar eso”.

Koerber dijo que la gente tiende a olvidar, después de los tiroteos masivos, que los sobrevivientes no simplemente “se recuperan de inmediato” del trauma que experimentaron. Toma años hacerlo.

“Esto es algo que la gente lleva consigo, de alguna manera o forma, el resto de sus vidas”, puntualizó.

Su trabajo también ha sido más lento y deliberado que el de los emprendedores tecnológicos del pasado.

“Supongo que el joven Mark Zuckerberg era muy ‘muévete rápido y rompe cosas’”, dijo, refiriéndose a la frase que solía repetir el creador de Facebook. “Y para mí, mi objetivo es crear productos de calidad que a la larga sirvan para el bien social”.

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