Foto ilustrativa Pexels.

Opté por vacunarme contra el coronavirus. Recibí la segunda dosis de la vacuna Moderna hace unas semanas atrás, en un centro de salud del barrio. En las dos oportunidades, el personal de salud me proveyó la información necesaria, no solo sobre los efectos secundarios de la vacuna, como dolor en el brazo, presión en la cabeza, malestar muscular, cansancio, entre otros síntomas; sino también sobre sus beneficios. A pesar de estos factores, ¡acepté el reto de convertirme en una estadística positiva de esta pandemia!

En un segundo, el transcurso de un año de angustia vino a mi mente. Un preámbulo hacia el pasado me hizo recordar meses de desolación, preocupación y cansancio mental. Recordé que los segundos, los minutos y las horas, se convirtieron en meses; y los meses, en un año muy difícil de sobrellevar. La pregunta siempre estaba allí, en mi conciencia: ¿llegaré viva? A menudo, escuchaba en la televisión el número de contagiados y de fallecidos por día. ¡Era triste imaginar ese escenario! Ponerme la vacuna significó para mí, una esperanza de vida. Pronto podré ver a mi familia y abrazarla. Sentiré el calor de su cariño y escucharé sus risas. ¡Ese es el regalo de mi vida!

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