La alcaldesa Cherelle Parker asistió esta semana a una celebración interconfesional en la Catedral de San Pedro y San Pablo, en el centro de Filadelfia. La actividad fue organizada por el Consejo de Líderes Religiosos de la ciudad, para honrar la posición histórica de Parker como la primera mujer afroamericana que dirigirá la ciudad; y entre los asistentes se incluían el arzobispo católico Nelson J. Pérez; el reverendo Daniel Gutiérrez, de la Diócesis Episcopal; el imam Anwar Muhaimin, en representación de la comunidad islámica, y el rabino David Straus, de la Federación Judía.

El acto revistió un importante simbolismo, y la alcaldesa hizo visible su alegría y agradecimiento por el gesto, recordando, por una parte, que Filadelfia, como ciudad del amor fraternal,  ha acogido y no ha hecho distinciones por la afiliación religiosa de sus ciudadanos; e igualmente, para enfatizar que es importante también desde el plano de la fe, unir fuerzas para asumir los fuertes desafíos de la ciudad, tales como la pobreza, la violencia desbocada, la crisis por abuso de sustancias y otros males ampliamente conocidos.

Aparte de orar e invocar bendiciones sobre la funcionaria y su equipo, y más allá del positivo impacto que ha causado la ceremonia; el hecho puede dar pie a repensar por un momento en el sentido o en el “plus” que la fe le pueden agregar a la convivencia de una ciudad, o de un estado o país.

Algunos estudiosos meditan hoy y se preguntan seriamente: ¿Son todavía los Estados Unidos una nación cristiana? El tener una fe religiosa le agrega valor, cohesión o estabilidad a una sociedad, ¿o son una fuerza de retroceso? ¿Es la práctica religiosa incompatible con el progreso y la libertad? ¿Es Estados Unidos una nación atea, o solo ha cambiado de religión?

Para muchos observadores externos, era un hecho admirable y al tiempo incomprensible, cómo la fe religiosa, y en particular, la fe cristiana, sobrevivió en los Estados Unidos con porfiada fuerza a lo largo del siglo XX, a pesar de ser la nación más rica y tecnologizada del mundo; mientras otras naciones ricas y desarrolladas, como el conjunto de las sociedades europeas, fue viendo decaer la práctica religiosa desde los comienzos del siglo.

Según una encuesta del Pew Center en 2022, seis de cada 10 estadounidenses opinaron que los padres de la nación querían fundar un país basado en principios cristianos. En el caso de los evangélicos blancos, el 81% respondió que los padres quisieron fundar una nación cristiana, pero solo el 23% pensaban que lo es en este momento.

Algunos estudiosos ubican el inicio del fuerte declive religioso del país en la década de los 90. Según Christian Smith, un profesor de religión de la Universidad de Notre Dame, citado por el periódico Atlantic, los tres hechos principales que inician esa tendencia son: 1, la percepción de una alianza entre el partido Republicano y creyentes radicales; 2, el final de la guerra fría, que hizo que ser ateo no fuera visto como “traición” por ser la potencia soviética enemiga y atea; y 3, los eventos del 11 de septiembre, que contribuyeron a difundir la idea que todas las religiones traen mal y destrucción.

Escarbando en la historia local de Filadelfia, William Penn preveía una política cimentada en el amor fraternal, y por ello estimuló un ambiente abierto, próspero y exitoso en materia de libertad religiosa, pues creía firmemente en la vitalidad que infundían al tejido social las creencias religiosas, la tolerancia y el pluralismo.

Según la sociedad Fe y libertad, fue la fe bíblica la que inspiró la lucha por la abolición de la esclavitud, los derechos de las mujeres, los derechos de los nativos y los derechos civiles de libertad y justicia para todos; y creen que la Campana de la Libertad de Filadelfia simboliza esta verdad por la frase bíblica que tiene inscrita: «Proclamen la libertad en toda la tierra, a todos sus habitantes». (Levítico 25:10).

La positiva convocatoria a las organizaciones de fe para contribuir en la búsqueda de soluciones a los desafíos de la ciudad, hacen recordar las palabras de John Adams a las milicias de Massachussets en 1798, cuando les exhortó diciendo: “Nuestra Constitución fue hecha para gente moral y religiosa, y será inadecuada para cualquier otro tipo de personas”.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí