(Foto: EFE/Carlos Ramírez)

El mariachi tocaba chulo de contento, la verbena ya era como de quince de septiembre y en general, toda la pachanga se pintó de color azul en la cantina “México Lindo y Querido”.

“¡Ya lo pasado, pasaaadooo! ¡No me interesa! ¡Si antes por las cruzazuleadas sufrí y lloré, todo quedó en el ayer! ¡Ya olvidé, ya olvidé, ya olvidé!”, cantaba en la mesa del rincón muy sentimental Don Pedro, con una botella de tequila en una mano y una matraca en la otra.

“¡Tengo en la vida un nuevo título por quien vivir, lo amo y me ama! ¡Ya nunca más estaré, solo y triste otra vez!”, cantaba cada vez más fuerte el viejo de Guanajuato que vaya que estaba eufórico. “¡Pido un aplauso para el Cruz Azul que por fin ha campeonado! ¡Mil gracias por tanto y tanto amooor! ¡Vivo enamorado, hoy me he enamorado, qué feliz estoy!”, remataba poniéndose de pie como si fuera el mismísimo príncipe de la canción.  

De pronto, a la cantina entró el Chido One, un chilango querendón, y de inmediato a Don Pedro se dirigió. “Tranquilo y nos amanecemos, mi cabecita de algodón. ¿A poco se echará toda la botella para festejar a esos maletas? Ni cuando el Chucky Lozano metió el gol en el Mundial contra Alemania lloró de alegría”.

“¡Qué vas a saber tú de curar penas si lo más amargo que has probado es lo que te cocinan en casa! ¿No lo ves? Se terminó una maldición de veintitrés años, tiempo en el que fuimos el hazmerreír de la Liga, y aunque desfilaron técnicos, jugadores y hasta una directiva mañosa, solo echaban más leña al fuego de nuestras frustraciones”, dijo Don Pedro, meditando cada una de sus palabras.

“¡Ganamos la novena! Y ya pueden descansar tranquilos Nacho Trelles, el Güero Cárdenas, el Superman Marín, y todas las figuras que le han dado brillo a este equipo que, aunque se les haya olvidado a los envidiosos, es uno de los cuatro grandes de México. Pero ya estamos de regreso, para lo que se les ofrezca…”, concluyó el viejo muy envalentonado, haciendo sonar nuevamente su matraca.  

“Pues si de festejar se trata, vamos pidiendo la otra ronda de tequilas y nomás para no desentonar, arránquense muchachos con la canción de mis Águilas porque: ¡Con campeonato o sin campeonato, mi América hace siempre lo que quiere y su palabra es la ley! ¡No tenemos trono ni reina, ni nadie quien nos comprenda, pero el América con trece estrellas sigue siendo el rey!”, cantó el chilango americanista, mientras el duelo de porras comenzaba en la cantina, el baile agarraba forma y así pasaron muchas, pero muchas horas en el tan esperado festejo azul.

 El desempance


¡Los príncipes azules están de moda en el mundo del fútbol! El Chelsea demostró que verbo mata carita, y que vale más saberse mover que el billete por delante. Sin importar que el Manchester City de Pep Guardiola tuviera millones de razones verdes para llevarse la Champions League, al final fue el coraje, hambre de gloria y humildad lo que hicieron a The Blues los reyes de Europa, por encima del Real Madrid, Bayern Múnich, PSG, Juventus, y toda la baraja de históricos. Hoy la moda es el azul, y si no tenemos los ojos como Brad Pitt, mínimo hay que ponerse la playera del Cruz Azul o la del Chelsea.

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