Policías arrestan a manifestantes frente al capitolio de Cuba en La Habana. (Foto: EFE/Ernesto Mastrascusa/Archivo)

El levantamiento del pueblo cubano, comenzado el 11 de julio, ha llamado la atención del mundo. Primero, por la dimensión de la protesta, en toda la geografía cubana, y segundo, por la desproporcionada crueldad con que reacciona la dictadura. Se ha desvelado el engaño castrista de un pueblo tranquilo y feliz bajo el comunismo, por lo que las sociedades libres, los gobiernos democráticos y los medios de comunicación han podido saber lo que realmente sucede en la isla caribeña.

Estas acciones han sido inéditas en la historia de Cuba, ya que el pueblo ha perdido el miedo y reclama libertad. Nunca la dictadura había estado más débil y nunca la sociedad tan fuerte, lo que hace prever que habrá algún cambio político pronto. En un mundo multilateral, la posición geopolítica y la estructura de la dictadura a nivel regional hace que se interesen por ella las potencias mundiales, ante cualquier modificación política.

Por supuesto, es del interés de los Estados Unidos lo que sucede en Cuba, con más de 2 millones de cubanos en su territorio, que gozan de una fuerte influencia política, con la cercanía geográfica tan notoria (90 millas) y con una posición antiamericana de los castristas, los sucesos libertarios de Cuba hacen que la sociedad y el gobierno estadounidense deban prestar atención y auxilio al pueblo cubano.

Pero el interés viene de mucho más lejos, Rusia, desde los tiempos soviéticos, ha considerado a Cuba como un socio muy especial, por estar en la zona central del Caribe, junto a los Estados Unidos, que no dejan de ser sus rivales, y como una inversión enorme que han realizado en los últimos 62 años. Miles de millones de dólares después, Rusia siente que tiene derechos adquiridos en la isla, y no quiere perderlos. Sus intereses distan mucho de los que desea la sociedad cubana, ya que el mantener a los castristas y sus sucesores les garantiza un enclave en el hemisferio que no pueden sustituir, ni siquiera con Venezuela o Nicaragua, países en los que también tienen una gran influencia y dominio.

Por otro lado, surge China con sus intenciones de convertirse en la gran potencia mundial, y no ha dejado oportunidad de intervenir en la economía, la política y la diplomacia de todos los países, la situación cubana les es de especial atención, ya que la alianza forjada desde los años 60’s, ha permanecido y se ha consolidado en los últimos lustros.

China desea tener aliados firmes en toda Iberoamérica, pero ninguno le ha sido más útil que los castristas y sus sucesores, ya que les ha permitido aliarse con otros países de la región, y desde ahí construir los cimientos de sus intervenciones en todo el hemisferio.

China, bajo la política mundial que lleva a cabo de manera intensa y agresiva, no se puede permitir perder a un socio tan relevante en su misión de dominio, por ello ha otorgado todo el apoyo posible al régimen de los castristas, en materia tecnológica, de represión y diplomacia; apoyando públicamente al decadente régimen dictatorial.

Los intereses de la comunidad internacional se deben alinear con los del pueblo cubano, que reclama una sola cosa: Libertad. Los intereses de los cómplices de la dictadura son totalmente opuestos: Mantener el poder a costa de lo que sea.

Rusia y China no contemplan la voluntad del pueblo cubano en lo más mínimo, el respaldo a los comunistas cubanos obedece a la necesidad de mantener un enclave en América, nada más. Con un sistema que los obedezca, que les deba y que les permita control seguro de sus actividades en nuestro continente.

Es este el momento histórico donde se definirá quién está del lado correcto de la historia: los que se suman a la lucha por la libertad y la democracia, o los que apoyan a los criminales comunistas que oprimen a su propio pueblo.

Rusia y China, con su visión ajena a la región, han decidido apoyar con firmeza a la dictadura, son cómplices de ellos y cobrarán caro este respaldo. El peligro que representa para la región es que mantengan la expansión de comunismo desde Cuba, para obtener mayor influencia en la región, con las terribles consecuencias para los pueblos en materia de libertades, derechos, pobreza y destrucción.

Los intereses chinos y rusos son opuestos a los deseos de libertad de nuestra América, lo demuestran en las palabras y en los hechos. Hay que detenerlos desde ahora, como lo inició el pueblo cubano el 11 de julio.

*René Bolio es jurista mexicano, presidente de la Comisión Mexicana de Derechos Humanos y de la Comisión Internacional Justicia Cuba.

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