Voy a vacunarme antes que nadie para que nadie tenga miedo": En la imagen un registro del presidente de Argentina, Alberto Fernández, en Buenos Aires (Argentina). EFE/ Juan Mabromata/Archivo

Buenos Aires, (Arg.) – En un año signado por la pandemia, con millones de casos y miles de muertos, los países de América del Sur transitan los últimos días de este fatídico 2020, inmersos dentro de un panorama que, a la hora de los balances, muestran indicativos preocupantes, sobre todo en los casos de las potencias de la región, como Brasil, Argentina, Venezuela y Bolivia. En tanto que en otros como Chile y Uruguay, la coyuntura se presenta más esperanzadora, si vemos los últimos movimientos políticos.

Argentina quizás sea el país con mayor preponderancia dentro del continente sudamericano, junto a Brasil, debido a los alcances de su política regional e internacional. Transitando el primer año de gobierno del peronista Alberto Fernández, la situación está difícil por donde se la mire. Inflación desmesurada, altísima recesión, planes sociales a diestra y siniestra, la falta de un plan económico que nivele las devastadas arcas oficiales, creación permanente de nuevos impuestos (con las consecuencias lógicas para el pueblo) y una pelea invisible e interna entre el presidente y su vice, la señora Cristina Fernández de Kirchner, han conseguido que las cuentas den negativo en todo sentido.

De hecho, la imagen otrora positiva de Fernández ha pasado a ser totalmente inversa. De acuerdo con una encuesta de la consultora Management and Fit, con datos de todo el país, más del 50 por ciento de los argentinos desaprueba su gestión.

Otro de los temas que afectaron su gestión fue el apoyo al dictador Nicolás Maduro, presidente de una Venezuela que se cae a pedazos ante el desconcierto mundial, salvo a los ojos de Rusia, Nicaragua, Bolivia, Cuba y de la misma Argentina.

Las recientes elecciones legislativas llevadas a cabo allí volvieron a demostrar la influencia del régimen chavista en estos “menesteres”, con resultados ya sabidos con anticipación al acto eleccionario.

Iván Duque, presidente de Colombia, al margen de su lucha eterna contra el Ejército de Liberación Nacional (ELN), fue uno de los que se manifestó al respecto, respaldando al opositor Juan Guaidó, precursor de la “Operación Libertad”, que busca poner fin al gobierno de Maduro. “Hacemos un llamado a los militares y al pueblo de Venezuela para que se ubiquen del lado correcto de la historia, rechazando la dictadura y la usurpación de Maduro”, dijo. Incluso Luis Almagro, secretario general de la OEA apoyó la convocatoria del líder opositor; lo mismo que Jair Bolsonaro y otros líderes regionales y mundiales.

El triunfo en Bolivia del candidato del Movimiento al Socialismo (MAS), que llevó a la presidencia a Luis Arce, fue el “alivio” para las huestes bolivarianas. Esto valió el regreso al país del cuestionado Evo Morales, quien, desde el exilio en Argentina, trabajó incansablemente para desgastar la figura de la presidenta interina, Jeanine Añez. Ahora, la expresidenta deberá defenderse del juicio político que presentarán las nuevas autoridades, por los cargos de genocidio y su responsabilidad en los incidentes ocurridos en noviembre pasado, tras la anulación de los comicios por denuncias de fraude. “Me quedaré en mi país para dar la cara y defender mi inocencia”, dijo Añez, ante los rumores de una posible salida hacia el exterior.

Fotografía cedida por el Palacio de Miraflores que muestra al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro (c), durante la presentación de un balance de la pandemia, en Caracas (Venezuela). EFE/PALACIO DE MIRAFLORES

Brasil, tranquilo en lo político (salvo por algunos resultados anti Bolsonaro en las elecciones municipales), sigue luchando contra el coronavirus y sus consecuencias, y contra el mismo presidente, quien no escatima esfuerzos para generar polémicas en cuanto tema se le cruza. Minimizando la pandemia, peleándose con el gobierno de China a quien acusa de espionaje, ironizando y maltratando a periodistas, haciendo leña del caído Donald Trump y otras cosas más, que tal vez sean un “escape” a la opinión generalizada que dice que la derecha ya no necesita de él, y que, en la actualidad, no tiene un partido que lo represente.

Del otro lado de los andes, Chile termina el año con una nueva esperanza, gracias a los resultados del Plebiscito Constitucional. El triunfo de la opción “Apruebo”, hará posible la redacción de una nueva Constitución, que como marco fundamental y sentando un precedente, será la primera redactada por un número igual de mujeres y hombres. Sin duda, este hecho alentó la participación masiva tras la crisis política de los últimos meses, que generó protestas y disturbios al por mayor. También, por la buena noticia de registrar “deflación” por tercera vez en el año.

Países como Ecuador, Paraguay y Perú, con todas sus baterías enfiladas a la lucha contra el COVID 19, dejan a Uruguay como el modelo a aplicar. Con una política sana, equilibrada y envidiable, el gabinete del presidente Luis Lacalle Pou ha llevado a convertir al “paisito” que vio nacer al poeta Mario Benedetti, en el mejor lugar para vivir en Sudamérica. Ni más ni menos que un “paraíso posible” dentro de la región.

Malas, regulares y buenas dentro de un 2020 que no se olvidará fácilmente.

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