El papa emérito Benedicto XVI. (Foto: AP/Archivo)

El papa emérito Benedito XVI falleció el 31 de diciembre a los 95 años; tuvo una larga e ilustre carrera como uno de los teólogos destacados de la Iglesia católica. Sin embargo, a pesar de todos sus logros y distinciones, se le recordará por ser el primer pontífice en renunciar en 600 años. El excardenal alemán Joseph Ratzinger fue el encargado del Vaticano de velar por el apego a la doctrina antes de convertirse en papa. Luego, después de ser elegido pontífice en 2005, continuó el rumbo conservador establecido por San Juan Pablo II de quien fue su mano derecha. Su papado duro 8 años, pero su influencia va más allá antes y después de su renuncia, y ahora de su ausencia terrenal. Los feligreses que acudieron a despedirse de él superaron por mucho las expectativas.

DOCTRINARIO EN JEFE

Durante casi un cuarto de siglo en el papel de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Ratzinger llegó a ser conocido por disciplinar a teólogos que se apartaban de la doctrina oficial del Vaticano, fue responsable de una de las reformas internas más importantes del Vaticano: Requerir que todos los casos de abusos sexuales en la Iglesia fueran enviados a su oficina para ser examinados. Ese cambio en 2001 fue una respuesta a la creciente evidencia de que los obispos estaban trasladando de un lugar a otro a los sacerdotes que abusaban, en lugar de sancionarlos. Tomó medidas contra el sacerdote pedófilo más notorio del siglo XX, el padre mexicano Marcial Maciel. Asumió el control de los Legionarios de Cristo, una orden religiosa conservadora fundada por Maciel que Juan Pablo II consideraba un modelo de ortodoxia.

EL PAPA 265to

Ratzinger era el favorito en el cónclave de 2005, y fue elegido en la cuarta ronda de votaciones después de que el cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio —el futuro papa Francisco-, que se ubicaba en segundo sitio, se excluyó. Benedicto XVI tenía unos zapatos muy grandes que llenar. En su nuevo papel de pontífice, se propuso recordarle a Europa sus raíces cristianas y buscar mejorar las relaciones con China y con la Iglesia ortodoxa. Dejó en claro desde el principio que quería restablecer las relaciones diplomáticas con China, las cuales habían sido interrumpidas en 1951. Escribió una carta histórica a los 12 millones de fieles chinos en 2007, y los instó a unirse bajo el ala de Roma. Esa misiva ayudó a allanar el camino para que Francisco sellara un acuerdo controvertido con Beijing sobre el nombramiento de obispos en 2018.

RELACIONES CON LOS JUDÍOS Y LOS MUSULMANES

Benedicto XVI hizo de un acercamiento a los judíos un sello de su papado. En una de sus medidas más significativas, efectuó una amplia exoneración del pueblo judío por la muerte de Cristo. Pero también hizo enfurecer a grupos judíos cuando rehabilitó a un obispo que negaba el Holocausto, un escándalo que el pontífice reconoció podría haberse evitado si alguien en el Vaticano hubiera efectuado una simple búsqueda en internet del nombre del obispo. Las relaciones de Benedicto XVI con los musulmanes fueron más tensas. Sacudió al mundo islámico con un discurso en septiembre del 2006 en Regensburg, Alemania, a 5 años de los ataques del 11 de septiembre, citó a un emperador bizantino que declaró que algunas de las enseñanzas del profeta Mahoma eran “malvadas e inhumanas”, en especial su mandato de propagar la fe “por medio de la espada”. Un comentario subsecuente tras una masacre de cristianos en Egipto provocó que el centro Al Azhar en El Cairo, sede del saber de los musulmanes suníes, suspendiera sus relaciones con el Vaticano, las cuales no fueron reanudadas sino hasta el papado de Francisco.

El papa Benedicto XVI porta un sombrero para guarecerse del sol antes de su audiencia semanal en la Plaza de San Pedro, el 6 de septiembre de 2006, en el Vaticano. (Foto: AP/Pier Paolo Cito/Archivo)

EL ESCÁNDALO VATILEAKS

Paolo Gabriele su exmayordomo les dijo a los investigadores de la Santa Sede que entregó documentos al periodista italiano Gianluigi Nuzzi, quien luego publicó un libro, porque pensaba que el papa no estaba siendo informado de la “maldad y la corrupción” en el Vaticano y que exponerlas públicamente pondría de nuevo a la Iglesia en el camino correcto. Fue un capítulo doloroso y vergonzoso para la Santa Sede que dejó al descubierto luchas de poder, intrigas, denuncias de corrupción y relaciones homosexuales en los niveles más altos de la Iglesia católica. También fue una traición personal para Benedicto XVI, aunque a la larga perdonó a Gabriele. Una vez que se resolvió el escándalo de los “Vatileaks”, Benedicto XVI se sintió libre de tomar la decisión que había insinuado previamente.

LA RENUNCIA

Benedicto XVI eligió el 11 de febrero de 2013 —un día feriado en el Vaticano, en el que tuvo una audiencia de rutina con sus cardenales— para efectuar el anuncio histórico en latín de que se convertiría en el primer papa en renunciar desde Gregorio XII en 1415. Durante un viaje a México en 2012 sufrió una caída en la noche, y ello le pareció una confirmación de que ya no podía mantener el paso de las agotadoras exigencias trotamundos del papado en el siglo XXI. Benedicto XVI les dijo a los cardenales que, debido a su edad, ya no tenía la “fortaleza de mente y cuerpo” necesarias para desempeñarse en el puesto y que estaba decidiendo libremente renunciar a su ministerio papal. Salió del Vaticano el 28 de febrero de 2013, desplazándose en helicóptero a la residencia veraniega papal de Castel Gandolfo, al sur de Roma, donde pasó los primeros meses de su retiro.

EN EL RETIRO

Benedicto XVI cumplió en gran medida su palabra de que viviría en oración y meditación, “oculto al mundo”, en el monasterio de los jardines del Vaticano.

Pero siguió siendo un punto de referencia para los tradicionalistas nostálgicos de su papado ortodoxo. Y sus pocos pronunciamientos públicos en su papel de “papa emérito” llegaron a los encabezados noticiosos y azuzaron exhortaciones de que se emitieran directrices para los futuros papas retirados con el fin de evitar confusiones en torno a quién estaba realmente a cargo de la Iglesia.

LA DESPEDIDA

Francisco celebró la misa del funeral de Benedicto XVI el jueves, a la que sólo se pidió que Italia y Alemania enviaran delegaciones oficiales, y cerrará un capítulo sin precedentes en la historia del papado en el que un papa reinante pronuncie el panegírico de uno jubilado.

A pesar de que su estilo y sus prioridades eran muy diferentes, Francisco trató a Benedicto XVI con el mayor respeto y amor: El jesuita argentino dijo con frecuencia que tener a Benedicto XVI en el Vaticano era como tener un “abuelo sabio” que vivía en casa.

Frecuentemente, Benedicto XVI fue incomprendido. Apodado el “Rottweiler de Dios” por los medios de prensa que no simpatizaban con él, era en realidad un académico dulce y extremadamente inteligente que dedicó su vida a servir a la Iglesia que amaba. Sus últimas palabras fueron, “te amo Señor”

Nacido el 16 de abril de 1927 en Marktl Am Inn, en Baviera, Benedicto XVI escribió en sus memorias que se alistó en el movimiento nazi de las Juventudes Hitlerianas en contra su voluntad en 1941, cuando tenía 14 años y la membresía era obligatoria. Desertó del ejército alemán en abril de 1945, en los últimos días de la guerra.

Fue el papa de mayor edad elegido en 275 años, y el primer alemán en casi 1.000 años.

Benedicto XVI escribió tres encíclicas: “Dios es amor”, en 2006; “Salvados por la esperanza”, en 2007, y “Caridad en la verdad”, en 2009. La última fue quizás la más conocida, ya que pedía un nuevo orden financiero mundial guiado por la ética, y fue publicada en medio de la crisis financiera mundial.

Inició una cuarta, “La luz de la fe”, que finalmente fue publicada en julio de 2013 bajo una firma conjunta con su sucesor, Francisco, quien la terminó después de que Benedicto XVI se jubilara.

El llamado de Benedicto XVI a la ética financiera fue más que una simple exhortación: Enmendó el código jurídico del Estado de la Ciudad del Vaticano para cumplir con las normas internacionales de combate al lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo, lo que puso a la Santa Sede en el camino hacia la transparencia financiera en un intento por quitarle su imagen de ser un paraíso fiscal repleto de escándalos.

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