Socorristas y residentes buscan entre los escombros de los edificios derrumbados por un temblor en la ciudad de Harem, cerca de la frontera turca, provincia de Idlib, Siria, el lunes 6 de febrero de 2023. (Foto: AP/Ghaith Alsayed)

DARKUSH, Siria. — Un flujo constante de heridos llegaba el lunes a un ya abrumado hospital de la ciudad de Darkush, ubicada en una zona bajo control rebelde en el noroeste de Siria, después de que un potente terremoto azotó la región. Las mujeres consolaban a niños que lloraban.

En medio del caos, Osama Abdul Hamid se sentó con una expresión aturdida y el rostro cubierto de abrasiones.

Apenas logró salir con vida junto a su esposa y sus cuatro hijos de su edificio de apartamentos en el pueblo cercano de Azmarin. Muchos de sus vecinos no tuvieron tanta suerte.

“El edificio tiene cuatro pisos, y de tres de ellos nadie pudo salir”, comentó Abdul Hamid, rompiendo a llorar. “Dios me dio una nueva oportunidad de vida”.

En otro hospital igualmente rebasado de la ciudad de Idlib, el médico británico Shajul Islam, quien trabaja para varias organizaciones no gubernamentales, pasaba por el peor día de sus siete años que lleva trabajando en Siria.

“Literalmente estoy desconectando a un paciente del respirador para darle una oportunidad a otro paciente, tuve que decidir qué paciente tenía más posibilidad de sobrevivir”, comentó Islam.

El hospital, que ya se encontraba en problemas debido a la maltrecha infraestructura de salud y los recortes de fondos, estaba particularmente rebasado antes del terremoto debido a que otros hospitales de la zona se encontraban fuera de servicio, añadió.

“Tenemos muchos hospitales que ya estaban afectados por la guerra. Así que todo, sus cimientos, ya estaban endebles”, comentó. Y si a eso se le suma el impacto del terremoto, “tenemos al menos tres o cuatro hospitales, que yo sepa, que ya están fuera de servicio”, añadió.

El poderoso sismo de magnitud 7,8 que se produjo antes del amanecer del lunes causó nuevos daños y sufrimiento en el último bastión rebelde de Siria, ya destrozado por años de combates y bombardeos.

Los hospitales y las clínicas se inundaron de heridos. El bastión, en la provincia de Idlib, alberga a millones de desplazados sirios que huyeron de sus casas durante la guerra civil. Muchos de ellos viven en condiciones terribles en campamentos improvisados. Muchos otros allí y en las áreas vecinas controladas por el gobierno están alojados en edificios dañados por bombardeos anteriores, dejándolos incluso más vulnerables a los terremotos.

El sismo causó daños totales o parciales a edificios en al menos 58 aldeas, pueblos y ciudades del noroeste de Siria, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Gran Bretaña.

Más de 4.000 personas murieron en Turquía y Siria, y se presume que el número de víctimas aumentará. En el territorio controlado por la oposición en Siria, se reportaron al menos 450 muertos, pero se cree que cientos más están enterrados bajo los escombros de sus casas.

“Este desastre empeorará el sufrimiento de los sirios que ya luchan contra una grave crisis humanitaria”, dijo en un comunicado Carsten Hansen, director para Oriente Medio del Consejo Noruego para los Refugiados. “Millones ya se han visto obligados a huir por la guerra en la región en general y ahora muchos más serán desplazados por el desastre”.

En el hospital de Darkush, en el oeste de Idlib, Abdel Hamid contó cómo su familia dormía en su apartamento cuando los despertó un fuerte y prolongado temblor. Salieron corriendo del apartamento, pero “antes de que llegáramos a la puerta del edificio, todo el edificio se nos vino encima”, dijo.

Una puerta de madera los protegió de lo peor del derrumbe: todos salieron vivos. Él, su esposa y tres de los niños sufrieron heridas en la cabeza, pero se encuentran en condición estable.

La cantidad de víctimas agotó rápidamente los recursos del hospital, dijo Majdi al-Ibrahim, cirujano general del lugar.

“Necesitamos ayuda urgente. El peligro supera nuestras capacidades”, recalcó.

La Sociedad Médica Siria Estadounidense, que administra hospitales en el norte de Siria y el sur de Turquía, emitió un comunicado en el que dijo que sus instalaciones están “rebasadas con pacientes hasta los pasillos”, e hizo un llamado urgente por “suministros de trauma y respuesta integral de emergencia para salvar vidas y atender a los heridos”.

El territorio rebelde en el extremo noroccidental de Siria ha resistido durante años, incluso después de que las fuerzas del gobierno sirio han recuperado la mayoría de las zonas rebeldes en el resto del país.

En las inmediaciones se registran combates ocasionales con fuerzas sirias respaldadas por Rusia. Grupos rebeldes gobiernan partes del territorio, incluyendo una facción dominante vinculada a Al Qaeda, mientras que otras partes se encuentran bajo un gobierno respaldado por Turquía conocido como Gobierno Interino Sirio.

El desastre se produjo poco después de unas intensas tormentas invernales, sumándose al sufrimiento de quienes se quedaron sin techo.

“Hay lluvia y el clima es muy frío, hay nieve en algunas partes”, dijo Abdel Hakim al-Masri, ministro de economía del gobierno regional con respaldo turco, en declaraciones a The Associated Press. Destacó que el sismo diezmó algunos de los campamentos para desplazados en la zona.

Al-Masri añadió que ya se iniciaron las labores para encontrar albergue temporal para las personas que fueron desplazadas nuevamente, en esta ocasión a causa del terremoto, pero que la magnitud de la respuesta que se requiere supera por mucho los recursos disponibles a nivel local.

“Hay una gran cantidad de sufrimiento y esto lo incrementará”, comentó. “Este asunto exige acciones expeditas de todos los países del mundo”.

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