ARCHIVO - Miles de maestros y simpatizantes sostienen carteles bajo la lluvia durante una manifestación, el 14 de enero de 2019 en Los Ángeles.

A fines de septiembre se agotarán los fondos federales de la era COVID-19 que dieron un respiro a miles de maestros y familias que vieron crecer sus salarios y disminuir sus pagos en guarderías. Para un sector con un salario promedio de sólo 13,71 dólares la hora, esta ayuda hace toda la diferencia.

Patty Ortiz a veces quiere «colgar la toalla», es decir, rendirse. Como cientos de miles de maestros en Estados Unidos, la mexicana de 36 años se debate entre continuar ejerciendo una profesión que demanda mucho de sí y en la que se siente útil, pero que no le reporta suficientes ingresos para llegar cómodamente a fin de mes.

«A veces quiero colgar la toalla y decir bueno, me voy a un lugar donde me paguen más, con menos responsabilidades, porque estar al cargo de la vida de una persona, de un pequeño, ya es una gran responsabilidad», confesó Ortiz a la Voz de América desde Albuquerque, Nuevo México, donde reside hace más de 20 años.

Viuda y madre de un pequeño de cuatro años, la educadora también está preocupada por el incremento en los pagos que tendrá que hacer para mantener a su hijo en un programa extracurricular mientras ella trabaja.

Hasta ahora, un paquete de estímulo federal de la era COVID-19 la ayudaba con esas cuentas, sin embargo, estos recursos pronto van a expirar.

«Una hora y media (del programa extracurricular), pongámoslo así, son 80 al mes. Para mí, eso es bastante, ya que mi sueldo, lo que yo gano la hora son 14,80 dólares. Para mí, eso es otro bill (factura). Si me ahorro ese dinero, yo puedo pagar mi bill del agua. Entonces, para mí sí es de suma importancia que estos fondos permanezcan», insistió Ortiz.

Fondos salvavidas

Las ayudas federales aprobadas por el gobierno de EE. UU. durante la pandemia de COVID-19 permitieron a unos 40 estados asignar fondos para aliviar la carga financiera de familias de bajos ingresos y a la vez incrementar salarios de maestros y educadores de primera infancia, ubicados entre los sectores peores pagados en el país.

En un territorio como Nuevo México, educadores que calificaron para el estímulo recibieron un incremento de hasta 3 dólares la hora y las familias vieron reducidos, a veces hasta cero, los copagos en algunas guarderías y programas escolares de primera infancia.

Este alivio, canalizado a través del llamado plan de Rescate Estadounidense (ARPA en inglés), dio un respiro a profesores y familias a través de unos 39.000 millones de dólares en fondos para este sector.

Tras el fin de la Emergencia Nacional de Salud Pública el pasado mayo, esta ayuda temporal terminará cuando acabe el año fiscal el próximo 30 de septiembre.

«Una vez que esos dólares de ayuda desaparezcan el 30 de septiembre, los proveedores no tendrán más opción que reducir esos modestos aumentos salariales o cobrar tarifas más altas a las familias que ya tienen dificultades para pagar el cuidado infantil», reveló un informe del National Women´s Law Center (NWLC en inglés).

Esto será «catastrófico para un sector donde el salario medio por hora de los trabajadores del cuidado infantil era de sólo 13,71 dólares en 2022», insiste la oenegé con sede en Washington.

Otro estudio del NWLC también demostró que las latinas y las inmigrantes son mayoría en los 40 empleos peor pagados en EEUU, entre los que se encuentra el sector educativo.

«(Las maestras) están con el miedo de que se los van a quitar (el aumento) porque ya se acostumbraron a ese sueldo extra. Aparte, la inflación ahorita está por los cielos, entonces, están en el limbo ellas, con miedo», afirmó Ortiz.

Un sector en desventaja

Datos del Centro informan que entre 2019 y 2022, los salarios medios reales por hora de los trabajadores de cuidado infantil crecieron solo un 3,1 %, muy inferior a la tasa de crecimiento salarial del sector de servicios de alimentos (8,7 %), comercio minorista (5,6 %), entre otras ocupaciones de bajos ingresos.

Estos datos «subrayan aún más que los proveedores de cuidado infantil, que son fundamentales para la fortaleza de nuestras familias y nuestra economía, están muy mal pagados por su trabajo crítico», precisó la vicepresidenta de Seguridad de Ingresos y Cuidado Infantil/Aprendizaje Temprano del NWLC, Melissa Boteach.

«Por medio de ARPA entraron 24.000 millones para subsidios para estabilizar el cuidado infantil y también añadieron 15.000 millones a los fondos federales para el cuidado infantil, el programa que ya existe», especificó a la VOA la analista de Políticas Federales del Cuidado Infantil y Trabajo del NWLC, Karla Coleman.

Según Coleman, datos oficiales demuestran que esos fondos ayudaron a 10 millones de niños y familias y también a 21.000 programas a lo largo del país. Además, la experta recordó que notablemente, algunos estados utilizaron las ayudas para aumentar temporalmente los exiguos salarios en el sector de la educación temprana.

«Con el término de estos fondos, quizás por primera vez los papás van a tener que pagar o pagar mucho más de lo que antes estaban pagando y quizás estos chiquitos ya no van a tener esta oportunidad. Vemos por medio de los estudios que puede impactarlos directamente en la etapa que están de su desarrollo», advirtió.

Coleman subrayó que cuando expiren las ayudas en septiembre, «los programas, los proveedores, van a tener esa decisión muy difícil. Van a tener que decir, bueno, entonces puedo retirar estos aumentos que ya les di a los trabajadores por los últimos dos, tres años o voy a tener que subir los precios para las familias que vienen aquí», insistió.

De las aulas a un mostrador de comida rápida

A Patricia Bustillos, una abuela de Nuevo México, le preocupa cómo hará su hija para pagar la guardería de sus dos nietas. «Antes de que empezara el programa donde les dieron el copago gratis, mi hija pagaba 80 dólares por semana por cada una. (…) Ahora no le están cobrando nada», dijo a la VOA.

Aunque pueda parecer poco dinero, esta podría ser la diferencia entre mantener a un niño en una guardería o centro de infantil para familias de bajos ingresos que reconocen que ofrecer educación temprana a sus pequeños es importante, pero a veces es un gasto extra que no se pueden permitir.

«Un niño que va a la educación temprana, se desarrollan de mejor manera, es más sano. (…) Ellos se motivan a ir hasta la universidad», opinó por su parte Felicitas Torres, de 56 años, que trabaja en la cocina de una escuela donde ha visto «el avance de muchos niños».

Torres destaca que la educación juega un papel muy importante en el futuro de una persona «especialmente si viene de un ambiente, digamos, desfavorecido. Sirve para avanzar», afirmó al tiempo que lamentó los bajos salarios de los educadores, en su gran mayoría mujeres.

«Tengo 28 años trabajando en las guarderías y no sabe cuántas maestras buenas, dedicadas, profesionales, se han ido a trabajar al fast food porque pagan más y ellas necesitan el dinero. Es triste, es triste ver como entonces nuestros niños se están quedando sin buenas maestras porque ellas tienen que buscar un mejor salario. Es muy triste», advirtió.

Entre las acciones de varias organizaciones, entre ellas el NWLC, está el dar a conocer el lado humano detrás de las cifras y brindar «muchísima educación a congresistas y sus equipos» para que conozcan las verdaderas implicaciones de sus políticas, subrayó Coleman.

Más que nada el trabajo de la oenegé busca enfocar la atención en las experiencias vividas por las personas impactadas directamente. «Eso es lo más importante para nosotros, contar esas historias y poder informar a la gente que está directamente tomando las decisiones», indicó la analista.

“Si se permite que expiren los dólares de ayuda federal, la escasez de mano de obra en el cuidado infantil solo empeorará», , insistió la vicepresidenta de Seguridad de Ingresos y Cuidado Infantil/Aprendizaje Temprano del NWLC, Melissa Boteach.

Para Boteach, es «fundamental que el Congreso apruebe fondos federales adicionales y sustanciales para ayudar a garantizar que los trabajadores de cuidado infantil, que son abrumadoramente mujeres y desproporcionadamente mujeres de color, reciban una compensación justa por su trabajo”.

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