Ceiba fue uno de los organizadores del Foro Latino “Filadelfia Decide” en Esperanza, el pasado 10 de abril.

Este próximo martes 16 de mayo son las elecciones primarias. Esta es ya considerada la carrera hacia la alcaldía, más cara en la historia de Filadelfia.

En 2015, las primarias demócratas ganadas por Jim Kenney costaron $29 millones. En ese momento, según los cálculos publicados por WHYY, fue la elección más cara en la historia de la ciudad grande más pobre de los EE. UU.

Con $31 millones ya gastados a finales de abril, la carrera por la alcaldía de este año supera ese récord.

Según un análisis de Inquirer, Domb ha gastado más (10,8 millones de dólares), seguido de Brown (5,6 millones de dólares + 2,8 millones de dólares de los PAC). El gasto de Rhynhart fue de $ 2,6 millones, mientras que el de Gym fue de $ 2,1 millones más otro millón de PAC. Parker ha gastado menos: 1,4 millones de dólares directamente y 1,1 millones de apoyo a los PAC.

Los candidatos hacen sus últimas concentraciones, los generadores de opinión hacen públicas sus preferencias y los grupos políticos se reúnen, se alinean, y salen resueltos a ofrecer su apoyo a un único candidato, pero a veces, los votantes se dispersan votando por múltiples opciones, diluyendo así la posibilidad de ganar el músculo político que surge del votar en grupo y unidos.

A ese escenario se suma uno menos deseable, los potenciales votantes no salen a cumplir su responsabilidad cívica de escoger al candidato de su preferencia. Algo que todavía afecta a las comunidades latinas, ya que los pocos candidatos que se esfuerzan por conseguir su voto, y que se comprometen a sus demandas, a menudo no tienen la certeza de si saldrán o no a votar.

En la medida en que los latinos vengan persuadidos y todas las partes reconozcan su importancia reflejada en el censo, el voto de los diversos grupos latinos conquistará su valor potencial.

Muchos vecindarios de Filadelfia se han latinizado a ritmo rápido, sin embargo, sus cuadros políticos todavía no reflejan a los constituyentes del territorio, ya sea porque no se inscriben en el registro de votantes, o porque no participan en los comités de sus partidos.

Las múltiples organizaciones hispanas de la ciudad han venido trabajando en orientar sobre el proceso de inscripción; de dónde corresponde votar y, sobre todo, en el caso de Impacto, también de informar cuáles son las ideas detrás de los candidatos, para incentivar una elección informada.  Sin embargo, aún falta información electoral dirigida a los problemas que enfrentan nuestras comunidades y en su propio idioma.

A pesar de que muchos activistas se han movilizado para sumar votantes al registro y de que se sigue galvanizando al electorado latino, un reporte del PEW Hispanic Center aún estima que en ciertos vecindarios hispanos el promedio de los que salen a votar a veces no supera ni el 4%, lo cual es un pésimo augurio para las esperanzas de los líderes latinos.

Por eso, es un deber moral y no solo cívico, salir el día de las elecciones, con el orgullo de no haber dejado que otros decidan por ti.

En su libro de reciente publicación “Generación idiota”, el politólogo argentino Agustín Laje critica fuertemente esta deriva social posmoderna que lleva al hombre a querer pasarse la vida “mirando su propio ombligo”. Para los griegos, el término “idiota” significa el hombre que no participa en las decisiones de la poli, en los destinos y el futuro de su ciudad o su país; o porque es perezoso intelectual, o porque es pobre de medios y de espíritu, o simplemente porque a su pasmada inteligencia no le importa que otros decidan por él. Salgamos, pues, de la indiferencia y la contemplación, y que no entremos en esta clasificación. Si podemos hacer la diferencia en estas elecciones, y hacer que valga la pena su enorme costo, vayamos a ejercer el privilegio y el deber de votar.

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