Arrancó el “Mes de la Herencia Hispana”, cuatro semanas durante las cuales, con el auspicio del Gobierno Federal, se trata de visibilizar la riqueza y la contribución que los hispanos han dado a la cultura, la economía y al desarrollo de este país en múltiples campos.

Su origen se remonta al presidente Lyndon Johnson, que estableció en 1968 la “Semana de la Herencia Hispana”. En 1988 Ronald Reagan extendió la celebración para comprender un mes entero. Ha corrido mucha agua bajo los puentes de los Estados Unidos desde ese entonces. Muchos inmigrantes hispanos de la época ahora tienen hijos y hasta nietos que crecieron en este país, y que se han integrado completamente a la cultura y al idioma, aunque muchos no han dejado de hablar el español en casa.

Hay otros que solo conservan el apellido y algunos lejanos nexos culturales con las tierras de sus padres.

Sin embargo, es importante que los hispanos de esta gran nación ya sean nativos de origen hispánico, inmigrantes de primera o segunda generación, entiendan y valoren a fondo lo que su ancestro cultural ha traído de positivo al país.

Las contribuciones pueden ser bienes materiales, pero también el gran espíritu emprendedor que es típico de los inmigrantes de primera oleada. Son bienes intangibles, como es todo el acervo cultural en la comida, la música, el arte, la literatura, y en sí, la creatividad en sus múltiples formas, que suma, constituye un gran patrimonio agregado.

La enorme polarización que ha caracterizado el ambiente político del país durante el siglo XXI ha tenido un efecto negativo sobre la imagen de los hispanos, que; ya sea por constituirse en una colectividad política que crece cada día, (que atrae los intereses de los partidos) o por el tema de la situación jurídica de millones de ellos, se terminan convirtiendo, o en un trofeo electoral para algunos, o en chivo expiatorio de males y perversidades para otros.

Por encima de esas veleidades sociopolíticas, los latinos deben hacerse cada vez más conscientes de la fuerza que pueden aglutinar si son capaces de “jalar para el mismo lado”, y sin mirar a las barreras partidistas para obtener objetivos de mejora económica y de bienestar general.

Hay quien cree, que porque muchos inmigrantes provienen de estratos sociales desventajados, y son trabajadores de bajo rango y campesinos, automáticamente deberán orientarse hacia el Partido Demócrata; mientras otros bien saben que en estados como Texas, Florida o Nuevo México, muchos inmigrantes hispanos votan republicano a causa de la violenta historia de opresión que sufrieron en sus países a manos de regímenes que los oprimieron y empobrecieron, como sucede con millones de inmigrantes cubanos y venezolanos.

Hay que aceptar la libertad de simpatizar con un partido u otro, pero hay que tener ideas claras sobre las necesidades que tiene nuestra colectividad, lo que permitiría avanzar significativamente en la representatividad política, en todos los puestos de elección popular, y trabajar para desbloquear los apoyos y recursos del Estado para aumentar los niveles de educación, bilingüismo, salud física y mental, entrenamiento para la inserción en el mercado laboral, y asistencia para las iniciativas empresariales.

Aunque los coletazos de la polarización han repotenciado los rótulos autoinfligidos, y los clichés del hispano ineducado, fiestero, haragán e inclinado a las actividades ilícitas; debemos ser consecuentes en la afirmación de que son una minoría, los que con sus conductas irresponsables pudieran reforzar esos mitos, pero solo si la mayoría, “gente de bien” lo permite.

En cambio, hay que celebrar los logros de un reciente informe de PEW. La población latina en EE. UU. alcanzó en 2021 un producto interior bruto (PIB) de 3,2 billones de dólares, lo que la convertiría en la quinta economía del mundo si fuera un país. A pesar del golpe que representó la pandemia de la COVID-19 para los latinos en el país, el PIB de esta población creció en 2021 un 7,1 % ajustado a la inflación.

Un ejemplo de esta resiliencia es que a pesar de que los latinos representan sólo una quinta parte de la población estadounidense fueron responsables por el 39 % del crecimiento del PIB real del país durante 2020 y 2021.

En 2021, el 76 % de la población latina del país (47 millones) vivía en solo diez estados y entre ellos Pensilvania.

El futuro también es prometedor; los estudiantes latinos representan casi uno de cada cinco estudiantes universitarios en todo el país.

Además, muchos de los inmigrantes que están llegando son gente con nivel universitario que simplemente tienen que salir de sus países por las condiciones de inseguridad y de falta de empleos bien remunerados. Si se les diera la posibilidad de desarrollar sus talentos usando sus conocimientos y ganas de trabajar, toda la sociedad norteamericana ganaría.

Otro dato importante es que tres de cada cuatro latinos hablan español con fluidez, y el 85 % del total de los latinos, (59 % de los puertorriqueños) opinan que es importante que las generaciones futuras lo hablen.

El español es la segunda lengua más usada en Estados Unidos, el 74 % de los latinos hablan español en sus hogares.

Esfuerzos como el seguir publicados medios de información impresos en español, tienen esa misión de seguir reforzando nuestra identidad lingüística y cultural compartida.

¡Larga vida a los hispanos en Norteamérica!  

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