Edgar Ramirez Director de Philatinos, e ideador de la inicioativa de Philibros. (Foto: Archivo)

El 20 de enero de 1961, ante más de 20 mil personas que se congregaban frente al Capitolio en Washington, tomó juramento, John F. Kennedy, el primer católico en llegar a la Casa Blanca y el hombre más joven elegido nunca para regir los destinos del país. Poco después, en su discurso inaugural, JFK pronunciaría una de las frases que más profundamente calaron en la nación: “ciudadanos, no pregunten qué puede hacer su país por ustedes; pregunten qué pueden hacer ustedes por su país”. Kennedy desafió a los americanos a compartir su ciencia y sus conocimientos con los pueblos más rezagados del mundo; y antes de un año, miles de jóvenes organizados en los “Cuerpos de Paz” partían a trabajar como voluntarios en países de Asia, África y América Latina.

Los beneficios del voluntariado son muchos y muy valiosos. En pocas palabras, es un tiempo que una persona reserva para poner sus fuerzas, talentos y habilidades gratuitamente al servicio de los demás. Es un tiempo de crecimiento espiritual y humano, no solo por la experiencia profesional ganada, sino por el trabajo hecho para mejorar las condiciones de vida, educación, salud física y salud mental de personas marginadas y pueblos necesitados. Es un tiempo en que se crean profundos lazos de amistad con compañeros de experiencia y con otras redes de voluntariado, ya sean estas de origen gubernativo, corporativo, confesional o privado.

A medida que muchos valores de pertenencia y solidaridad social parecen entrar en declive, también lo ha hecho la disposición de los jóvenes para servir de voluntarios. Un estudio de la Universidad de Maryland mostró que tras los ataques del 11 de septiembre hubo un rápido aumento de la vocación al voluntariado, con un pico del 25.6 por ciento de jóvenes entre 22 y 35 años que se involucraron en algún tipo de servicio social en el año 2003; para caer a un 21.6 por ciento en el año 2015. Esta diferencia significa que unos dos millones y medio de jóvenes desaprovecharon la oportunidad de ponerse al servicio de sus congéneres durante ese lapso.

Durante la reciente pandemia, se activaron muchas organizaciones al servicio de la comunidad, y se crearon otras. Sin el extraordinario trabajo de los voluntarios, los efectos del COVID hubieran sido mucho peores.

Gracias a las organizaciones creadas desde y para la comunidad, muchos hogares tuvieron comida, y otros servicios. Estas organizaciones latinas en Filadelfia han venido trabajando, promoviendo la cultura, la participación ciudadana, y cada vez más la solidaridad.

La mayoría de ellas dependen del trabajo voluntario, han aumento su frecuencia y variedad de eventos; en especial en esta época de fin de año, desde el Día de Gracias, hasta la celebración de los Reyes Magos; la mayoría de las grandes agencias como Norris Square Community Alliance, APM, Concilio, Congreso, Ceiba, Taller, Esperanza entre otras, y las pequeñas organizaciones latinas, como el Centro Cultural Mexicano, Acción Colombia, Casa y Gente de Venezuela, Argentinos en Filadelfia, Philatinos Radio, Moriviví etc. tienen varios eventos que celebran las tradiciones latinas, y promueven la solidaridad, no solo durante esta época sino durante todo el año.

Este es un buen momento para estimular a los jóvenes y adultos a descubrir la enriquecedora experiencia humana del voluntariado. En la ciudad, en el estado y el país, decenas de organizaciones buscan voluntarios para atender personas con acceso limitado a la salud; niños necesitados de acompañamiento y refuerzo escolar; jóvenes luchando por superar adicciones; ancianos que se marchitan en soledad, entre muchas otras oportunidades. Dedicar un poco de tiempo a la noble tarea del voluntariado permitiría a muchos experimentar las palabras del líder británico Winston Churchill cuando dijo: “lo que recibimos nos sirve para mantenernos, pero es lo que damos lo que en verdad nos hace vivir”.

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