Reinaldo Guillermo Herrera Agüero, licenciado en Comunicación Social, y especialista en Comunicación Corporativa en La Habana, Cuba.

El 8 de septiembre se celebra el Día Internacional del Periodista; y la efeméride invita a reflexionar sobre las grandes dificultades que enfrenta hoy esta profesión importantísima, que se podría decir, es esencial, para que la información, la promoción de valores, la educación, lo mismo que las tensiones sociales y los eventuales conflictos sean sacados a la luz de manera profesional y ética, y puedan orientar la opinión pública con criterio imparcial, para que los grandes temas que preocupan a la sociedad sean encausados con visión propositiva.

Sin embargo, es un hecho que la profesión periodística además de estarse transformando se encuentra en crisis en muchos lugares del mundo, incluidos los Estados Unidos; a pesar de ser el país considerado por décadas como la “meca” del periodismo libre, profesional e independiente.

En un mundo que se ha venido polarizando sin pausa, ya no solo entre izquierdas y derechas o entre demócratas y republicanos, si no entre “quienes ostentan la verdad y quienes no creen en nada” – entre quienes creen poseer la verdad, aunque no puedan comprobarla–.

Ser periodista se ha convertido en algunos lugares en una profesión cada vez más peligrosa, en otros, en una profesión al servicio de intereses económicos o políticos, y en otros, en una profesión desprestigiada e irrelevante.

Hoy día, ejercer el periodismo con honestidad, imparcialidad y compromiso se ha vuelto una tarea del mayor riesgo. Según Reporteros sin Fronteras, tan solo en 2018, 86 periodistas fueron asesinados y 380 estaban encarcelados. En 2021 el número de muertos bajó a unos 40, quizás ayudado por la pandemia; pero los encarcelados subieron a 488, incluidas 69 mujeres. En países como Rusia, China, Birmania y regímenes afines, el periodismo es amordazado en forma sistemática; en tanto que México y Afganistán se sitúan a la cabeza de los países donde ejercer un periodismo libre y de denuncia se paga con la vida.

Al otro lado del problema se encuentra la crisis del periodismo independiente. El cierre de muchos diarios impresos y la irrupción del Internet ha conducido al despido de miles de reporteros, redactores, caricaturistas etc., en todo el mundo; solo unas pocas agencias son las generadoras de noticias; las cuales son compradas por los pequeños diarios para disminuir costos y poder medrar. Muchos periódicos medianos y pequeños sobreviven con un staff de pocos empleados, sirviéndose de reporteros “free-lance”, que deben asumir trabajos extras para poder sobrevivir.

A esto se suma que los periodistas que trabajan para grandes conglomerados mediáticos, a menudo se ven obligados a renunciar a su independencia para amoldarse a la visión y a la línea editorial de la organización o el magnate que paga su salario; lo que contribuye al descrédito de esta profesión. Además, la aparición de los “trolls” y los profesionales de las “fake news” causan tal desconcierto en el lector, que el oficio periodístico sufre por doquier una nefasta pérdida de prestigio, credibilidad y relevancia.

Ante este inquietante panorama, la presencia y la labor del periodismo comunitario, de los pequeños medios de provincia y de barrio, de los periódicos que hacen vocería a minorías étnicas, a gremios y asociaciones de trabajadores, de pequeños empresarios y de activistas de derechos en múltiples campos, adquieren un valor esencial. Esta es una de las convicciones que mantiene el compromiso de Impacto para informar a sus lectores, desde y para la comunidad, contando también con la colaboración sin fronteras de muchos voluntarios hispanos. A todos ellos gracias y felicidades.

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