Fotografía de archivo donde aparece el congresista demócrata de origen mexicano Raúl Grijalva. (Foto: EFE/Michel Reynolds)

Cinco mujeres centroamericanas llegaron el pasado martes hasta Washington para denunciar la desaparición de miles de migrantes en la ruta hacia Estados Unidos y reclamar el cese de las deportaciones.  Una esquina entre las calles East Capitol y First, frente a la sede del Congreso, sirvió de escenario para que estas mujeres expusieran sus historias al congresista demócrata de origen mexicano Raúl Grijalva.

El legislador fue el encargado de recibir a las integrantes de la caravana de madres de desaparecidos que llega a la capital estadounidense, que también quieren denunciar la militarización de las fronteras ordenadas por los Gobiernos de Centroamérica y México para frenar la inmigración irregular.

Además, pidieron a los Ejecutivos medidas para frenar la violencia y atender la pobreza y la falta de oportunidades que obligan a miles de personas a dejar sus lugares de origen.

Procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras, estas cuatro madres y la hermana de desaparecidos reclamaron apoyo para su búsqueda.

Esos países integran el llamado «Triángulo Norte» de Centroamérica, una de las zonas que más expulsa inmigrantes hacia territorio estadounidense.

Fotografía de archivo donde aparecen miembros de organizaciones de activistas mientras protestan frente a la Casa Blanca, en Washington, Estados Unidos. (Foto: EFE/Shawn Thew)
 

«Estamos muriendo en vida. No tenemos paz, día y noche los tenemos en nuestro corazón y el único deseo es encontrarlos», dijo a Efe la salvadoreña Aracely de Mejía, madre de Edwin Alexander Colindres Ramírez, de quien no tiene noticias desde hace nueve años.

Las mujeres solicitan respaldo para buscar a sus parientes en hospitales, cárceles y en las calles, donde, aseguran, han sido localizados muchos de los desaparecidos.

«Que nos escuchen, que no nos hagan invisibles», agregó de Mejía, al asegurar que son madres «pidiendo una respuesta».

También desde El Salvador partió Bertila Parada, cuyo hijo Carlos Alberto Osorio Parada desapareció el 27 de marzo de 2011 y su cuerpo fue recuperado entre los 196 cadáveres hallados en fosas comunes en San Fernando, Tamaulipas (México), en ese mismo año.

«El anhelo de mi hijo era llegar a este país para apoyar a sus padres, a una niña que estaba ya por nacer», dijo esta mujer, quien explicó que, pese a que el sueño de su hijo «se truncó», ha decidido continuar apoyando a miles de madres.

«Son madres que están muriendo de enfermedades crónicas, del dolor de la pérdida de sus hijos y por eso me he quedado. No porque sea fuerte, sino que veo la necesidad», indicó Parada, al tiempo que instó a que se abran las fronteras para evitar «tantos miles y miles de desaparecidos»

Ella vive separada de su otro hijo, quien reside en Estados Unidos y es beneficiario del Estatus de Protección Temporal (TPS, en inglés), un amparo migratorio que le permite permanecer en el país, aunque 21 años después todavía no ha tenido acceso a la condición de residente o a la ciudadanía.

«Es una angustia, es un dolor constante de saber que pueden ser enviados a El Salvador», confiesa sobre su otro hijo y dos nietos que viven en territorio estadounidense. Junto a estas mujeres estaban Irma Yolanda Pérez, procedente de Guatemala y madre de Gerber Estuardo Pérez; Ángela Lacayo, una hondureña madre de Jarvin Josué Velásquez Lacayo; y Karen Morales, también originaria de Honduras y hermana de Aaron Eliécer Carrasco. Una de las organizaciones que está apoyando esta reivindicación es el Movimiento Migrante Mesoamericano, cuyo integrante Rubén Figueroa señaló que estas mujeres son representantes de «miles de madres que hay en Centroamérica que esperan noticias de hijos e hijas migrantes que desaparecieron en la ruta migratoria», ya sea en México o en la frontera del lado estadounidense. «Las personas migrantes desaparecen cada día más en un entorno violento y hoy día en rutas militarizadas», lamentó Figueroa, quien consideró que las desapariciones son el resultado «de las malas políticas implementadas en sus países de origen» y también desde Estados Unidos

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