Una guía turística se abanica mientras trabaja en Times Square mientras aumentan las temperaturas, el 27 de julio de 2023, en Nueva York.

Se estima que para 2050, 216 millones de personas podrían ser desplazadas dentro de sus países debido al cambio climático, de acuerdo con varias proyecciones. Las altas temperaturas están dentro de los más graves impactos posibles para la humanidad.

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha advertido que el 2023 será recordado como el año más caluroso jamás registrado en la historia, lo que abriría la puerta a un incremento de inundaciones, incendios forestales, deshielos de glaciares e intensas y abundantes olas de calor en el futuro.

El comité de expertos que forman parte de este organismo dependiente de las Naciones Unidas (ONU) también ha puesto de manifiesto que la temperatura media del año está a 1,4 grados Celsius por encima de la era preindustrial, tan solo una décima de grado por debajo de lo que se había fijado en el Acuerdo de París de 2015.

Y el escenario es aún más preocupante de cara al próximo año ya que, según declaraciones del secretario general de la OMM, se podría superar la temperatura objetivo de 1,5 grados Celsius por el fenómeno de El Niño, marcado por el calentamiento del Océano Pacífico.

“Es prácticamente seguro que durante los próximos cuatro años alcanzaremos este 1,5, al menos de forma temporada” decía Petteri Taalas en una entrevista recogida por la agencia Associated Press, al tiempo que se mostraba convencido de que “en la próxima década más o menos vamos a estar ahí de forma permanente”.

Lo cierto es que la Tierra continúa registrando temperaturas cada vez más cálidas. El 2022 ya fue el sexto año con las temperaturas más altas desde 1880, según un informe elaborado por científicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, en inglés) y la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos.

“Es prácticamente seguro que durante los próximos cuatro años alcanzaremos este 1,5, al menos de forma temporada” decía Petteri Taalas en una entrevista recogida por la agencia Associated Press, al tiempo que se mostraba convencido de que “en la próxima década más o menos vamos a estar ahí de forma permanente”.

Lo cierto es que la Tierra continúa registrando temperaturas cada vez más cálidas. El 2022 ya fue el sexto año con las temperaturas más altas desde 1880, según un informe elaborado por científicos de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, en inglés) y la Administración Nacional de los Océanos y la Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos.

“Continuamos en esta grave tendencia de aumentos de temperatura. Y otro dato importante es que los últimos nueve años han sido los más calientes desde que empezamos a tomar medidas”, asegura Carlos del Castillo, jefe del Laboratorio de Ecología Oceánica del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, en declaraciones a la Voz de América, convencido de que “el problema es que la tendencia es inexorablemente de aumento de temperatura a lo largo de este ciclo”.

Sin embargo, el aumento de las temperaturas en todo el planeta no se da de manera equitativa, sino que hay lugares donde se acentúa aún más este calentamiento. “Por ejemplo, en el Ártico, en los hemisferios, en las latitudes más altas hacia el norte, pues el cambio puede ser de hasta cuatro veces más. Y en algunos lugares es un poco menos del promedio, y eso se debe a patrones de corrientes marinas y vientos, entre otras cosas”, decía el experto.

Además, Del Castillo avisa que “los aumentos de temperatura en el planeta tienen efectos muy negativos” y sus consecuencias ya se están viendo hoy en día. “Estamos experimentando aumentos de eventos climáticos extremos, en los lugares que son secos se están secando más, los lugares en los que llueve mucho está lloviendo mucho más y se están intensificando los huracanes”, detalla.

El proyecto de NASA para controlar el cambio climático

Para ello, la NASA ha puesto una “gran cantidad de recursos y de trabajo en tratar de entender cómo nuestro planeta funciona y está cambiando” a consecuencia del “aumento y la intensidad de los eventos meteorológicos, como las lluvias torrenciales, las nevadas más extremas, sequías más secas y más largas olas de calor”.

La agencia aeroespacial estadounidense cuenta con recursos suficientes para poder monitorear algunos de estos fenómenos, de manera que se puede ver, con datos científicos, cuál es el alcance ante esta situación.

“La NASA es una agencia espacial y precisamente por eso, desde la gran ventaja de estar en el espacio, podemos observar todo el planeta. Tenemos una flota de satélites que están dedicados a mirar varios aspectos del planeta Tierra”, dice Castillo.

Para tomar conciencia de esta situación, dice el experto de la NASA, “debemos pensar en el planeta como si fuera un súper organismo”, es decir, que va cambiando de acuerdo con ciertos factores y circunstancias. “Al igual que nosotros tenemos diferentes órganos, el planeta Tierra tiene su atmósfera, sus océanos, las capas polares, y todos estos sistemas interaccionan. Para poder entender cómo funciona, tenemos que mirar todos estos aspectos y lo mejor es mirarlos al mismo tiempo”.

Con los satélites desplegados por el espacio, “se pueden tener observaciones de cómo el planeta se está desarrollando y también tenemos científicos que van al campo, al mar y a los bosques y toman medidas para luego hacer trabajos de laboratorio” y “modelos numéricos que se utilizan no solamente para predecir el futuro, sino para entender el presente”.

El impacto en las migraciones

El cambio climático también está teniendo consecuencias directas en las migraciones. Un informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) señala que “cada año, más de 20 millones de personas deben abandonar su hogar y trasladarse a otros puntos de su propio país debido a los peligros que causan la creciente intensidad y frecuencia de eventos climáticos extremos” como lluvias intensas, sequías prolongadas, desertificación, degradación ambiental, ciclones o aumento del nivel del mar.

La Casa Blanca también es consciente de ello. La portavoz del Departamento de Estado, Kristina Rosales, declaró a la VOA que “migración y cambio climático son dos temas que van prácticamente en dos verticales, paralelamente” y advirtió que esta tendencia “la hemos visto en la frontera” entre México y Estados Unidos.

Los planes de la Casa Blanca

En esa línea, el gobierno de Estados Unidos, a pesar de sus intenciones de liderar esta conversación, admite que esta problemática no se puede abordar de manera unilateral, sino que se debe incorporar “al sector privado, a la juventud, etc”. “Necesitamos también a la sociedad civil para tener esas conversaciones y poder darle ese avance a estos temas de importancia”, sostenía la funcionaria.

Otro informe del Banco Mundial señala que la tendencia de la migración forzada por el cambio climático irá al alza en los próximos años “si no se toman medidas rápidas y concertadas para reducir las emisiones globales”.

Se estima que para el año 2050, “216 millones de personas podrían verse obligados a desplazarse dentro de su país por motivos climáticos”. Eso sí, el documento señala que si implementan políticas para reducir los efectos negativos ante la crisis climática, ese número podría reducirse a 44 millones de personas.

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