Fotografía cedida por Lola Moral donde aparece el ilustrador español Sergio García. (Foto: EFE/Lola Moral)

Nueva York, EE.UU.- «La portada del New Yorker es un referente mítico al que todos aspiramos algún día o, más bien, todos soñamos con poder publicar» en ella, asegura a Efe en una entrevista el ilustrador español Sergio García (Guadix, 1967), que acaba de cumplir su sueño: que los lectores de la emblemática revista de la Gran Manzana detengan la mirada en su obra antes de adentrarse en las páginas de esta publicación.

Y es que las portadas del New Yorker, reflejo bohemio de la ciudad, se han convertido en auténticas piezas de arte que decoran todo tipo de paredes y, también, en un ansiado tesoro de coleccionistas.

«Para mí, como ilustrador supone llegar a una cima, a un hito, es una referencia para un dibujante publicar en el New Yorker, sobre todo en la portada», cuenta desde su casa en Cumbres Verdes, Granada, antes de explicar que desde que la revista semanal dio a conocer su dibujo, todo ha sido «una absoluta locura» de llamadas y de referencias en las redes sociales.

Para García, «todos los grandes han publicado ahí, entonces, que te permitan sacar tu obra ahí te convierte, no sé, en cierta manera, en alguien popular dentro de la ilustración», comenta entre sonrisas.

El también profesor de la escuela de Arte de Granada cita a los ilustradores Sau Steinberg, Christoph Niemann, Artie Spiegelman y Harry Bliss como algunos hacedores de portadas de la publicación.

UN POCO DE MIEDO Y RESPONSABILIDAD

Por todo esto, García, que ha trabajado para periódicos como El País, el grupo Correo o el New York Times y que acaba de ver uno de sus trabajos expuesto en el museo Picasso de París, asegura entre bromas que siente que ha alcanzado un estatus que, a partir de ahora, tiene que mantener y no puede dejar caer.

«Da un poquito de miedo en cierto modo, sí; de golpe, es como una enorme responsabilidad que tienes sobre tus espaldas», dice riéndose.

UNA INTERPRETACIÓN DEL SÍMBOLO DE LA REVISTA

El dibujo de García, en negro y tonos apagados verdes y marrones plomizo, es una interpretación del personaje que identifica a la publicación, el dandy trasnochado Eustace Tilley, que fue dibujado por primera vez en la portada del primer número de la revista en febrero de 1925 por Rea Ervin.

Con motivo de su 96 aniversario, García ha enmarcado en la silueta del caballero el Nueva York de la pandemia y la esperanza de que la vacuna nos permita volar de nuevo como una mariposa.

Cada febrero, es ya una costumbre que diferentes dibujantes hagan versiones contemporáneas del símbolo del New Yorker.

En la ilustración de García, la chistera esconde edificios y calles vacías de la noche de Nueva York, mientras los tonos marrones del traje esconden imágenes de gente por la calle y en coche con mascarilla, personas en su casa hablando por internet con amigos y familiares o una pareja besándose, inspirada en el cuadro «El beso», de Gustav Klimt.

El dibujo narra un viaje desde los primeros momentos de imposición de medidas extraordinarias en Nueva York el pasado marzo para intentar contener la expansión de la pandemia hasta la nueva normalidad que vive la ciudad en la actualidad.

En verde, como García explica a Efe, se da paso a la esperanza: la mascarilla, una mujer leyendo, la jeringuilla de la vacuna que sostiene el caballero o la mariposa que revolotea cerca del título, un brote de esperanza en que todo se quede pronto atrás.

UN LARGO PROCESO

García no tiene ningún reparo en asegurar que esta no era la primera vez que enviaba una propuesta a la revista, que esta vez sí que aceptó su idea para ser publicada.

«Lo que haces es que propones ideas, ellos las recogen, la dirección de arte de la portada, porque hay una dirección de arte sólo para la portada, y luego hay un proceso larguísimo de depuración hasta llegar hasta el final», explica antes de dar ejemplos de propuestas y detalles, como un vagón que aparece en la chistera.

TEORÍA Y PRÁCTICA, LOS CONTENEDORES DE HISTORIAS

Como profesor universitario, García explica que su dibujo, que usa los colores de la caricatura original de 1925, plasma una de sus líneas de investigación.

En este caso una idea similar a la teoría del periodismo clásico, donde el titular resalta lo más importante y la noticia va desgranando los detalles en orden decreciente de importancia.

El titular, explica en tono didáctico, sería la imagen del «gentleman», lo que más llama la atención, lo que primero atrae la vista del lector. Un hombre con chistera, que porta una jeringa y lleva puesta una mascarilla.

Después se van observando los detalles: La silueta es Manhattan y en su centro un hombre corre por Central Park. El silencio de las calles de noche se adivina en la chistera, el marrón plomizo de la chaqueta, la gente en sus casas o la pareja que se besa, como sacada de un cuadro de Klimt.

El verde del parque, de la jeringuilla, de la mujer que lee un libro, de la mariposa que revolotea cerca del título de la revista es la esperanza de dejar detrás la pandemia, explica.

De hecho preparó una «cara B» de la obra que finalmente no llegó a las hojas de la revista, pero que García sí ha publicado en su cuenta de Instagram, donde presenta su visión de cómo será la ciudad tras el fin de la covid-19.

«Hace un año estábamos todos muy jodidos y, ahora, hace un año nos parece el paraíso y queremos volver a ese mundo jodido de hace un año que, para nosotros, ahora es un paraíso. Quería dibujar ese paraíso y lo dibujé pero al final la dirección de arte dijo que era una idea muy compleja que la gente no iba a entender muy bien y se desechó», concluye.

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