Joe Sacco: los periodistas deben ser detectives para informar, ese es el verdadero gozo

Joe Sacco
Joe Sacco, periodista gráfico que ha convertido el cómic en soporte de precisas crónicas sobre Palestina, Bosnia o Gaza, en una entrevista con EFE con motivo de la publicación en España de su último trabajo, 'El disturbio eterno'. EFE/ Enric Fontcuberta.

Barcelona.- Joe Sacco es un periodista gráfico que ve difícil aspirar a la verdad pura en sus reportajes en formato cómic -objetivo inasumible- pero que no renuncia, incluso si estos mienten, a dar voz a los protagonistas reales, como en ‘El disturbio eterno’, su último trabajo, sobre las luchas religiosas en la India.

Al igual que en crónicas anteriores, Sacco parte de un conflicto satélite, uno de esos episodios lejanos y olvidados de violencia, en el estado de Uttar Pradesh, ocurrido en 2013, entre comunidades hindúes y musulmanas.

El odio como arma política

Unos hechos que pasarían desapercibidos en el disputado registro planetario de atrocidades, pero en los que este reportero pone el foco para mostrar el uso interesado del odio étnico y religioso como arma política, y el papel de la mujer como diana de la violencia para inflamar los conflictos.

«Preguntar, descubrir hechos, contrastar testimonios, detectar mentiras, creo que los periodistas tienen que ser detectives para luego informar, ése es el gozo del buen periodismo», defiende Sacco en una entrevista con EFE en Barcelona, en la que avanza que está valorando apartarse de la primera línea.

Nacido en Malta (1960), pero residente en EE. UU., este cronista es el «culpable» del prestigio logrado por el cómic como un soporte periodístico, gracias a sus precisos trabajos sobre Palestina o los territorios de la ex-Yugoslavia.

En ‘El disturbio eterno’ Sacco se planta en la India -él mismo es parte de la trama- para tirar de la enmarañada madeja en torno a un suceso que acabó en unos graves enfrentamientos entre pueblos y el desplazamiento de miles de personas.

El reportero se enfrenta a la muerte de dos jóvenes primos de la casta hindú de los Jat, en venganza por el asesinato de otro chico musulmán, y a los contradictorios relatos cruzados de familiares, vecinos y cargos administrativos locales, en un contexto de división y cambio, con una India cada vez menos laica, que llevó al poder a Narendra Modi y a su Partido Popular Indio.

«Es un libro de periodismo puro», remarca el autor.

Para Sacco, el fenómeno político de buscar culpables externos ante el malestar social en países en crisis (económicas o ideológicas) es un proceso cíclico.

«Vuelve a estar en auge. Lo vemos en Occidente, hay grupos demonizados por los políticos, porque el miedo al otro funciona muy bien. No se busca lo que falla en el sistema, se busca a quién culpar: un político puede ascender simplemente culpando a los migrantes», denuncia el maltés.

«Una limpieza étnica» en Palestina

Gracias a sus reportajes, Sacco tiene un gran número de amigos en Palestina y no duda en usar la palabra «genocidio» para definir las acciones del Gobierno de Netanyahu, y su visión de «Viejo Testamento» para lograr la «aniquilación» de la población de estos territorios.

«Es un comportamiento absolutamente asesino. Quedó claro que lo consideraban su oportunidad para hacer una limpieza étnica», denuncia Sacco, crítico con el papel desempeñado por EE. UU., Reino Unido y Alemania.

«No es que no haya hoja de ruta para después, es que no hay nada. Está todo destruido, aplastado, incluso con el alto el fuego, Israel sigue demoliendo edificios. Quieren que no quede nada. La gente está desesperada», afirma descorazonado.

El reportero alaba el papel «heroico» de los periodistas locales, los únicos que cubrieron el conflicto, y lamenta que desde Occidente se desconfíe de su trabajo e imparcialidad por ser palestinos, pese a que las fuerzas israelíes hayan matado a centenares de ellos, «no por estar en el lugar inadecuado, sino que han sido asesinados».

Sacco dice estar «exhausto» de este reporterismo de conflictos y avanza que el trabajo que tiene entre manos de entrevistas con víctimas palestinas en Egipto podría ser su última crónica periodística, aunque la única excepción sería volver a Gaza: «No sé si lo podré soportar. Pero iría (…), es casi una obligación. Como ir a ver tu madre en el hospital», reconoce.

Para canalizar ese agotamiento tras cuarenta años de carrera y «volver a disfrutar de dibujar», adelanta un cambio de registro con un «libro serio» sobre los Rolling Stones «totalmente desautorizado» en el que la banda liderada por Mick Jagger no será la verdadera protagonista. Todo un reto.

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