
En una Charla de Impacto, Guadalupe Barba Camacho compartió su historia de migración, arraigo y compromiso con la comunidad migrante en Lebanon, Pensilvania. Originaria de la Ciudad de México, llegó a Estados Unidos a principios de los años 2000 por motivos familiares. Lo que comenzó como una decisión personal se convirtió con el tiempo en una trayectoria de servicio comunitario.
Guadalupe es docente de formación: estudió educación preescolar y educación especial. Desde joven participó en actividades grupales y recreativas, lo que fortaleció su vocación colaborativa. Al llegar a Estados Unidos, canalizó ese espíritu a través del voluntariado.

“Mi mamá es una persona muy comunitaria, una persona que desde que yo recuerdo siempre está al pendiente de los demás, siempre buscando, ayudar a las personas”, comparte orgullosa.

Reconoce que adaptarse no ha sido fácil; el idioma en especial fue un reto importante, pero recibió ayuda. “Algo muy importante para mí es que siempre encontré personas que me ayudaron y no solamente hispanas, gente americana que me ayudo”. Agrega que su maestra de ingles era una tutora que le ayudó a aprender sobre cómo manejarse en esta nueva cultura.

Para ella el irse integrando en diversos proyectos comunitarios fue algo natural. Participó en un programa de radio, en actividades culturales en especial para los niños, ha promovido campañas de salud, ferias comunitarias y espacios de acompañamiento educativo. Guadalupe es un rostro conocido que brinda apoyo a personas que lo necesiten, convencida de que la información adecuada puede marcar una diferencia real.
Guadalupe de describen como una persona optimista, y por lo mismo agradece lo que le ha dado este país, pero también su patria, que le dio educación

Reconoce que el Consulado de México en Filadelfia, ha sido un gran aliado, resalta que todo es producto del trabajo conjunto. “Yo creo fielmente que ningún esfuerzo es individual para que las cosas pasen; todos son esfuerzos colectivos y a veces, aunque solamente se pueda ver el rostro de alguna persona o se identifique un nombre… hay muchísimas personas que colaboran para que las cosas sucedan… Siempre he trabajado en colectivo. Nada ha sido un resultado de mi trabajo personal”, señala.

Junto a su esposo, Sergio Uraga, emprendió una tienda que sirvió como un punto de encuentro con otros migrantes, y ahora complace paladares, pues es una de las migrantes que ha abierto su propio restaurante “La Placita de Lebanon” para deleite de sus connacionales y de todos los que tengan buen gusto.

Comenta que en Lebanon hay buena gastronomía y muy diversa, y se puede encontrar varios restaurantes que venden comida de sus países de origen.

Aunque es una ciudad pequeña, tiene una creciente comunidad latina, y Guadalupe ha sido testigo de este cambio que celebra por la diversidad de culturas, acentos y emprendimientos. Al mismo tiempo, señala con preocupación el clima de tensión que viven muchas familias migrantes por las políticas actuales. “Hay que estar preparados, tener un plan, pero sin paralizarnos por el miedo”, expresó.

Guadalupe Barba Camacho es un ejemplo de liderazgo comunitario. Su historia demuestra que el activismo cotidiano, nacido del amor y la empatía, puede transformar vidas y fortalecer comunidades.





