
La séptima edición de la Feria Latinoamericana del Libro llenó de literatura, música y orgullo cultural el corazón de Filadelfia durante el Mes de la Herencia Hispana, con dos jornadas memorables que unieron a la comunidad en torno a las letras, la identidad y la resistencia al olvido de nuestras tradiciones reflejadas en historias inéditas y profundamente nuestras.
El viernes 3 de octubre, el Centro Cultural Mexicano abrió sus puertas para una ceremonia inspirada en la célebre obra de la autora mexicana Laura Esquivel, Como agua para chocolate. La directora ejecutiva del Centro Cultural Mexicano, Ivette Compeán, y el cónsul adscrito del Consulado de México, Raúl García, dieron la bienvenida con palabras de gratitud, subrayando que la feria del libro es un puente entre comunidades y generaciones, un espacio donde las historias unen más allá de las fronteras.

México, como país de honor, fue protagonista de una velada que combinó reflexión literaria, conexión humana y celebración de nuestras raíces culturales. Durante el programa, se realizó la simbólica Ceremonia del Pin, entregando el distintivo a los nuevos autores por su participación primeriza en el evento. El Premio Autor del Año 2025 fue otorgado al escritor, poeta y curador David Acosta, cofundador de Casa de Duende.

Como parte del programa central de apertura, se llevó a cabo un análisis comparativo de la obra Como agua para chocolate entre la narración escrita por Esquivel en 1989 y su adaptación cinematográfica de 1992. Este espacio literario fue moderado por Arianne Bracho, directora ejecutiva de Madre Tierra. Participaron en la conversación la escritora Ana Omana, quien ofreció una introducción sobre la obra, y el abogado y comunicador Erick Barragán, quien compartió su visión desde la perspectiva cinematográfica.

El sábado 4 de octubre, la celebración continuó en el hall principal del Kimmel Center for the Performing Arts, donde más de treinta autores de distintos países compartieron sus voces en español, inglés y ediciones bilingües. Entre danzas tradicionales mexicanas, notas de ópera y música en vivo, las familias disfrutaron de un ambiente festivo que destacó la diversidad cultural y literaria del mundo hispanohablante.

Para la escritora Ana Omana, la participación de su hijo Luke, de apenas nueve años, simbolizó el futuro de la feria: “Soñamos con ver nuevas generaciones creando y leyendo. Ese sueño hoy es una realidad”, expresó.

Por su parte, Carmen Marcet, miembro del comité organizador de la feria del libro, destacó que participar este año en el Kimmel Center representó una oportunidad para visibilizar al público que busca libros en español, mantener vivo el idioma y transmitirlo a las nuevas generaciones. Subrayó que la feria fue un acto de resistencia y pertenencia, una manera de afirmar la presencia y el aporte de la comunidad latina al crecimiento de Filadelfia a través de su trabajo, negocios y emprendimientos. Marcet también observó que muchos jóvenes asistieron con el deseo de fortalecer su conexión con el idioma y la cultura, mientras que numerosos padres buscaban libros donde sus hijos pudieran verse reflejados en las historias.

Con esta séptima edición, la Feria Latinoamericana del Libro volvió a recordarnos que las historias son semillas de identidad, puentes de memoria y actos de amor que florecen en el corazón de Filadelfia— donde la palabra une lo que las fronteras separan.

Para mayor información sobre la feria del libro, visite www.latinbookfair.com.





