
Según un reporte de Economy League, Filadelfia ha logrado avances importantes en la reducción de la pobreza en los últimos años, pero los desafíos estructurales y las disparidades raciales continúan marcando el panorama económico de la ciudad.
Una mejora notable, pero aún insuficiente
La tasa general de pobreza en Filadelfia cayó del 26.7% en 2010 al 20.3% en 2023, una disminución significativa, aunque todavía se encuentra por detrás de Chicago (16.8%) y Pittsburgh (19.9%). Este progreso refleja una tendencia nacional positiva, pero también evidencia que la pobreza sigue siendo un problema profundo en la ciudad.
Las brechas raciales siguen siendo alarmantes
A pesar de la mejora general, las disparidades raciales en las tasas de pobreza persisten:
Comunidad negra: Las tasas de pobreza disminuyeron de forma constante, del 33.6% en 2010 al 26.4% en 2023, lo que refleja inversiones sostenidas e iniciativas económicas inclusivas.
Comunidad blanca: La pobreza mejoró significativamente, del 14.2% en 2010 al 9.4% en 2023, lo que indica un fortalecimiento económico generalizado.
Comunidad hispana: Experimentó una mejora sustancial, disminuyendo del 26.2% en 2010 al 18.2% en 2023. Sin embargo, se desconocen las razones específicas.
Aunque la disminución de la pobreza suele considerarse una señal de progreso, bajo la superficie se esconde una historia más compleja y desigual.
Concentración y estructura de la pobreza urbana
Filadelfia aún presenta la tasa de pobreza más alta entre las diez ciudades más grandes de EE. UU., con una concentración desproporcionada en comunidades racializadas. Los menores costos de vivienda y un transporte público confiable atraen a residentes de bajos ingresos, mientras que las políticas restrictivas en los suburbios limitan el desarrollo de viviendas asequibles. Esto genera una concentración de la pobreza dentro de los límites urbanos, donde las oportunidades están fuera del alcance de quienes más las necesitan.
Segregación racial y económica
Las disparidades raciales son marcadas. El residente negro promedio vive en un vecindario con una tasa de pobreza casi tres veces mayor que la del residente blanco promedio. Estas divisiones se alimentan de un legado de segregación residencial, acceso desigual a la educación y discriminación laboral persistente. Los hogares negros e hispanos siguen ganando significativamente menos que los hogares blancos y enfrentan viviendas más inestables, escuelas más deficientes y menos oportunidades laborales.
Gentrificación y desplazamiento
Parte de la reducción de la pobreza está vinculada a la gentrificación. Barrios como Fishtown y Point Breeze han visto aumentos drásticos en ingresos y valor de viviendas, acompañados de un cambio demográfico de residentes negros a blancos. Aunque los recién llegados han mejorado el perfil económico de estas zonas, los residentes de larga data, especialmente aquellos sin estabilidad financiera, son desplazados a barrios de menores ingresos. Este desplazamiento es racialmente desigual: las familias de personas negras suelen mudarse a zonas con desventajas similares, mientras que los residentes blancos acceden a barrios con mejores recursos.

Cambios en el mercado laboral y precariedad
La transición de Filadelfia de un centro manufacturero a una economía de servicios ha dejado a muchos trabajadores en empleos inestables, con bajos salarios y escasas prestaciones. El auge de la economía informal ha exacerbado esta precariedad, afectando especialmente a trabajadores de color y a quienes no tienen educación superior. Aunque ha habido crecimiento en el empleo y mejoras salariales, muchos habitantes siguen atrapados en la pobreza por las deficiencias estructurales del mercado laboral.
Movilidad ascendente limitada
La movilidad económica sigue siendo una preocupación. Investigaciones de Raj Chetty muestran que Filadelfia está entre las peores ciudades en ayudar a niños nacidos en la pobreza a ascender en la escala de ingresos. Solo el 16% de los niños nacidos en la pobreza en la ciudad la superan al llegar a los 20 años. La ciudad ocupa el último lugar en movilidad ascendente para familias blancas de bajos ingresos y un puesto bajo para familias negras, independientemente de sus ingresos.
Respuesta política y deficiencias
Filadelfia ha realizado inversiones sustanciales en vivienda asequible, subsidios de alquiler y prevención de desalojos. Sin embargo, estos esfuerzos no son suficientes para superar las disparidades arraigadas. Si no se abordan causas fundamentales como la segregación residencial, las desigualdades educativas y las barreras racializadas en el mercado laboral, el progreso seguirá siendo frágil y desigual.
La reducción de la pobreza en Filadelfia es real, pero está impulsada tanto por quién se marcha y quién se muda como por mejoras reales para los residentes de larga duración. Las desigualdades raciales y espaciales siguen siendo profundas, y la movilidad ascendente sigue estando fuera del alcance de demasiadas personas.
Para construir una economía verdaderamente inclusiva, la ciudad debe invertir no solo en reducir la pobreza, sino también en ampliar las oportunidades de movilidad, especialmente para las comunidades que históricamente han sido excluidas del crecimiento económico. Esto implica enfrentar directamente las barreras estructurales que determinan dónde viven las personas, cómo trabajan y qué futuros son posibles.






