El miedo y la incertidumbre vuelven a apoderarse de la vida de cientos de miles de jóvenes inmigrantes conocidos como Dreamers, o “soñadores”, en español, que son beneficiarios del programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA). Este programa alguna vez fue símbolo de esperanza, ofrecía protección temporal contra la deportación y un camino hacia el futuro para quienes llegaron a Estados Unidos sin un estatus migratorio siendo niños. Pero en el clima político actual, DACA se está utilizando como medio de intimidación, con el nuevo Gobierno instando ahora a sus beneficiarios a “auto-deportarse”.
Esto no es simplemente un cambio de política sino un “giro de tuerca” a los principios básicos de justicia y estabilidad que este país dice defender. Y es también un recordatorio de que ninguna protección migratoria, por bien fundamentada o moralmente justa que parezca, está a salvo.
Durante su campaña en 2024, el entonces candidato Donald Trump reforzó la idea de que muchos de los inmigrantes, en especial los indocumentados, eran criminales o una carga para los estadounidenses; por lo que haría deportaciones masivas. En buena medida eso le hizo ganar la Presidencia.
Sin embargo, tras ganarla, moderó su postura augurando que los beneficiarios de DACA obtuvieran una solución permanente, y también que arreglaría la situación de trabajadores esenciales; inclusive llegó a decir que se les debería dar la residencia permanente a todos los que terminaran una carrera universitaria; pero todas esas promesas quedaron aplastadas por posturas antiinmigrantes a ultranza. Las intenciones de Trump están superadas por las posturas de figuras como la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, el zar de la frontera Tom Homan y Stephen Miller, ahora subjefe de gabinete de la Casa Blanca, liderando la política migratoria. El mensaje para los Dreamers es claro y duro: tampoco los queremos a ustedes.
Quieren fomentar la auto-deportación, a través de redadas indiscriminadas y campañas en los medios, infundiendo miedo y desesperanza en los indocumentados, y ahora quieren amedrentar a estos jóvenes que se presentaron voluntariamente, entregaron sus huellas, pagaron tasas, aprobaron verificaciones de antecedentes y confiaron en su Gobierno al inscribirse en el DACA. Para la mayoría, Estados Unidos es el único hogar que han conocido. Pedirles ahora que se marchen por voluntad propia a los países de sus padres, y cuyo idioma a veces ni siquiera hablan es cruel, pero además, contraproducente. Estos son jóvenes que han sido educados en esta nación.
Aunque muchos abogados de migración les recuerdan que tienen derechos y no les aconsejan abandonar el país, pues no es verdad que les van a facilitar un regreso, ante este panorama de belicosidad e incertidumbre es importante que los beneficiarios de DACA y otras protecciones migratorias temporales tengan máxima cautela.
Las protecciones de DACA pueden revocarse por razones específicas; en particular, si se presentan cargos criminales, e inclusive infracciones por conducir bajo los efectos del alcohol, pueden ser motivo para perder su estatus.
Evitar cualquier comportamiento de riesgo no es solo una cuestión de principios personales, sino una estrategia de supervivencia. Es crucial para los beneficiarios de DACA mantenerse alejados de problemas, respetar las leyes y mantener al día su documentación. También es fundamental que empleadores, escuelas, iglesias y comunidades estén informados para saber cómo protegerlos y defenderlos.
El programa DACA nació del activismo, de la visibilidad, de la valentía de los primeros soñadores, que fueron sus padres y que creyeron en un futuro mejor. Ese espíritu debe mantenerse vivo. Los abogados migratorios, funcionarios electos y aliados deben seguir amplificando las voces de los Dreamers, luchando por protecciones legales permanentes y rechazando la normalización de la crueldad en la política migratoria.
Quienes están promoviendo el miedo y alentando a estos jóvenes a abandonar su hogar pecan de la más elemental falta de compasión humana.
Pero a pesar de la hostilidad política actual, es importante recordar que los beneficiarios de DACA siguen teniendo un amplio respaldo entre el público estadounidense. Encuesta tras encuesta demuestran que la mayoría de los estadounidenses apoyan que los Dreamers se queden en el país y obtengan su residencia permanente.






