El 11 de diciembre, Vox Populi se transformó en un foro para explorar las múltiples capas de la diáspora mexicana. Bajo el título Voices of the Mexican Diaspora, el programa —presentado por Black Box Presents en colaboración con el Philadelphia Latino Arts & Film Festival y co-curado por Erick Barragán— reunió cine, comunidad y conversación en un espacio donde las historias migrantes dejaron de ser abstractas para volverse íntimas, concretas y profundamente humanas.

Desde la apertura de puertas, el ambiente anticipaba una velada especial. Blanche Brown, directora ejecutiva de Vox Populi, y Erick Barragán dieron las palabras de bienvenida, marcando el inicio formal del programa. La propuesta no se limitó a una exhibición cinematográfica: fue un recorrido por experiencias atravesadas por el trabajo, la memoria, la migración y la organización colectiva, con historias situadas entre Ciudad de México, Puebla y Filadelfia.
La selección incluyó títulos que abarcan del documental a la narrativa experimental: Mi Querida Escandón, dirigida por Héctor Tapia; Made in America, de Edgar Aquino Huerta; Wham!, de Sandra Manzanares; La Sal de Mi Tierra, de Antonio Arroniz Castro; y Expanding Sanctuary, de Kristal Sotomayor.
Durante aproximadamente 127 minutos, el programa transitó por el documental, la ficción y el horror experimental, ofreciendo retratos anclados en la vida cotidiana y en las fuerzas sociales que la moldean. Desde oficios heredados y tradiciones culinarias, hasta la política del santuario y la construcción del hogar más allá de las fronteras, cada obra aportó una visión distinta de lo que significa formar parte de la diáspora mexicana.
Tras un breve intermedio, llegó el momento del diálogo con las y los cineastas. La conversación inició con las intervenciones de Héctor Tapia y Edgar Aquino Huerta, cuyas obras dialogan directamente con la experiencia de ser mexicano desde lo íntimo y lo político. A ellos se sumaron Reyna Cazares, asistente de dirección en La Sal de Mi Tierra; Wi-Moto Nyoka, ¡escritora y productora del cortometraje Wham!; y Linda Hernández, protagonista de Expanding Sanctuary.

Aunque no todos se posicionan desde la dirección, todas y todos los panelistas comparten un origen mexicano y una relación directa con los procesos creativos que atraviesan estas producciones. Sus voces dejaron claro que la identidad no se construye únicamente a partir del país de origen, sino también del momento y las circunstancias en que ocurrió la migración, y de cómo esas experiencias impactaron su identidad, sus historias personales y profesionales.
Las obras —algunas realizadas antes y otras después de la migración— funcionaron como un espejo de sus vivencias en México y durante su tránsito hacia Estados Unidos. Ese reflejo se reforzó en el diálogo final, donde se evidenció cómo el cine se convierte en una herramienta de catarsis frente al desarraigo, en la resignificación de la memoria y en el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria ante el difícil proceso de construir una nueva identidad sin desprenderse de aquello que le dio origen.






