La semana pasada en Roma, tuve la oportunidad de conocer a Megan García, madre de Sewell Setzer III, un joven de 14 años de Florida que se suicidó tras aislarse de su vida real al interactuar con un chatbot de inteligencia artificial (IA). Megan compartió valientemente su historia en una reunión de líderes mundiales sobre la salud infantil en la era digital, un encuentro que incluyó al Papa León XIV.

Lamentablemente, la pérdida de Megan se repite cada día para más padres. En este momento, Estados Unidos enfrenta una crisis de salud mental juvenil sin precedentes. En 2023, 4 de cada 10 estudiantes de secundaria experimentaron sentimientos persistentes de tristeza o desesperanza, mientras que 2 de cada 10 consideraron seriamente el suicidio. Y mientras estas cifras siguen aumentando, también lo hacen los tiempos de espera para citas de salud mental, que actualmente oscilan entre 3 y 18 meses.

Durante mi tiempo en la Oficina del Cirujano General de EE. UU., nuestro objetivo era ayudar a todo el país a comprender que la salud mental influye en cómo los niños, adolescentes y jóvenes se perciben a sí mismos y al mundo. Su bienestar mental impacta cómo resuelven problemas, cómo afrontan el estrés y superan desafíos; cómo construyen relaciones sanas y se conectan con otros. Incluso afecta su rendimiento escolar, laboral y a lo largo de la vida.

Lamentablemente, nuestro país ha luchado durante mucho tiempo para abordar los profundos desafíos y enfermedades mentales que enfrentan los jóvenes. El cirujano general, Dr. Vivek Murthy, destacó la necesidad de más investigación sobre la relación entre tecnología y salud mental juvenil, y pidió a las empresas tecnológicas mayor transparencia en datos y procesos algorítmicos para permitir mejores estudios.

Las primeras investigaciones sugieren que la crisis de salud mental se agrava con la rápida evolución tecnológica. Hemos aprendido duras lecciones sobre el impacto de las redes sociales en los niños, razón por la cual Dr. Murthy pidió una etiqueta de advertencia para las redes sociales. Ahora, con la reciente ola de suicidios vinculados a chatbots, la confianza pública en tecnologías como redes sociales e inteligencia artificial se está desplomando.

Más del 50% de los estadounidenses cree que la IA afectará negativamente a la sociedad. En 2025, Illinois, Nevada y Texas aprobaron leyes que restringen severamente el uso de IA en atención de salud mental. Las demandas recientes contra empresas de IA por suicidios juveniles relacionados con chatbots han intensificado los temores. Tenemos una generación en crisis y una tecnología que podría ampliar el acceso a la atención, pero que hoy crea más peligros que soluciones porque no estamos tomando las medidas necesarias para garantizar la seguridad y el bienestar.

Mientras Megan sigue llorando la muerte de su hijo, ha encontrado propósito viajando para hablar con personas como yo: responsables de políticas, defensores, investigadores y líderes, mientras comenzamos a trazar un camino para proteger a los niños en este nuevo mundo. Cada día, los líderes intentan abordar la doble crisis de la salud mental juvenil y el crecimiento acelerado de la tecnología que forma parte de la vida cotidiana de los menores. Uno de los líderes que ha dado un paso al frente es el Papa León XIV, quien recientemente se reunió con líderes internacionales para abordar la vulnerabilidad de niños y adolescentes frente a la manipulación de la IA.

Tuve el honor de reunirme con el Papa y otros líderes en la conferencia La dignidad de los niños y adolescentes en la era de la inteligencia artificial y en el encuentro posterior en el Vaticano.

La Child Foundation de Italia, en colaboración con la Child Dignity Alliance, organizó una conferencia cuyo único propósito fue examinar las implicaciones éticas, legales, sociales y antropológicas de la IA en menores.

Este encuentro internacional buscó responder cómo la innovación puede seguir al servicio de la humanidad —y no los humanos al servicio de la tecnología—. Colectivamente, la sociedad debe exigir a los líderes del sector tecnológico que prioricen el bienestar infantil y adolescente por encima de las ganancias, y que mantengan la dignidad humana en el centro de la innovación. Uno de los organizadores, Emilio Puccio, abogado de derechos humanos y secretario general del Intergrupo sobre Derechos de la Infancia del Parlamento Europeo, hizo un llamado específico a los líderes: “Aprendan de nuestros errores; actúen antes de que ocurra el daño”. Las palabras de Emilio son recordatorios importantes para todos los que nos preocupamos por los jóvenes y su bienestar colectivo:
“La solución a los desafíos digitales no es exclusivamente tecnológica, sino profundamente humana. La protección y la seguridad deben integrarse en la arquitectura de la tecnología, no añadirse después del daño. Debemos aprender de los errores cometidos con las redes sociales y asegurarnos de que esta vez actuemos antes de que ocurra un daño irreversible”.

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