
Antecedentes
Se esperaba la actualización de recomendaciones sobre vacunación del Departamento de Salud y Servicios Humanos bajo la titularidad de Robert F. Kennedy Jr. (RFK Jr) –escéptico durante décadas sobre la seguridad de las vacunas–, cuando este publicó el 2 de septiembre un artículo enfocando los CDC hacia “enfermedades infecciosas, innovación y reconstrucción de la confianza mediante integridad y transparencia”.
Un giro que se añade a otros habidos en HHS (despidos y optimización de la agencia, sustitución de miembros del grupo asesor de vacunas, cancelación de subvenciones a departamentos de salud pública, recorte en investigación de vacunas ARNm, restricción del acceso a vacunas de COVID–19, despido de Susan Monarez, directora de los CDC), centrándose su política en eliminar colorantes y ultraprocesados de los alimentos.
La incertidumbre generada sobre el acceso a vacunas ante las directrices federales y nuevas regulaciones de la FDA –limitando la vacuna contra el coronavirus a personas mayores de 65 años– han dejado a los funcionarios estatales y locales a cargo de políticas de salud pública.
El secretario de salud declaró ante el Comité de Finanzas del Senado en Washington DC el 4 de septiembre en principio para explicar la Agenda de Salud 2026 del presidente y su programa «Hacer que Estados Unidos vuelva a ser saludable”, pero las preguntas se centraron en el liderazgo de los CDC y medidas de reforma de la política federal de vacunas.
Los profesionales aclaran dudas
La Academia Americana de Pediatría –AAP– se ha desmarcado de las recomendaciones frente a COVID-19 del Departamento de Salud y a la Food and Drug Administration de los Estados Unidos y de la ausencia de directrices en relación a la campaña de vacunación infantil para 2025/2026.
La presidenta de la AAP Susan J. Kressly, señala que sus recomendaciones de vacunación se basan en la ciencia y el mejor interés para niños y adolescentes. En COVID-19 recomiendan la vacunación de todos los niños sanos con edades entre los 6 y los 23 meses (supeditado a la aprobación de vacunas por la FDA).
El Doctor Edgar Reynoso Vanderhorst, MD, pediatra neonatólogo del Children Hospital of University of Illinois Chicago (UIC) señala que “vivimos y crecemos en comunidad; al vacunar a nuestros hijos no solo fortalecemos su sistema inmune, sino que también protegemos a quienes no pueden defenderse por sí mismos, ya sea por embarazo, cáncer u otras condiciones que debilitan sus defensas”.
Respecto a las hipótesis que apuntan al autismo como consecuencia de la vacunación, el Dr. Reynoso dice que “la ciencia ha sido clara en descartar a las vacunas como responsables”.
El especialista aclara que la confusión surgió porque la mayoría de las personas con autismo estaban vacunadas, “pero lo mismo ocurre con la mayoría de la población mundial, ya que la vacunación es generalizada”. Reynoso concluye que “cuando el autismo no está asociado a una condición genética específica, su causa sigue siendo un enigma que la ciencia continúa investigando”.
Indica que “las vacunas que se aplican a los niños a los 2, 4 y 6 meses… existen desde hace décadas… enfermedades que antes tenían una alta incidencia y mortalidad infantil… han podido ser controladas… protegen contra la rubéola, el sarampión y la varicela, no solo previenen enfermedades en los niños, sino que también resguardan a la comunidad más vulnerable”.
Añade que “como médicos, nuestra vocación es ayudar, pero también necesitamos que la sociedad sea parte activa en construir confianza”.
Desde su posición afirma que “la comunidad científica está siempre a disposición, ofreciendo información gratuita, accesible y basada en evidencia, para ayudar a los padres a tomar las mejores decisiones para el cuidado y bienestar de sus seres más queridos”.
Frente a comentarios maliciosos que sugieren que los pediatras o los médicos obtienen algún beneficio económico por la aplicación de vacunas, es contundente al señalar “que no existen incentivos económicos ni ventajas personales … los pediatras no decidimos qué marca de vacuna administrar; simplemente seguimos los lineamientos oficiales y confiamos en la evidencia científica”.
Lo que está haciendo Pensilvania y otros estados
A la vista de opiniones médicas como las anteriores, Pensilvania ha decidido adoptar las recomendaciones de AAP, Academia Estadounidense de Médicos de Familia, Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos y FDA. A ella se han unido en la costa este Delaware, Massachusetts, Nueva York, Connecticut y Rhode Island para centrarse colectivamente en desarrollar recomendaciones basadas en la evidencia sobre vacunación, entre otras.
En la costa oeste California, Oregón y Washington han formado su propia coalición para gestionar recomendaciones de salud pública.
Florida ha anunciado que derogará muchos mandatos de vacunación para escolares.
Respuesta desde el Capitolio
El 8 de septiembre el senador Sanders (I–Vermont), médicos y expertos en salud pública, ofrecieron conferencia de prensa para “dejar clara la importancia vital de las vacunas para proteger a niños, familias y comunidades, y que las vacunas funcionan”. Se opusieron a cruzadas antivacunas y promoción de teorías conspirativas “que han sido desacreditadas repetidamente por los científicos”, señaló Sanders.
El 10 de septiembre la senadora de los Estados Unidos Lisa Blunt Rochester (D-DE), presentó un foro destacando cómo los cambios en las políticas de vacunación “están generando confusión nacional, amenazando la seguridad de los niños y dificultando el acceso de las familias a las vacunas”.
Conclusión
Mientras en el terreno político se debaten las recomendaciones de vacunación para 2025-2026, los profesionales de la salud y sus colegios y asociaciones mantienen mayoritariamente posturas que se alinean con las del doctor Reynoso quien quiere tranquilizar a todos recalcando que el compromiso de los médicos “es leer y actualizarnos con las investigaciones más recientes para garantizar que cada vacuna que indicamos sea segura, eficaz y en beneficio exclusivo de nuestros pacientes”.
Para finalizar, el doctor Reynoso es contundente en su opinión “la evidencia es clara: las vacunas han salvado y continúan salvando millones de vidas”.





