(Foto: EFE/Archivo)

Hoy en día escuchamos mucho sobre la injusticia en la radio en la televisión, en nuestras iglesias, en el supermercado, en todas partes. Es importante tener estas conversaciones, pero muchas veces dejan de lado el tema de la salud, que está estrechamente relacionada y afectada por la injusticia. La salud también es algo que nos importa como seres humanos.

Hablé con una vecina del barrio, Nilda Díaz, y me dijo que, “Desde una perspectiva bíblica, nuestro cuerpo fue creado para disfrutarlo y ser cuidado… [La salud] tiene que ver con todo en la vida”.

En el ámbito de la salud pública hablamos de salud constantemente. Nuestras conversaciones sobre salud a menudo se refieren a la equidad en salud, que se define de manera diferente dependiendo de a quién le preguntes. Por ejemplo, Nilda me dijo que para ella la equidad en salud significa “que todos puedan vivir su vida al máximo”. Haciendo eco de ella, en Esperanza entendemos la equidad en salud como una condición en la que todos tienen la oportunidad de vivir la vida más saludable y plena que elijan, sin importar sus circunstancias.

La buena salud es un derecho, no un privilegio. Desafortunadamente, la salud no se trata como un derecho en este país, sino como algo que hay que comprar o ganar. Por ejemplo, para muchos de nosotros, es difícil que un proveedor nos atienda para recibir atención urgente o crónica cuando la necesitamos. No sólo es un proceso largo y complicado para acceder a la atención médica, sino que también puede resultar muy costoso. Para quienes no tienen seguro o tienen un seguro insuficiente, la atención médica es un lujo. Este es sólo un ejemplo de cómo los estadounidenses experimentan la inequidad en salud todos los días.

Nilda ha visto este tipo de injusticia con sus propios ojos y me dice que “necesitamos brindar servicios de bajo costo o gratuitos a los hogares de bajos ingresos”.

Lograr la equidad en salud no es fácil de lograr. Implica eliminar o reducir las “barreras” para la equidad en salud, o los factores que promueven la inequidad en salud. Estos incluyen la pobreza, la discriminación y el racismo, la impotencia, entre otras cosas. Al mismo tiempo, necesitamos aumentar los “puentes” hacia la equidad en salud. Deberíamos trabajar para garantizar un acceso adecuado a la atención sanitaria, buenos empleos bien remunerados, educación y vivienda de calidad y entornos seguros, por nombrar algunos. También debemos trabajar para cambiar las políticas y los sistemas que causan injusticias generacionales que aumentan la carga de la mala salud en las comunidades.

La equidad en salud tiene que ver, por encima de todo, con las personas. “Nosotros, el Pueblo” necesitamos compartir nuestras historias y nuestras experiencias tratando de mantenernos saludables en los Estados Unidos, como lo hizo Nilda conmigo. Nuestras voces importan, especialmente cuando se trata de salud, y debemos alzarlas para defender lo que necesitamos y queremos.

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