(Foto: EFE/Archivo)

Ya están aquí los numerosos impactos del cambio climático. Estos eventos extremos se están volviendo cada vez más complejos, desafiantes y letales. Tan solo esta semana, la Organización Meteorológica Mundial, la agencia de Naciones Unidas para monitorear el clima, anunció que registró un récord de 38°C en el Círculo Ártico. Temperaturas que podríamos imaginar en una playa, no en lugares que asociaríamos con la nieve.

Las inundaciones y las olas de calor que presenciamos este año son aterradoras por lo que cuesta creer que aún exista una ignorancia masiva sobre las amenazas al medio ambiente. De hecho, conocemos más sobre otros temas de una proximidad e importancia mundial mucho menor que los efectos ambientales.

Mientras que países europeos como Alemania, Bélgica y Suiza lidiaron el 2021 con sus peores inundaciones en años, grandes áreas en el norte de nuestro continente americano enfrentaron altas temperaturas que han dejado decenas de muertos y alimentado la temporada de incendios forestales, que ha demostrado ser muy difícil de contener.

La crisis climática ha dejado un número incalculable de desplazados en todo el mundo, ha dejado miles de millones de dólares en daños económicos y ha devastado ecosistemas.

Eso hablando de efectos presentes en nuestro mundo. Pero les dejo unas preguntas sobre el futuro:

¿Penínsulas como Baja California, islas enteras y grandes metrópolis como Nueva York podrían quedar bajo el agua?, ¿el Amazonas y otros bosques considerados como pulmones del mundo desaparecerán?, ¿occidente seguirá siendo habitable?, ¿especies de animales se seguirán extinguiendo?, ¿570 millones de personas enfrentarán inundaciones, tormentas severas e incendios?

Hay varias cuestiones temibles que hoy no podemos responder, pero dentro de la incertidumbre, si les puedo adelantar tres certezas:

1) La crisis climática es la culpable de las condiciones extremas que rompen récords.

2) Aunque la tragedia ahora está afectando a algunas personas, si seguimos actuando igual no pasará mucho tiempo antes de que gran parte de la humanidad tenga que enfrentar los efectos del cambio climático.

3) La resignación o los buenos deseos no son la opción, el activismo es la respuesta.

Ya es hora de que reconozcamos el problema del cambio climático tras haber perdido décadas debatiendo y no actuando.

Estos escenarios semi-apocalípticos se convertirán en una «nueva normalidad» a menos que los gobiernos y el sector privado actúen rápido para reducir la contaminación por combustibles fósiles en nuestras vidas.

Pero individualmente también hay mucho por hacer. Las acciones de cada uno de nosotros son importantes porque pueden reducir la contaminación y nos conectan socialmente con una crisis global. No solo se trata de cerrar el grifo del agua o apagar la luz cuando no la usemos, podemos presionar a nuestras autoridades por mejores políticas y legislaciones climáticas.

Sin una presión ciudadana mayor, los gobiernos y las empresas continuarán haciendo lo que han estado haciendo durante décadas, diciendo que apoyan la energía limpia mientras siguen contaminando.

La pandemia demostró que podemos lograr rápidamente masivas acciones y reunir grandes cantidades de recursos cuando nos enfrentamos a una amenaza existencial. Al planeta no le falta el dinero, proyectos asertivos o ideas creativas para luchar contra el cambio climático. Lo que necesita el mundo es que la comunidad internacional actúe conjuntamente.

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