Los vecinos de Joe Biden votaron este martes confiados de que el país dará la Presidencia a su hijo predilecto, quien hoy dedicó las primeras horas de su día más importante a un oficio religioso en su iglesia de toda la vida, aparentando una normalidad imposible en una ciudad que se irá tarde a la cama, deseosa de celebrar el fin de la presidencia de Donald Trump.

El candidato demócrata a la Casa Blanca aprovechó sus últimas horas de campaña este martes para hacer paradas con una fuerte carga personal, saludó a vecinos y se encomendó a su fe católica para el futuro que le depararán las elecciones de hoy, que podrían llevarle a la Presidencia, una ambición que se le ha escapado durante décadas.

«Desde esta casa a la Casa Blanca por la gracia de Dios. Joe Biden, 3 de noviembre de 2020», inscribió esta tarde el candidato en la que fuera su casa en sus primeros diez años de vida en Scranton (Pennsylvania), cuando su padre, un gerente de venta de automóviles, tuvo que cambiar de vida por la crisis en plena II Guerra Mundial y mudarse a Delaware, donde Biden ha pasado 67 de sus 77 años.

A primera hora, Biden tuvo tiempo para ir la iglesia católica de Saint Joseph on the Brandywine, de la que es feligrés, para asistir a un oficio religioso y detenerse un momento de las frenéticas 72 horas a las que se ha visto abocado por la campaña y rememorar las dos grandes tragedias de su vida.

Biden caminó en la fría pero despejada mañana de este martes hasta el camposanto de la iglesia para rendir tributo a su hijo Beau Biden, muerto de cáncer en 2015, a su primera esposa, Neilia, y a su hija recién nacida Naomi, fallecidas ambas en un accidente de tránsito en 1972.

Aquellas tragedias marcaron para siempre su vida. La primera le golpeó después de la mayor victoria de su vida política, su primera elección como senador, y casi lo hace abandonar el preciado escaño por el peso del luto.

La segunda, la muerte de su hijo con un horizonte político más que prometedor, le sobrevino poco a poco y le hundió de tal modo que se desmarcó de la carrera para suceder a Barack Obama en 2016, un salto que había ambicionado y preparado durante décadas de manera fallida.

Former Vice President Joe Biden (L), alongside his wife Jill Biden (R), greets supporters during his Iowa caucus night watch party in Des Moines, Iowa, USA, 03 February 2020. EFE/EPA/JIM LO SCALZO/File

DELAWARE, SU CASA Y SU FORTÍN

Pero este martes la victoria está más cerca que nunca y Delaware acudió exultante a las urnas para apoyar a su hijo predilecto, al que se le recuerda en edificios, y que ha forjado su carrera política con la red de alianzas que ha cultivado en este estado, famoso por ser considerado un semiparaíso fiscal dentro de Estados Unidos.

En el colegio electoral más cercano a la iglesia de Biden, medio centenar de personas hacían fila esta mañana a la espera de votar y muchos no ocultaban su intención de sumar votos a la candidatura de su vecino, quien con toda seguridad se hará con los votos electorales de este pequeño y fielmente demócrata estado.

Wesley Magness, que ha crecido cerca de la amplia familia de los Biden, ha venido desde California para votar en este colegio electoral de Wilmington.

«Era algo que me había prometido hacer. Venir hiciera lo que hiciera falta solo para votar por Joe Biden, quien creo que puede sacar al país de donde lo ha metido Donald Trump», aseguró en entrevista con Efe a las puertas del centro electoral.

Los carteles con el nombre de Biden inundan las carreteras y calles de Wilmington, el gran centro demócrata de un estado que más al sur suele inclinarse más del lado republicano.

«Esta noche, pese a que no he dormido por el viaje (desde California) vamos a estar despiertos hasta tarde para ver los resultados», confiesa Magness, quien teme que si los resultados no respaldan pronto al demócrata, como vaticinan las encuestas, «haya una larga espera y haya agitación en las calles».

Wilmington no dormirá esta noche a la espera de saber si Biden, a quien han aupado políticamente, finalmente llega a la Casa Blanca en uno de los momentos más volátiles y peligrosos de la democracia estadounidense y celebra su victoria en el centro de convenciones de la ciudad que se prepara para una posible fiesta.

«Matened la fe», dijo esta tarde Biden a varios vecinos que se habían congregado para verle en una de sus últimas paradas de campaña, un complejo de piscinas que llevan su nombre.

Acompañado durante los últimos compases de una larga jornada por dos de sus nietas, este abuelo de origen irlandés se siente segur de estar a un paso de conseguir algo que la vida siempre ha parecido quitarle en el último momento: la Presidencia.

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