El candidato presidencial chileno José Antonio Kast gesticula junto a su esposa Maria Pia Adriasola Barroilhet mientras habla luego de los resultados parciales de la primera vuelta durante las elecciones presidenciales, en Santiago, Chile, el 21 de noviembre de 2021. (Foto: VOA)

Es la primera vez desde la recuperación de la democracia en Chile en 1990 en que los candidatos presidenciales con las mayores preferencias están más lejos del centro.

Chile se encamina a una segunda vuelta de las elecciones presidenciales polarizadas el próximo 19 de noviembre, ya que el excongresista de extrema derecha José Antonio Kast lideró la votación de primera ronda el domingo por delante del legislador izquierdista y exlíder de las protestas Gabriel Boric.

Con el 80,54% de los votos contados, Kast tenía el 28,15% frente al 25,32% de Boric, con una brecha considerable entre ellos y el resto del campo, aunque ambos estaban muy por debajo de la mayoría necesaria para ganar de forma absoluta.

Los candidatos más moderados de centro derecha obtuvieron buenos resultados, un potencial impulso para Kast en la segunda vuelta del 19 de diciembre.

«Llegó la hora de que recuperemos Chile», aseguró Kast en sus primeras declaraciones luego de conocerse los resultados, reportadas por agencia de noticias Reuters. Aseguró que los chilenos quieren un país tranquilo y seguro y, en ese sentido, aseguró que su candidatura es la «única» que «va a recuperar la paz, que va a enfrentar a los narcotraficantes y delincuentes, que pondrá fin al terrorismo».

Kast, un padre de nueve hijos de 55 años, ha elogiado el «legado económico» neoliberal del ex dictador Augusto Pinochet. Su discurso franco, su conservadurismo generalizado y, a veces, sus ideas políticas idiosincrásicas, como cavar una zanja para frenar la inmigración ilegal, han generado comparaciones frecuentes con el expresidente estadounidense Donald Trump y el brasileño Jair Bolsonaro.

Boric, un legislador de 35 años que encabezó las protestas estudiantiles en 2011 exigiendo mejoras al sistema educativo de Chile, se ha comprometido a eliminar el modelo económico de laissez-faire de la nación, al mismo tiempo que fortalece las protecciones ambientales y los derechos indígenas.

Centenares de personas hicieron largas filas, algunas por varias cuadras, en las afueras de locales de votación, a la espera de que los hicieran entrar al recinto para poder sufragar después del horario de cierre. Muchos ingresaron a los locales, mientras algunos que quedaron afuera gritaban y empujaban rejas para entrar.

Es la primera vez desde la recuperación de la democracia en 1990 en que los candidatos presidenciales con las mayores preferencias en las encuestas están más lejos del centro, lo que ha generado inquietud política y económica.

Sergio Expósito, 61 años, ingeniero químico, dijo a The Associated Press que “los extremos son malos. Creo que la gente va a votar en conciencia y a la mayoría no le gustan los extremos”, mientras Antonia Alegría, 18 años, estudiante bioquímica, contó que decidió votar el domingo porque “me da miedo el avance de la ultraderecha y eso ha sido un factor para venir a votar”.

Si los sondeos de días previos fueran acertados, la sucesión del presidente centroderechista Sebastián Piñera se disputaría entre José Antonio Kast y Gabriel Boric. El primero, de 55 años, es un admirador de la dictadura militar (1973-1990) que fue cuatro veces diputado por un partido conservador oficialista. El segundo, de 35 años y egresado de leyes, es un exdirigente de las protestas estudiantiles de 2011.

Kast —que compite por el Frente Social Cristiano, un pacto entre dos partidos conservadores— tuvo que explicar durante su campaña electoral algunas de sus controvertidas propuestas de gobierno, como la que pretende derogar la ley de aborto en tres causales, vigente hace cuatro años, y cavar una zanja en la frontera para impedir la llegada de inmigrantes. “La zanja es para un control fronterizo”, explicó, y dijo que los inmigrantes indocumentados van a ser invitados a salir o sino, “en algún momento les vamos a poner transporte”, para que retornen a su país de origen.

El ultraderechista —que recientemente dijo que no era un candidato “extremo”— promete recuperar el orden público, achicar el Estado con el despido de 20.000 empleados y rebajar impuestos por hasta 8.800 millones de dólares, entre ellos bajar de un 19% a un 17% el impuesto al valor agregado, el que más recauda; de un 27% a un 17% los gravámenes a las empresas; impuesto cero a las pequeñas empresas y rebajas impositivas a quienes ganen entre 400 y 800 dólares mensuales.

Por su parte Boric, que representa a Apruebo Dignidad, una alianza entre el izquierdista Frente Amplio y el Partido Comunista, propone una reforma tributaria para recaudar 8 puntos del PIB, con más impuestos a los súper ricos, a los ingresos mensuales superiores a los 5.400 dólares, “impuestos verdes” y elevar los tributos a la gran minería del cobre, entre otros, así como eliminar las Administradoras de Fondos de Pensiones, (AFP), criticadas transversalmente porque otorgan bajas pensiones.

El más joven de los siete candidatos también propuso crear un Fondo Universal de Salud para evitar que Chile siga teniendo dos tipos de salud, una de las cuales discrimina por ingresos. También impulsa una reactivación económica que incluya una subvención al empleo femenino y la defensa de los derechos de la población LGBTIAQ+. Además plantea crear un cupo laboral de 1% en empresas públicas y privadas para personas transgénero.

Los otros candidatos son Yasna Provoste, de centroizquierda; el independiente oficialista Sebastián Sichel, el cineasta progresista Marco Enríquez-Ominami, el izquierdista Eduardo Artés y el economista Franco Parisi, quien compitió desde Estados Unidos por redes sociales.

Cualquiera sea el nuevo presidente, el panorama económico para 2022 será complejo. Chile crecería un 11,5% en 2021 para caer en torno al 2% el próximo, y seguiría con una inflación –por factores externos e internos– que cerraría el año cerca del 6%, algo no visto en 13 años por los chilenos, que ya no tendrán los 50.000 millones de dólares que giraron de sus fondos de pensiones ni los subsidios estatales por la pandemia, que desataron el consumo.

El padrón electoral lo integran 15 de los 19 millones de personas y, como en otras ocasiones, pudieron votar los chilenos que viven en el exterior.

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