Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los menores hispanos representan el 66 % de los casos reportados en el país, a pesar de que solo el 18 % de la población del país es de origen latino. (Foto: EFE/Etienne Laurent)

Cleveland (OH), EE.UU.- Dificultad para respirar y dolor o presión en el pecho son dos de los síntomas del síndrome inflamatorio multisistémico (MIS-C) que miles de niños han sufrido luego de pasar la covid-19. Y los latinos son la gran mayoría de los casos registrados en EE.UU. de esta dolencia que puede ser mortal.

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), los menores hispanos representan el 66 % de los casos reportados en el país, a pesar de que solo el 18 % de la población del país es de origen latino.

Según los CDC, el MIS-C es una afección en la que diferentes partes del cuerpo pueden inflamarse, incluido el corazón, pulmones, riñones, cerebro, piel, ojos u órganos gastrointestinales.

Se desconoce qué causa el MIS-C. No obstante, el 99 % de los niños con MIS-C tuvieron el virus que causa la covid-19 y el 1 % restante estuvo cerca de alguien con coronavirus.

SÍNDROME MORTAL

La agencia federal comenzó a rastrear en mayo de 2020 informes de este síndrome inflamatorio multisistémico en niños, una afección «poco común pero grave» de la que se conocían hasta el pasado 1 de marzo un total de 2.617 casos y 33 fallecidos.

Para el portavoz de la Academia Americana de Pediatría, doctor Ilan Shapiro, el diagnóstico de un niño con el síndrome inflamatorio tiene como consecuencia problemas de salud a largo plazo que a día de hoy se desconocen.

«Lo más raro es que todo el cuerpo se inflama y pueden ver afecciones en el corazón e hígado y en otros órganos del cuerpo», dijo a Efe el experto en pediatría.

Además de la dificultad para respirar y el dolor o presión en el pecho que no desaparece, los padres deben estar atentos a dolor abdominal severo, un estado de confusión en los pequeños, incapacidad para despertar o permanecer despierto, o tener la zona de las uñas, la piel y los labios pálidos, grises o azules.

Si aparecen estos síntomas, los CDC recomiendan a los padres llamar «de inmediato» a un médico.

Shapiro señaló que desde antes de la covid-19 había una enfermedad semejante, la Kawasaki, afección que provoca inflamación de los vasos sanguíneos creando síntomas que pueden ser graves, «pero esta enfermedad no tiene nada que ver con la covid-19. Esto no es coherente con lo que estamos viviendo ahora», dijo.

«Los niños son los más que sufren, por eso es sumamente importante comunicarse con las familias y poder prevenir. En comparación de otras enfermedades como la influenza, la covid-19 se transmite más de los adultos a niños, que de niños a adultos. Esto refleja lo que tenemos», añadió.

La mayoría de los casos de MIS-C se presentaron en menores de sexo masculino, y sus edades estaban comprendidas entre 1 y 14 años, con una mediana de edad de 9, aunque también se han registrado en bebés menores de un año y chicos de hasta 20 años.

Para Shapiro, el que la mayoría de los niños latinos pertenezcan a hogares donde sus familias son trabajadores esenciales y se convive con la comunidad de una forma más estrecha ha provocado la alta cantidad de casos de la covid-19 en niños y, por consecuencia, que los niños latinos reflejen las tasas más altas de MIS-C.

LAS VACUNAS SERÁN CLAVE

Un aspecto clave para intentar reducir los casos de esta dolencia está en la vacuna, dijo, y se mostró esperanzado de los avances de las farmacéuticas en este sentido.

«Entre 12 a 16 años se espera que se tenga algo seguro y efectivo para el otoño y la segunda ronda ente los seis meses a 12 años. Lo que están tratando de medir es la dosis correcta de la vacuna,» añadió.

Este miércoles, las farmacéuticas Pfizer y BioNTech informaron de que su vacuna contra la covid-19 tiene una efectividad demostrada del 100 % en adolescentes de entre 12 y 15 años, según los resultados de un ensayo en fase 3 en 2.260 individuos.

Y Shapiro es rotundo al afirmar que, cualquier vacuna que esté basada en evidencia e investigación y que tenga transparencia, hay que apostar por ponerse las inmunizaciones disponibles.

«De la misma manera que yo me puse la vacuna de la covid-19 se la pondría a mis hijos, porque si no atacamos la covid-19, continuará afectando a nuestros niños», señaló.

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