Fotografía del miércoles 16 de junio cedida por Kaiser Health News (KHN) donde aparece Valerie Villegas sosteniendo una fotografía de su difunto esposo, Robert Villegas, mientras posa junto a sus hijos Alexis Vaiz, Nicholas, Robert Jr., Ayden y Andrew Vaiz afuera de su casa en Portland, Texas. (Foto: EFE/Scott Stephen Ball)

Portland, EE.UU.- Cinco meses después de que su esposo muriera por covid-19, Valerie Villegas puede ver cómo el duelo ha marcado a sus hijos.

Nicholas, el bebé, que tenía un año cuando murió su padre y ya casi era destetado, ahora quiere tomar la teta a toda hora, y llama a cada hombre alto de cabello oscuro “Dada”, la única palabra que conoce.

Robert, de 3 años, sufre frecuentes rabietas, dejó de usar el retrete para niños grandes, y teme contagiarse gérmenes. Ayden, de 5, anunció recientemente que su trabajo es “ser fuerte” y proteger a su madre y sus hermanos.

Sus hijos mayores, Kai Flores, de 13 años; Andrew Vaiz, de 16, y Alexis Vaiz, de 18, a menudo están callados, tristes o enojados. A los dos mayores les recetaron antidepresivos poco después de perder a su padrastro porque la ansiedad no los dejaba concentrarse o dormir.

“Paso la mitad de las noches llorando”, dijo Villegas, de 41 años, enfermera de cuidados paliativos de Portland, Texas. Se quedó viuda el 25 de enero, solo tres semanas después de que Robert Villegas, de 45, conductor de camión fuerte y saludable, experto en jiujitsu, diera positivo al virus.

Fotografía del miércoles 16 de junio cedida por Kaiser Health News (KHN) donde aparece Valerie Villegas mientras sostiene una fotografía de su esposo Robert Villegas, quien perdió la vida debido al coronavirus, frente a su casa en Portland, Texas. (Foto: EFE/Scott Stephen Ball)

“Mis hijos son mi principal preocupación. Y necesitamos ayuda”, dijo.

Pero en una nación donde los investigadores calculan que más de 46.000 niños han perdido a uno o ambos padres a causa de la covid desde febrero de 2020, Villegas y otros sobrevivientes dicen que encontrar servicios básicos para que sus hijos sobrelleven el luto (consejería, grupos de apoyo, asistencia financiera) ha sido difícil, si no imposible.

“Dicen que está ahí. Pero intentar conseguirla ha sido una pesadilla”, dijo Villegas.

Las entrevistas con casi dos docenas de investigadores, terapeutas y otros expertos en pérdida y duelo, así como con familias cuyos seres queridos murieron por covid, revelan hasta qué punto el acceso a grupos de duelo y terapeutas se volvió escaso durante la pandemia. Los proveedores pasaron a ofrecer visitas virtuales y las listas de espera aumentaron, lo que a menudo dejó a los niños desamparados y a sus padres sobrevivientes, solos.

“Perder a un padre es devastador para un niño”, dijo Alyssa Label, terapeuta de San Diego y gerente de programas de SmartCare Behavioral Health Consultation Services. “Perder a un padre durante una pandemia es una forma especial de tortura”.

Los niños pueden recibir beneficios destinados a sobrevivientes cuando un padre muere, si el padre trabajó el tiempo suficiente en un empleo “en blanco”, pagando impuestos al Seguro Social. Durante la pandemia, el número de hijos menores de trabajadores fallecidos que recibieron nuevos beneficios ha aumentado, llegando a casi 200.000 en 2020, frente a un promedio de 180.000 en los tres años anteriores.

Los funcionarios de la Administración del Seguro Social (SSA) no rastrean la causa de la muerte, pero las cifras más recientes marcaron la mayor cantidad de beneficios otorgados desde 1994. Las muertes por covid “indudablemente” alimentaron ese aumento, según la Oficina del Actuario Jefe de la SSA.

Y el número de niños elegibles para esos beneficios seguramente es mayor. Solo cerca de la mitad de los 2 millones de niños en Estados Unidos que perdieron a un padre en 2014 recibieron los beneficios del Seguro Social a los que tenían derecho, según un análisis de 2019 realizado por David Weaver, de la Oficina de Presupuesto del Congreso.

Los consejeros dijeron que encuentran que muchas familias no tienen idea de que los niños califican para los beneficios cuando muere un padre que trabaja, o no saben cómo inscribirse.

En un país que ofreció ayuda filantrópica y gubernamental a los 3.000 niños que perdieron a sus padres a causa de los ataques terroristas del 9/11, no ha habido un esfuerzo organizado para identificar, rastrear o apoyar a las decenas de miles de niños de luto por covid.

Fotografía familiar cedida por Valerie Villegas donde aparece su esposo Robert Villegas, posando con sus hijos Robert Jr., Nicholas y Ayden en diciembre de 2020, a pocas semanas de morir por covid, en su casa en Portland, Texas. (Foto: EFE/Valerie Villegas) 

“No tengo conocimiento de ningún grupo que esté trabajando en esto”, dijo Joyal Mulheron, fundador de Evermore, fundación sin fines de lucro que se enfoca en políticas públicas relacionadas con el luto. “Debido a que la escala del problema es tan grande, la escala de la solución debe estar a la misma altura”.

La covid-19 se ha cobrado más de 600.000 vidas en el país. En una publicación en la revista JAMA Pediatrics, investigadores calcularon que por cada 13 muertes causadas por el virus, un niño menor de 18 años ha perdido a un padre. Al 15 de junio, eso se traduciría en más de 46.000 niños. Tres cuartas partes de los niños son adolescentes; los otros tienen menos de 10 años. Aproximadamente 20 % de los niños que han perdido a sus padres son afroamericanos, aunque constituyen el 14 % de la población.

“Existe esta pandemia en la sombra”, dijo Rachel Kidman, profesora asociada de la Universidad Stony Brook en Nueva York, que formó parte del equipo que encontró una manera de calcular el impacto de las muertes por covid. “Hay una gran cantidad de niños de luto”.

La Administración Biden, que lanzó un programa para ayudar a pagar los costos de los funerales de las víctimas de covid, no respondió a las preguntas sobre la ayuda para estos niños.

No abordar el creciente número de niños en duelo, ya sea en una sola familia o en general, podría tener efectos duraderos, dijeron investigadores. La pérdida de un padre en la infancia se ha relacionado con mayores riesgos de adicciones, problemas de salud mental, bajo rendimiento escolar, menor asistencia a la universidad, menor empleo y muerte prematura.

“El duelo es el estrés más común y lo más estresante que las personas atraviesan en sus vidas”, dijo el psicólogo clínico Christopher Layne, del Centro Nacional de Estrés Traumático Infantil de UCLA /Duke University. “Merece nuestro cuidado y preocupación”.

Es posible que entre 10 % y 15 % de los niños y otras personas en duelo por covid podrían cumplir con los criterios de un nuevo diagnóstico, el trastorno de duelo prolongado, lo que podría significar miles de niños con síntomas que requieren atención clínica. “Esta es literalmente una emergencia de salud pública nacional”, dijo Layne.

Aun así, Villegas y otros dicen que en gran medida se han quedado solos para navegar por un confuso mosaico de servicios comunitarios para sus hijos mientras luchan con su propio dolor.

“Llamé a la consejera de la escuela. Me dio algunos pequeños recursos sobre libros y esas cosas. Llamé a una línea directa de crisis. Llamé a los lugares de asesoramiento, pero no pudieron ayudar porque tenían listas de espera y necesitaban seguro. Mis hijos perdieron su seguro cuando murió su padre”, dijo Villegas.

La interrupción social y el aislamiento causados por la pandemia también abrumaron a los proveedores de atención del duelo. En todo el país, las agencias sin fines de lucro que se especializan en el duelo infantil dijeron que se han apresurado a satisfacer la necesidad y pasar de la participación en persona a la virtual.

“Fue un gran desafío; era algo muy ajeno a nuestra forma de trabajar”, dijo Vicki Jay, directora ejecutiva de la National Alliance for Grieving Children. “El trabajo de duelo se basa en las relaciones y es muy difícil establecer una relación con una sola pieza de la maquinaria”.

En Experience Camps, que cada año ofrece campamentos gratuitos de una semana a aproximadamente 1.000 niños de luto en el país, la lista de espera ha crecido más de 100 % desde 2020, dijo Talya Bosch, asociada de Experience Camps. “Es algo que nos preocupa: muchos niños no reciben el apoyo que necesitan”, dijo.

Los consejeros privados también se han visto superados. Jill Johnson-Young, copropietaria de Central Counseling Services en Riverside, California, dijo que sus casi tres docenas de terapeutas han sido contratados sólidamente durante meses. “No conozco a ningún terapeuta en el área que no esté colmado en este momento”, dijo.

Mientras tanto, Villegas, en Texas, ha regresado a su trabajo en cuidados paliativos y está comenzando a reconstruir su vida. Pero cree que debería haber ayuda formal y apoyo para familias en duelo, cuyas vidas han sido marcadas a fuego por el mortal virus.

“Ahora todos están volviendo a sus vidas normales. Pueden volver a sus vidas. Pero yo creo que mi vida nunca volverá a ser normal”, puntualizó.

KHN (Kaiser Health News) es la redacción de KFF (Kaiser Family Foundation), que produce periodismo en profundidad sobre temas de salud. Junto con Análisis de Políticas y Encuestas, KHN es uno de los tres principales programas de KFF.

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