(Foto: EFE/CJ GUNTHER)

Hace un año, el jueves 12 de marzo, trabajé a distancia desde mi casa. Era un arreglo supuesto a durar dos días, que Esperanza estaba haciendo para proteger a sus empleados y a todos los individuos que servimos. En los próximos días, siguieron las escuelas, y el gobierno comenzó a cerrar, se hizo evidente que la temporada sería mas larga. Aun así, pienso que pocos se imaginaban los cambios que el año traería. Como muchos otros educadores, tuve que reinventar cosas y adaptar nuevas tecnologías para asegurarme que mis estudiantes continuaran en su importante carrera de superación. Si bien el año causó cambios en la educación, la ciencia fue un campo definido por COVID-19.

Enfrentados a un virus nuevo, los científicos han usado distintas tecnologías en su arsenal para atacar los desafíos. Un paso importante en entender el SARS-CoV-2 virus fue determinar su estructura utilizando un microscopio de electrones criogénico. Esta tecnología ha mejorado mucho en los últimos diez años permitiendo que la estructura se obtuviera más rápidamente.

A principios de la pandemia una de las prioridades fue el encontrar pruebas para diagnosticar la enfermedad. El método de reacción en cadena de polimerasa (PCR) es bien preciso, pero toma mucho tiempo porque las temperaturas de las reacciones son distintas. El método de amplificación isotérmica mediado por lazo (LAMP) que utiliza una enzima o catalizador sigue los mismos pasos, pero estos se mantienen a la misma temperatura. LAMP es más rápido y económico, pero no tan preciso. Otra prueba diagnóstica utiliza la tecnología de repeticiones palindrómicas cortas, agrupadas y regularmente interespaciadas (CRISPR) que provee resultados en poco más de una hora. El método CRISPR ganó mucho reconocimiento al ser utilizado por las científicas que ganaron el premio Nobel de Química en el 2020.

En términos de tratamiento, los doctores y científicos comenzaron a estudiar drogas existentes para ver si funcionaban para tratar el COVID-19. Alrededor del mundo, más de 500 drogas han estado o están en estudios clínicos tratando de reutilizar drogas conocidas. En Estados Unidos varias drogas recibieron autorización para uso de emergencia (EUA por sus siglas en inglés), pero solo una de ellas, Remdisivir, se aprobó para uso global. En términos de nuevas drogas, varios anticuerpos monoclonales fueron desarrollados y aprobados para tratar la enfermedad.

Desde muy temprano en la pandemia, la meta de obtener una vacuna fue importante. Varias compañías en distintos países comenzaron a trabajar con la tecnología de vectores adenovirales que, aunque existe hace unos cuarenta años, todavía era bastante experimental. En el pasado se habían intentado crear vacunas para VIH, malaria y cáncer sin éxito. Pero en el verano pasado una vacuna de vector adenoviral se aprobó para el ébola. Los adenoviruses causan la gripe común, en esta técnica se remueven genes del interior del virus para crear el vector. Para las vacunas contra COVID-19, al vector se le inserta el ADN con las instrucciones para formar la proteína espiga. El virus modificado se replica en el laboratorio y se empaca en la vacuna. Al paciente ser inyectado los vectores interaccionan con las células en el sistema inmune, desarrollando anticuerpos. La segunda tecnología es la del ácido ribonucleico mensajero (mRNA) en la que el mRNA se empaca en partículas de grasa bien pequeñas llamadas nanopartículas lípidas para que no se degrade y se transporte a las células. En los últimos diez años compañías han invertido mucho esfuerzo y capital para desarrollar esta tecnología, pero fue con COVID-19 que se probó en humanos a gran escala por primera vez.

En un año, más de 60 vacunas entraron a estudios clínicos mundialmente. A fines de junio China aprobó el uso de una vacuna de vector adenoviral para uso militar. Rusia aprobó otra vacuna utilizando la misma tecnología aun sin tener estudios de fase 3. En Estados Unidos la primera vacuna utilizando la tecnología de mRNA, obtuvo EAU el 11 de diciembre (Pfizer) seguida el 18 de diciembre por la segunda (Moderna). El 27 de febrero una tercera vacuna obtuvo EUA en Estados Unidos (Johnson and Johnson) que utiliza la tecnología de vector adenoviral. La investigación, desarrollo y producción de estas vacunas en tan poco tiempo es digno de admiración.

Durante este proceso los científicos y la ciencia ha estado bajo el escrutinio de todo el mundo, desde gobernantes, políticos y el publico en general. Ha habido polémicas, cambios al aparecer nueva data que contradice lo que la data original mostraba y otras cosas negativas. Sin embargo, en mi opinión, este ha sido un año en que la ciencia y los científicos han tenido la oportunidad de brillar, de hacer de su trabajo algo esencial y conocido para el resto del mundo.

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