La pandemia de COVID-19 puede provocar traumas y estrés postraumático en los trabajadores de primera línea, alertó a el presidente del Consejo Internacional para la Rehabilitación de Víctimas de Tortura, Jorge Aroche.

El también director ejecutivo del Servicio para el Tratamiento y Rehabilitación para las Víctimas de Tortura y Trauma (STARRTS) australiano advirtió además sobre la situación de vulnerabilidad de los refugiados y las poblaciones vulnerables en zonas que carecen de información fidedigna sobre la pandemia.

Pregunta: La respuesta a la COVID-19 incluye medidas drásticas de distanciamiento físico y confinamiento. ¿El ciudadano de a pie y especialmente los refugiados y expresos políticos podrían vivir esta situación como una tortura?

Respuesta: No sé si me atrevería a usar el término tortura. Ciertamente es una situación difícil para gente que ha tenido una experiencia de tortura, de trauma, de muchas pérdidas y sobre todo de muchas privaciones, como todos los refugiados. Es una experiencia que puede traer recuerdos y desencadenar traumas que todavía no se han resuelto, además de contribuir al riesgo del aislamiento. Esto también se puede extender a gente que ha padecido otros traumas, sobre todo a las víctimas de violencia doméstica. Lamentablemente, también hay una interfase entre los dos: hay familias de refugiados que también tienen problemas de violencia doméstica. Este entorno implica un riesgo emocional y en ciertas circunstancias, uno físico.

P: ¿Qué caja de Pandora abre esta sensación de que el coronavirus es una amenaza invisible y omnipresente?

R: Debemos tener en cuenta que estamos en una situación en que los niveles de ansiedad pública son mucho mayores. Hay una posibilidad mucho más grande de que nuestros niveles de ansiedad vayan a subir porque palpamos ese nivel de ansiedad en todos lados y además algunas cosas específicas como es ver más seguridad, más gente en uniforme, reglas que no entendemos, gente manteniendo distancia o las calles vacías pueden desencadenar recuerdos traumáticos que quedan vivos en alguna parte de nuestro cerebro. Sobre todo, si no están procesadas a nivel verbal y no podemos manejarlas, darles sentido y entender qué están pasando.

P: ¿Esta crisis mundial puede generar un fuerte trauma generalizado, dejarnos con un trastorno de estrés postraumático?

R: Sobrevivir al trauma variará de persona a persona. La mayoría de las personas logran superar el impacto de ese evento traumático sin problemas para el resto de su vida, hay un proceso de equilibrio para contrarrestar ese evento traumático cuando sufrimos ansiedad. Considero que la crisis entorno a la COVID-19 crea muchas situaciones extremas para mucha gente, que las sufre como eventos postraumáticos. Una pequeña parte de la población lo desarrollará y es importante que estemos al tanto de ello.

Además, está es el aislamiento. Mucha gente que ya estaba en peligro de depresión y se encuentra en un tipo de entorno donde tiene menos acceso a gente que les apoye o les ayude a estabilizar puede desarrollar problemas de ansiedad, depresión y otros problemas de salud mental.

IMPACTO EN LA PRIMERA LÍNEA Y EL ACCESO A ARMAS

P: ¿El trastorno de estrés postraumático puede tener un mayor impacto en los trabajadores de la salud, quienes a veces tienen que decidir a quién dejar vivir?

R: Vamos a tener a muchas más personas expuestas a situaciones en las que tendrán que tomar una decisión entre una opción mala y otra peor. Esto puede tener un costo emocional y psicológico y depende de cómo se maneje el entorno. Mucha de la gente que trabaja en la policía, en ambulancias, gente que trabaja en situaciones así tienden a desarrollar un «cuero duro» para no dejarse impactar. Muchas veces no solicitan ayuda cuando la necesitan y eso es un problema. Creo que como sociedad debemos aprender mejor el impacto del estrés traumático y del trauma. Hay pocas sociedades que lo manejen bien.

P: ¿En el extremo más cruel del confinamiento se crearán situaciones de violencia doméstica o suicidios?

R. La COVID-19 está creando un nivel de ansiedad alto en toda la población y es indudable que esto coloca a la gente que ya tenía problemas de salud mental en una situación en la que es posible que desarrollen más reacciones violentas, ya sea en su entorno familiar o en su entorno con los vecinos.

P: ¿Hasta el peligro de que alguien salga descontrolado a disparar a los demás?

R: Australia ha logrado evitar mucho el acceso a las armas. Acá tenemos colas en los supermercados por el papel higiénico, mientras que en Estados Unidos se forman en los locales de venta de armas.

Estados Unidos es una sociedad en la que, sin ningún otro ingrediente adicional de ansiedad pública, se han producido atentados armados. Si a eso se le añade todo el estrés por el coronavirus obviamente tenemos un caldo de cultivo para posibles problemas, pero si además se tiene acceso a armas o instrumentos más contundentes para desatar esa explosión, (el potencial escenario) es preocupante.

LA VULNERABILIDAD DE LOS DESPOSEÍDOS

P: La manera de vivir la pandemia no solo depende de la salud mental, sino también de las condiciones materiales y ambientales. No es lo mismo vivirla en un piso de Madrid o Bogotá o una vivienda en Australia, que en pleno desplazamiento migratorio en Centroamérica o en una favela de Brasil.

R: Absolutamente. Hay muchos lugares en el mundo donde hay refugiados, donde la gente está detenida por asuntos de derechos humanos o activismo, donde el acceso o ayuda desde el punto de vista de la salud es prácticamente nulo. No se tiene información de cuánto ha impactado el virus en los campos de refugiados o en lugares donde los inmigrantes indocumentados están viviendo situaciones paupérrimas.

También está la otra cara de la moneda: en algunos lugares del mundo comienza a haber indicios de que las medidas que se adoptan contra la COVID-19 también se están usando para ejercer represión.

P: ¿A medida en que los esfuerzos se centran en la atención de los nacionales y la mitigación de la peor crisis económica desde la Gran Depresión, los gobiernos se olvidarán de sus compromisos con los derechos humanos y la protección de los más vulnerables?

R. Las personas en situación más vulnerable tienen menos recursos y menos acceso a los pocos que podrían tener. En su mayoría no se benefician de las medidas que los diferentes gobiernos han puesto para apoyar a los sectores vulnerables de la población. Cuando esto lo llevas a situaciones en las que la pobreza es preocupante, en las que la salud ya era preocupante, tenemos un cóctel tremendo, muy complejo.

UN CONFINAMIENTO DENTRO DE OTRO

P: La pandemia también impacta en lugares como las cárceles, los campamentos de refugiados de Oriente Medio o en la frontera Venezuela-Colombia, a los rohinyás o a los centros para inmigrantes que auspicia Australia en el Pacífico ¿En estos casos sería una situación de confinamiento dentro de otro?

R: Totalmente. Creo que la gente en situaciones que has mencionado estaba subsistiendo con muchas dificultades, sujetas a abusos de derechos humanos. Esta situación va a ser peor porque va a haber menos acceso a la información. Por ejemplo: los periodistas no van a poder viajar con tanta facilidad como antes.

Además, se consiente que los gobiernos puedan violar algunos de los derechos humanos a los que estamos acostumbrados o que por lo menos reclamamos porque estamos en una situación crítica. Todo vale para derrotar al virus. Pero si llevas estas medidas a lugares como Cox’s Bazar (donde se encuentran los campos de refugiados rohinyás en Bangladés) o Sri Lanka, en donde ya hay persecución de minorías, la situación puede ser bastante trágica y de la cual quizá no tengamos información fidedigna por mucho tiempo.

P: ¿Cómo afecta este olvido y el impacto de la COVID-19 a los tratamientos de rehabilitación de las víctimas de trauma y tortura?

R: Una de las cosas en las que nos estamos preparando en este trabajo con la gente que ha sufrido trauma y tortura… de lo que está pasando en sus países de origen o en lugares como campos de refugiados en donde pueden tener a seres queridos.

Si miramos más allá creo que el mundo está ya en una crisis económica y de derechos humanos. Mucha gente quedará marginada, hay gente que se rebela, hay opresión y represión y esto genera un movimiento de gente, y esto a su vez refugiados. En este tipo de situaciones es posible que no obtengan refugio y ciertamente las posibilidades de ayuda internacional a estos grupos también va a disminuir.

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